"Te perdono; capítulo final."

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Yuu.




Caminé despacio hasta la biblioteca.





Estaba temblando, mis manos sudaban a montón, ni siquiera recordaba la última vez que estuve nervioso.






Era tal como la recordaba. 





Caminé hasta el fondo entre las mesas llenas de estudiantes y me relaje con el olor de los libros, fui a un estante en particular.










Había un hueco en ese estante.








Uno tan grande y tan pequeño a la vez, como el de mi corazón.









Pasee mis dedos por el espacio vacío, había polvo, y era como si a nadie le importará una mierda que estuviera así.








Yo era ese espacio vacío.













Lo siento, un idiota hace mucho se llevó ese libro, nunca ha vuelto.— gire asustado por la voz repentinamente cerca.












Y ahí estaba él.











Cómo lo recordaba, el brillo en sus ojos había vuelto, pero no era el mismo de hace dos años.







Era uno diferente. Uno lleno de fe y esperanza.








Uno cálido que estaba haciendo mi corazón de hielo uno de agua tibia.











Realmente es un idiota, ¿No?— dije.





Él sonrió y se pasó la lengua por la pelotita plateada de su labio.







—El idiota más grande que conozco— me miró y mi corazón se detuvo, me sentía un imbécil quinceañero.— ¿Pero sabes? Es un idiota que se robó más que un libro, un completo rufián si me lo permites. Uno muy bonito.










Me gire de nuevo a la estantería y pase el dorso de mi mano por mi mejilla para evitar llorar.








Entonces el vacío se lleno, su muñeca adornada por una gruesa cicatriz metió el libro de regreso en su lugar. 









—Pero creo que yo también robe algo suyo, lo regreso, quiero dejar de robar cosas que no merezco.— dijo, no había ni una gota de resentimiento en su voz— Tenga buen día joven.











Giro sobre sus talones y camino hacia la entrada, mire su espalda por unos minutos antes de girar de nuevo al estante y tomar el libro, lo apreté contra mi pecho y luego lo hojee con rapidez, una fotografía cayó en mis pies.








Cuando me incline y la tome, corrí hacia la salida.











¡Mikaela!— solté en un chillido, él ya iba a tres locales de la biblioteca, pero me escucho y se detuvo, no volteó.









Aún sujetaba el libro y la fotografía entre mis manos, como si mi vida se fuera ahí.









Y así era.










Mi Peor Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora