"Esta vez no"

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Un orgasmo bajo las estrellas era algo digno de contar.

Mas si el que se lo había dado era tremendo Dios en todos los sentidos. Después de hacerlo un par de veces mas sobre la arena montando a Eren como un toro mecánico estaba agotado. El guitarrista tuvo que ayudarlo a subir la moto, Rin lucho con todas sus fuerzas para sostenerse hasta que llegaran a su departamento, y aunque no conocía la ciudad en lo mas mínimo supo que Eren no lo llevaba ahí.


Llegaron a una casa muy lejos del bar. Un pequeño lugar apartado un poco de todo, Rin en realidad no estaba molesto. Solo asombrado.


—¿Donde estamos? — murmuro mientras Eren lo tomaba en brazos y caminaban por la acera que conducía a la entrada.


—Mi casa.


—¿De la banda?


—No, mía— Eren de alguna forma logro abrir la puerta con una mano, no era muy grande pero parecía bastante cómoda, subió las escaleras con Rin aun en sus brazos y lo dejó sobre la cama.


Rodó y hundió su rostro entre las sabanas, porque el olor de Eren era lo único que había ahí.


Observo al chico entrar a una puerta que parecía el baño antes de caer dormido.



Los rayos de luz se colaban por entre las gruesas cortinas, pero Rin ni siquiera los sentía mucho porque estos golpeaban la espalda desnuda de Eren.


Abrió sus ojos y se removió despacio para observarlo mejor, ya que no llevaba playera noto los tatuajes que tenia en los hombros, había una frase escrita en sus costillas, no supo que decía pero llevo la punta de sus dedos y la recorrió con ellos, sintiendo la ligera cicatriz, Eren ni siquiera se movió.


—Eres hermoso...— murmuro sin dejar de recorrer su cuerpo con sus dedos, cuando llego a su pecho se sintió aventurero y unió sus labios, pasándolos por sus marcadas clavículas.



¿Como carajos ese enano no puede apreciar esto? —pensó—


—Si no me dejas dormir te voy a castigar— Rin casi grita cuando su voz ronca le cayo sobre su cabeza.


—Uh, lo siento— intento apartarse pero Eren no lo dejo, apreso su cintura con sus piernas y lo empujó hacia su pecho.— Eren...


—Me gusta como suena...


—¿Como suena qué?



—Mi nombre en tus labios— dijo y el corazón de Rin se volvió loco. Al parecer Eren lo sintió porque soltó una risita ronca.—, me gusta como lo gritas mientras llegas al orgasmo...— no supo en que momento los labios de Eren había apresado el lóbulo de su oreja y ahora descendían por su cuello— me gustan tus caderas, tu cintura... Tu cuello... Me gustas tú.



Rin pudo jurar que se moriría ahí. Su corazón golpeaba ferozmente sus costillas, miles de ideas recorrían su cabeza, pero al igual que ese día que lo conoció mientras cantaba, Eren opacaba todo a su alrededor. Opacaba el dolor de su corazón, lo hacia sentir especial. Y no quería que dejara de hacerlo por un buen tiempo.


Las manos de Eren se colaron por sus pantalones, tomando la base de su miembro y comenzando a bombearlo. Rin soltó una jadeo y se aferro a los hombros del chico. Eren soltó sus piernas y se colocó sobre el cuerpo de Rin, besando sus labios sin importar que tipo de aliento tuvieran ambos, sus lenguas se enredaban de manera lenta y Rin gemía entre el beso, sintiendo como su hendidura era presionada.


Mi Peor Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora