Capítulo 4. Hospitales & Días Después.

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Matthew en multimedia.

Narra Morgan

¡Amaba el maldito alcohol!

Atención: antes de que leas el resto necesito aclararte que en ese momento yo estaba totalmente consumida por el alcohol y la depresión de la decepción.

Continuemos.

¡Me sentía taaan libre, joder!

Beber y beber y beber. Era lo único que tenía en mente. Quería divertirme, salir de la maldita realidad por sólo una noche, olvidando todo lo sucedido. No me importaba -en ese momento, vale aclarar- que al otro día quizás no me aguantaría la maldita resaca pero valdría la pena. No era de las que se emborrachaban mucho...

Bueno, sí, estoy mintiendo.

Pero podría jurar que la de esa noche fue la borrachera más fuerte que había cogido en mi vida. A mi mente sólo llegan flashbacks en los que me siento totalmente avergonzada. Es más, estaba segura que de haber estado cuerda no habría hecho cosas tan estúpidas.

Al menos conservaba mi virginidad.

Recuerdo que luego de beber en el bar de afuera unos cuantos tragos, entré a la fiesta porque el aburrimiento ya me estaba consumiendo con todo ese asunto de Michie y su nuevo amigo el mejor amigo de mi casi-enemigo.

¿Por qué casi? Bueno, Mason ya no me caía tan mal. Taaan mal. Era un poco amargado y esos tipos no van conmigo. Aunque cualquier persona así se pondría feliz con mi presencia, siempre he sido una persona que le agrada a todos, ¡Sólo mirenme!

😊

Reitero: estaba borracha. Muy borracha. Tan borracha que hasta los pensamientos no tenían sentido.

La pista estaba totalmente llena de gente pero en esos momentos no quería bailar, sólo quería echarme en algún lugar por allí. Encontré un sofá que estaba ocupado por algunos chicos pero no me importó. Mis pies dolían.

Otros chicos más llegaron y vi que traían en mano un tablero de ajedrez con muchos vacitos pequeñitos que nunca recordaba el nombre. Hicieron como una especie de juego con eso y mis ojos se iluminaron. Joder, yo también quería jugar.

Me levanté tambaleando pero me acerqué a ellos. Un chico, realmente lindo, estaba preparando los vacitos esos. Me ofrecí a jugar y ellos aceptaron. Mi contrincante era un chico con pinta de friki que estaba ya muuuuy ebrio. Pero eso no importa.

Básicamente, el juego se basó en algo así como las damas ya que ninguno sabía jugar al ajedrez. Pero eso tampoco importa.

Pero lo que sí, era que yo había ganado. ¡Sí! ¡Soy la puta ama!

Bebí sus tragos y de la misma euforia de haber ganado me bebí los míos. Me sentía súper emocionada aunque poco me duró. Elevé mis brazos en victoria y grité hacia el techo. Al parecer el movimiento fue demasiado brusco y me provocó un mareo que me dejó fuera de combate.

Un Plan Desastroso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora