Capítulo 1. Motel.

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Narra Morgan

Tiene que ser una jodida broma. Esto no puede estar pasando, ese no puede ser mi padre, ¡No debe ser él!

No, no, no, él prometió que no saldría con nadie más, él me lo juró.

Pero...

Cuando mis padres se divorciaron, recuerdo que no pasé la peor época de mi vida, no sólo porque tan sólo era una niña. Mis padres se esforzaron mucho para que su separación no causara un gran trauma en mí y creo que hicieron un buen trabajo. Sin embargo, todos decían que lo suyo era algo de esperarse, llevaban años de conflictos y desacuerdos y no es que yo lo recordara pero mis padres  siempre me mantuvieron al tanto de que lo suyo no fue bueno desde un principio.

Como todos sabemos, somos producto de lujuria, pasión y a veces amor, no todos en ese orden, pero sí la mayoría porque, vamos, es sexo, y mi caso no fue la excepción.

Mis progenitores eran amigos de la universidad. Papá estudiaba literatura y mamá negocios, y en una hermosa noche de verano, ya saben, verano, calor, los días más largos, las noches cortas, el sol brillante...

La fiesta de fin de clases, el verano del '98, fue una de las opciones en las que yo fui concebida. Sí, luego hubo más pero no nos salgamos de tema. Aunque haciendo cálculos fui concebida un par de meses después teniendo en cuenta que nací en noviembre y...

Mi madre siempre ha sido del tipo de chica estudiosa, inteligente...nerd. Pero no de esos clichés que se hacen las aburridas y que cuando escuchan el boom boom de un reggaetón sus caderas se contonean como si tuviesen vida propia... No. Era realmente de la clase aburrida, no salía a fiestas  pero a la vez era arrogante y pensaba que esos "ambientes" no eran su estilo. Era como una perra-rata de biblioteca.

Y bueno, mi padre... es un infantil. Y digamos que la frase "los polos opuestos se atraen" no les pegaba ni con moco.

Perdón, mal ejemplo.

Pero en verdad es así, ella leía, él bebía, ella estudiaba, él jugaba, ella era una aburrida y él era "el juguetón" de su salón.

Pero la euforia de haber acabado ya con un año de estudios, el último en sus carreras, los tomó desprevenidos, más que nada a mi madre. La fiesta se realizó en la playa y, obviamente, había alcohol y uno que otro porro pasando por ahí. Mi padre, ya ebrio, retó a mi madre con que no podría beber diez tragos de vodka desde la botella. Y Sidney no era de las chicas que retabas y esperabas que se fuera con risitas y avergonzada. Oh no, no.  Y por no manchar su expediente como una cobarde, aceptó. La cuestión es que al no ser muy tolerante al alcohol, éste se le subió hasta las nubes y eso la puso un tanto... loquita.

No sé muy bien cómo sucedió, y tampoco quiero saberlo, pero ellos terminaron en la parte trasera del auto de mi tío Sean, el hermano de papá.

Y así aparecí yo. Y comenzó su relación.

Ellos estuvieron juntos durante mis primeros años de vida. Y según papá, esperaba que durara menos, siendo honesto. No es que no se quisieran, pero es que simplemente no sabían relacionarse entre ellos. Eran muy jóvenes y también distintos y eso todos lo sabían. Asi que eventualmente iban a separarse.

A mamá le ofrecieron un importante puesto en una empresa en Los Angeles y papá había obtenido un lugar dando clases en la universidad. Eran oportunidades que no podían rechazar y eso fue lo que los llevó a divorciarse finalmente.

Así es como llegamos a la actualidad.

Papá sólo tuvo una novia después de eso pero tampoco duró mucho asi que decidió no salir con nadie mas por el resto de su vida.

Un Plan Desastroso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora