Samuel y Andrea están en el mejor momento de sus vidas, son recién casados, felices y se aman intensamente. Tienen muchos planes para el futuro y ya piensan en formar su propia familia, pero por ahora, están empeñados en recuperar el Rancho Del Junc...
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Mientras Samuel sale para cumplir su tarea, el médico le hace un chequeo de rutina a Andrea. Ella se va al baño con la ayuda de la enfermera.
La enfermera ayuda Andrea a acomodarse en la cama y sale de la habitación. Unos minutos después, Samuel regresó con un ramo de rosas y una caja de regalo.
No puedo contener mi risa, mi mugrosito cierra la puerta deprisa. Samuel camina hacia mí, con una sonrisa hermosa en sus labios.
Samuel: Ya volví, mi amor! – Dijo.
Andrea: Lo veo! - Dije divertida. - Sabes qué? Me levanté de la cama y me fui al baño! Bueno, la enfermera me ayudó, pero la verdad es que no fue muy agradable. - Dije haciendo pucheros. Samuel se acerca hacia mí.
Samuel: ¿Te dolió? - Preguntó.
Andrea: Sí, pero no te preocupes, me voy a mejorar. - Dije.
Samuel: Sí, porque yo te voy a cuidar mucho mi brujita... Voy a ser tu enfermero y tu médico particular. - Dijo sonriendo.
Andrea: Y tú me vas a dar unas buenas medicinas, verdad? – Pregunté divertida.
Samuel: ¡Solo las mejores! Porque tú lo mereces, mi amor! – Dijo, mirándome a los ojos.
Andrea: Qué lindas! - Dije, mirando las rosas.
Samuel: ¡No más que tú! – Dijo. Samuel pone las flores en un vaso.
Andrea: Gracias, ¿Qué hay en la caja? – Pregunté, alzando la ceja derecha.
Samuel: Bueno, es algo para ti... A ver si te gusta. – Dijo sonriendo. Mi mugrosito pone la caja delante de mí. Cuando la abro, no puedo contener mi sonrisa. – Te dije que iba a cumplir todos tus deseos mi brujita, pues aquí tienes a tu desayuno. - Dijo con una gran sonrisa.
Andrea: Mugrosito... ¡No lo puedo creer! De verdad que eres un brujito. - Dije divertida. Samuel me trajo todo lo que le pedí y hasta un chocolate. Me saqué un pan de queso y lo probé. Dios mío, esto es tan sabroso. – Tú tienes que probarte esto. ¡Está divino! – Dije, dándole de comer en la boca.
Samuel: Sí, está muy rico... - Dijo, sentándose a mi lado en la cama.
Andrea: ¿Por eso cerraste la puerta? – Pregunté divertida.
Samuel: Así es, no quiero que me regañen. – Dijo con una sonrisa.
Andrea: Hiciste bien, mi mamá no te iba a perdonar. – Dije divertida, mientras tomaba el zumo de naranja.
Samuel: Ella me iba a regañar toda la vida. – Dijo divertido.
Andrea: De eso no cabe duda. - Dije empezando a comer los cereales.