"Uno"

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La puerta fue cerrada de un empujón que resonó por toda la casa, ambos demasiado ocupados buscando en sus bocas para que les importara.

Yukio tiro de la camisa del uniforme hasta arrancarla por completo, haciendo que un par de botones volaran. Rin jadeo y aflojo la corbata de Yukio, restregandose contra él.

—Oh, dios si— Yukio no sabia que decía, lo único que deseaba era sentir de nuevo a Rin suyo, quizá casi igual de lo que lo deseaba Rin.

Deslizo sus manos por la espalda de su hermano, acunando sus glúteos por encima del pantalón y tirando de su labio inferior entre sus dientes. Ambos estaban demasiado calientes para pensar coherentemente, Rin había olvidado todo lo que Yukio había dicho en el hospital. Y Yukio había olvidado a su novia.

Y es que volvían a estar en casa, juntos y amándose, nada mas importaba mientras ellos estuvieran juntos. Ellos contra el mundo, o al menos así les gustaba imaginarse. Porque la realidad era otra, mas desgarradora y triste.

—Yukio— Rin gimió bajo cuando este comenzó a besar su clavícula, mientras amasaba su trasero, haciéndolo delirar, su manos bajaron hasta sus muslos y lo tomo en brazos, y Rin quiso llorar porque de nuevo estaba en los brazos de su chico. Mañana cumplían dos semanas sin siquiera verse, y él no tenía idea de como diablos lo soporto. Solo sabia que había sido un infierno en vida. Y él no quería regresar ahí, era lo menos que deseaba.

Mientras las ropas volaban de sus cuerpos rumbo a la parte superior de la casa; Rin besaba a Yukio con toda la fuerza y sentimiento que podía. Mordiendo y succionando sus labios, saboreando una vez más su lengua, sintiendo su corazón derretirse de amor.

Cuando Yukio quiso entrar a la habitación Rin negó con la cabeza, pues esta aun era un desastre. Yukio lo miro extrañado, pero decidió que lo dejaría para luego. Necesitaba alivio, y rápido, a menos que quisiera terminar con bolas azules.

Camino aun con Rin en brazos hasta la sala, donde dejo el cuerpo de su hermano en el sillón, hincándose ante él, sacando sus pantalones sin despegar la mirada de la suya, en una mirada de cariño y deseo que se desbordaba en cada caricia a sus cremosos muslos.

Yukio amaba a Rin. De eso no había ninguna duda, pero Yukio era responsable y si Shiemi llegaba a estar embarazada él no la dejaría. Él seria responsable, porque sabia que crecer sin padres era una completa mierda. Él no quería que su hijo —si existía— pasara por eso. Sin embargo, Yukio no dedicaba mucho tiempo a pensar el dolor que le causaría a Rin la noticia, se había dicho que debía dejarlo y eso hizo. En un intento de nobleza realmente tonto, pero tras la primera noche sin sus manos jugando con los cabellos en su nuca ya lo extrañaba. No quería imaginarse la vida sin él.

El suspiro entrecortado de Rin lo saco de sus pensamientos, inclinándose de nuevo para lamer su miembro una vez más, su hermano se revolvió de placer, arqueando la espalda en el sillón y colocando sus piernas torpemente sobre los hombros de Yukio. Extrañaba esto, y se sentía tan bueno que podía llegar sólo con eso, pero no quería ser un precoz idiota.

Yukio engulló su falo, horriblemente lento, chocando su miembro contra sus mejillas y paladar. Las uñas de sus dedos se enterraban en los costados de sus muslos y todo se sentía bien. Pero Rin quería algo mas que solo un mamada rápida.

—Y-yukio, por favor, ¿p-puedes?— su rostro se volvió una bonita sombra de rojos y Yukio sintió que su corazón se contraía de cariño. Él iría al infierno por lastimar a un ángel.

Se levantó del suelo, colocándose al lado de Rin, palmeando su muslo, indicándole algo que Rin entendió a la primera.

—Montame— no hubo necesidad de hablar dos veces, se arrastro hasta su hermano pasando una de sus piernas por sobre las suyas hasta encontrarse a horcajadas sobre su hermano, su respiración se veía gravemente afectada y su miembro pulsaba ante la excitación del momento. Llevo sus manos a su entrada e introdujo uno. Echo su cabeza hacia atrás, mordiendo su labio para no gemir.

Yukio no sabia que pensar al respecto de que Rin se estuviera preparando el mismo ante sus ojos, pero la vista era jodidamente erótica para reclamar. Así que lo dejo, memorizando en secreto cada una de las expresiones de su hermano, sus tiernos sonrojos y su ceño fruncido. Él lo extrañaría.

—Mm, Yukio— Rin saco sus dedos de su apretada entrada y tomo firmemente el miembro de su hermano, el cual jadeo y hundió sus dedos en las caderas de Rin, poniendo su piel de un tono rojizo. Comenzando a descender ambos pudieron jurar que vieron las estrellas, volviendo a ver la luz entre toda esa oscuridad que los había rodeado por semanas. Volvían a ser uno.

Ambos jadearon, solo dios sabe si Rin lo hizo de dolor o de placer. Inclinándose para hundir su rostro en el hueco del cuello de Yukio, besando de manera húmeda y lenta, esperando a que su cuerpo pudiera acostumbrarse un poco a la sensación. Enredo los dedos de su mano izquierda en los mechones chocolates de su hermano.

Y cuando Rin rodó sus caderas sobre el eje duro de Yukio, la magia se quedo corta para describir la sensación. Con timidez e inocencia fingida Rin se elevo, cayendo con fuerza sobre él. Su cabeza fue hacia atrás y Yukio no desaprovechó para pasar la lengua por su maxilar, dejando pequeños chupetones en su piel, pasando la lengua por estos después. Sus besos fueron descendiendo hasta alcanzar los pezones regidos de su hermano, tomando uno entre sus dientes y tirando de él con fuerza, Rin gimió alto, mientras sus rebotes se hacían mas constantes.

El ritmo variaba, podía subir rápido y fuerte, o bajar lento. Pero lo único que ambos sabían era que esto era el cielo. 

—¡Yukio! Sí, así, dios— grito cuando su hermano impulso su cadera para coincidir cuando él bajaba, cuando la respiración de Rin se vio mucho mas cansada y agitada Yukio lo empujo hasta que su espalda se encontró con la suave tela del sillón, tomando sus piernas sosteniéndolos a la altura de sus caderas. Rin era un manojo de gemidos y jadeos, completamente sin aliento, el sudor perlaba sus cuerpos, deslizándose por sus frentes pegando sus cabellos a su frente, cuando el Yukio embistió de nuevo grito, ahogándose en su placer, su miembro siendo masturbado entre los dos abdómenes. Yukio besaba a Rin con dureza, pero conservando ese toque de ternura que hasta la fecha no tenia idea de como lo lograba.

Los espasmos en el estomago de Yukio se hacían vertiginosos, su corazón golpeaba contra sus costillas con fuerza, tanta que dolía. Sus penetraciones aumentaron el ritmo y amo el sonido de Rin gritando mientras arqueaba la espalda, su semen mojando su abdomen. Yukio se deshizo dentro con un gruñido, sin embargo siguió empujando sutilmente prolongando el placer de ambos. Finalmente cayo exhausto sobre Rin, el cual enredo sus piernas con pereza sobre las suyas.

Yukio mantenía su oído en el pecho de Rin, escuchando como su corazón se calmaba al igual que su respiración, ese sonido lo relajaba.

Y necesitaba eso para comenzar a explicarle a Rin que debía dejarlo esa misma noche.

Hola —la matan

Ya , ya . Soy un asco, pero su autora ha estado medio triste, arh. La vida es dura.

¡En fin! Bonita noche, madrugada, mañana(?

Ojala nos leamos pronto, gracias por su apoyo

Mi Peor Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora