"Luz en la oscuridad"

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16 de diciembre, una semana y seis días después de la partida de Yukio.

Rin.

No sabía como había dejado a Izumo convencerlo, y ahí estaba, frente al espejo intentando lucir mejor. Aunque eso era pedirle a un manzano que diera naranjas.

—Maldición— bufo pasándose los dedos por el pelo, tirando de sus mejillas, que estaban pegadas a sus huesos. No había sido muy buena idea dejar de comer, ahora tenia dolores de cabeza muy fuertes todo el tiempo.

Tomo el nuevo teléfono que Izumo había traído y verifico la hora, ya iba tarde y ahora tenia que tomar el autobús.

Bajó a toda prisa casi rodando por las escaleras antes de tomar su mochila y todo lo que tenia que entregar de manera atrasada, ya que Izumo lo había obligado a hacer todos los trabajos de casi dos semanas. Estaba loca.

Llego a la calle y paro el primer taxi que vio, moría de frío. Compraría un café llegando, Rin no entendía que pasaba con su corazón en esos momentos, porque golpeaba contra sus costillas sin tregua, obligando a su estómago a dar vuelcos vertiginosos a diestra y siniestra. 

Estaba ansioso.

Y no tenia idea si eso era bueno o malo. Dejo caer su cabeza contra la ventana, dando un respingo al sentir el frío vidrio. No supo en que momento se quedo dormido, cuando supo el taxista lo estaba llamando algo molesto. Rin se sonrojo y pago la cuota antes de salir.

Y ahí estaba, parado frente al colegio, con un corazón que saltaba como un niño pequeño, se obligo a si mismo a calmarse y recordar todo el daño que le había hecho Yukio, pero simplemente no funcionaba.

Apenas puso un pie dentro Izumo lo pescó del cuello y le dio un vaso de café.

—Gracias, esta helando afuera— dio un pequeño sorbo e Izumo sonrió.

—¿Como estas? Quiero decir-

—Estoy bien, tranquila.— interrumpió y volvió a su café.— ¿Paku?

—En algún lugar, quizá con Shiemi, parece que de alguna manera le agrada mas que yo.— sonaba realmente triste mientras hablaba.

—Bueno, ¿a esa le gusta robar lo que no es de ella?— las mejillas de Izumo se tiñeron de un rojo carmesí.

—¿D-de que diablos hablas?

—Oh por favor, —Rin río y varias chicas lo miraron en el pasillo, algunas que lo conocían de algunas clases con asombro porque lucia horrible, pero aun con esas ojeras y color de piel, conservaba ese toque que las atraía — Se que te gusta.

—¡Claro que no! ¿De donde sacas eso? ¡Estas loco, Okumura!— susurro severamente completamente roja.

Rin río una vez más, sin imaginarse quien podría estarlo viendo desde que entro, sonriendo como idiota cada que él lo hacia. Yukio observaba desde el final del pasillo con cautela, sintiéndose tan feliz de volver a ver a su razón de vivir.

Todo su cuerpo deseaba correr y tomarlo en brazos, pero alguna parte en su cabeza le mencionaba que eso era lo peor que podía hacer. Claro, después de botarlo sin ninguna razón aparente. Algo más que las palabras de Shiemi, que bien podría estar mintiendo. Rezaba porque así fuera.

Mi Peor Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora