Capítulo 22

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Paramédico: ¡Tiene pulso! - Dijo

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Paramédico: ¡Tiene pulso! - Dijo. - Pero está muy débil. - Dijo, y Andrea sintió cómo su alma regresaba al cuerpo. – Ha perdido mucha sangre. – Dijo. – Tranquila, se nota que su marido es un hombre muy fuerte y que está luchando por su vida. – Dijo, mirándola con compasión.

Cuando Fernández se enteró de lo que pasó a Samuel, se fue hacia el lugar del accidente para empezar la investigación. Sofía estaba con Arturo cuando su mamá la llamó diciendo lo que había pasado a Samuel.

Arturo estaba inconsolable y se abrazó a Sofía como si dé eso dependiera su vida. Dejaron Arturito con Soledad y se fueron hacia el hospital, intentó hablar con Verónica pero no tuvo éxito. José Antonio estaba en la comisaría de policía cuando supo del accidente de su hijo y se fue directo al hospital.

Flavio estaba en su despacho cuándo vio llegar Irina y Cayetana, la sonrisa que él tenía en sus labios se borró, cuando su esposa dijo lo que le había pasado a su hermano. Flavio  lloró como un niño chiquito, mientras Irina lo abrazaba. Unos minutos después, los tres se fueron hacia el Hospital.

En el Hospital

No dejaron que Andrea acompañara a Samuel. Lo llevaron deprisa al quirófano,  ella veía cómo todo a su alrededor se movía, pero era cómo estar en una película sin colores y sonidos. Una película, no! ¡Una pesadilla! Andrea deseaba que sólo fuera una terrible pesadilla, lo único que ella quería era despertar de aquel mal sueño. Sin embargo, ella se dio cuenta de que esto no iba a pasar, ella estaba en en la sala de espera de un hospital, mientras su marido luchaba por su vida.

Andrea aún no podía creer en lo que estaba pasando, se sentía sola, frágil y sin rumbo. Ella solo quería escuchar la voz de Samuel diciéndole que todo va a salir bien, sentir su abrazo, sus besos, sus caricias y  el calor de su piel.

Ella no sabía qué hacer, pero tenía que mantener la calma y contestar a las preguntas que le hacían, si Samuel tenía alergia a algún tipo de medicina, cuál es su tipo de sangre, si tenía alguna enfermedad genética y tantas otras cosas, Andrea  contestó todo. Su familia aún no había llegado y Samuel necesitaba un donante para la operación.

Andrea: No, yo no tengo el mismo tipo de sangre. – Dijo angustiada.

Médico: Su marido no dispone de mucho tiempo, ha perdido mucha sangre, él necesita un donante. – Dijo.

Andrea: No me digas eso por favor. – Dijo, con los ojos llenos de lágrimas. Cuando escucho que me llaman, me volteo a ver. - ¡Arturo! ¡Gracias a Dios llegaste! – Dijo, abrazándolo.

Arturo: Andrea, dime que mi hermano está bien. – Dijo, tenía los ojos rojos.

Andrea: Él está muy mal Arturo, perdió mucha sangre. Samuel necesita un donante, tú tienes que ayudarlo, por favor! – Dijo, muy afectada.

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