Capítulo 39. Nosotros.

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Don't wanna lose you
Or make you feel unwanted
It's from the ghosts that haunted my heart
When you touch me
I stand up like a statue
And I will always Catch Your Fall
When we're alone together
We need no one else
Hide from the revolution
And watch it fade away
Like an old song
That we sing until it's all done
If the sky falls down around us
I want you here with me


Narra Mason

D

i un par de golpes amistosos sobre la espalda de mi madre mientras la misma se encargaba de quebrar todos mis huesos de la espalda en un fuerte abrazo.

—Te extrañaré, hijo.

—Mamá. —alargué mordiendo mis labios con un poco de impaciencia.  —Me verás en un par de días, no es para tanto.

—Sí, sí, lo sé. Ya está. —se alejó de mi para luego tomar mi rostro entre sus manos. —Recuerda, nada de fiestas. Nada.

—Sí, mamá.

—Y hablo en serio, Mason.

Se despidió de mí con otro abrazo rompe-huesos y se metió dentro del auto de papá, quien se encontraba guardando las últimas cosas en el baúl. Cuando acabó se acercó a mi y sonrió de lado.

—Tú sólo ten la casa como estaba cuando volvamos.

Reí de su comentario y acepté su abrazo. Estaba más que feliz por ellos dos.

Habían pasado un par de días desde la última vez que había visto a Morgan. Días dónde pasaron cosas en casa. Nada malo, no se preocupen. Al contrario.

El ánimo de mamá estaba un poco mejor y papá tuvo la idea de hacer un pequeño viaje a la casa de mis tíos a unos kilómetros de casa. Era una idea grandiosa teniendo en cuenta las emociones de mamá y que papá quería mejorar las cosas entre ellos, era el plan perfecto.

Mamá aceptó.

Así que ahora aquí me encuentro, totalmente solo en esta gran casa y sin saber bien en qué aprovecharlo.

Porque obviamente haría algo. Lo siento, Susan.

Entré a casa y mandé un mensaje al grupo de WhatsApp que compartía con mi grupo de amigos del instituto y también dónde estaban Michie y mi rubia. Sólo dije que mis padres salieron por el fin de semana y solté el móvil sobre la mesa de la cocina. No pasaría mucho tiempo hasta que alguien reaccione ante la noticia y comenzaran a llover las sugerencias.

Mientras revisaba qué podía comer en la nevera mi teléfono comenzó a sonar como loco. Reí

—Intensos.

Los ignoré mientras bebía del jarro de jugo -mamá no estaba cerca, ya no podía reprenderme- hasta que el sonido de notificaciones cambió rápidamente por el tono de llamada. Miré el aparato con incredulidad ¿Tanta era su emoción que no podían esperar a que les respondiera un puto mensaje? Dejé el jarro y caminé hasta la mesa observando quién podía ser el dueño de la llamada y me tensé de inmediato.

No era ninguno de mis amigos.

Ni siquiera era alguien que tenía agendado, ya no. Pero conocía su número de memoria.

Me debatí mentalmente en qué debía hacer. ¿Contestaba? Es decir, tenía una curiosidad de la mierda pero la última vez que había hablado con ella me jodió la noche. No, no contestaría. Ni siquiera sabía por qué lo consideré.

Toqué el botón del volumen para así dejar de escuchar el tono y me dispuse a preparar un sándwich como si nada hubiese pasado.

Aunque me haya dejado con un mal sabor de boca y la curiosidad picando.

Un par de horas más tarde tenía a Chris, Paul, Meghan, Morgan, Michie, Reese -sí, él también- y algunos pocos amigos cercanos del instituto. No era la gran cosa, sinceramente. Al final pude convencerlos de que sea sólo  así y no una fiesta descontrolada como la que ellos pretendían en mi hogar. No porque no quisiera o me preocupara qué dirían mis padres. Es decir, no por nada mamá me había dejado una advertencia. Pero mi plan no era pasarme toda la mañana del sábado limpiando los desastres de toda esta gente con una muy posible resaca de la noche anterior.  Ya lo había pasado y no fue una bonita experiencia.

Así que aquí estamos. No éramos demasiados pero estábamos pasándola bien platicando de todo y a la vez de nada mientras comíamos sándwiches y bebíamos cerveza.

Sí, ya lo sé. Todo un viejo pasando por la crisis de los cuarenta.

—¡Oigan! Mañana hay fiesta en casa de Brittany. —gritó un amigo del instituto, Owen, llamando la atención de todos. Al parecer acababa de enterarse pues aún seguía con el móvil en la mano.

—¿Otra más?

Pregunté no del todo sorprendido. Ya habíamos acabado con los exámenes y teníamos como unos días de pequeñas vacaciones, por así decirlo, antes del baile y la ceremonia de graduación. Y debido a eso todos aprovechaban y organizaban fiestas sin importar qué día fuese. Y mis compañeros no eran la excepción. Sólo llevábamos cinco días y ya habíamos asistido a tres fiestas.

No tan viejo amargado como creían, eh.

Y esa era otra de las razones por las que mis ganas de hacer una en casa no eran tan fuertes.

—Sí, hermano. Y no es la única.

—Nuestros compañeros de curso también organizaron una para mañana. —habló esta vez Michie.

—¿Y para hoy? —preguntó Chris mientras daba un sorbo a su botella de cerveza casi vacía.

—No, viejo. Tomémonos un descanso por hoy. —Paul se quejó. —Aún siento la resaca de la fiesta del miércoles.

—¡Mírenlo! Ahora se queja. —Owen rio cuando mi amigo se abalanzó hacia él. —No es mi culpa que María te haya pegado mal.

—¿María? ¿Quién es…? Oh, ya entendí.

Preguntó Meghan confundida y todos estallamos en risas, incluso ella teniendo en cuenta que… bueno, no era la persona más feliz del mundo y su personalidad era más bien sarcástica. Aunque no dudaba que las tres botellas vacías a su lado eran un tanto responsable de su actitud más suelta y risueña. Es decir, ella nunca fue una persona de beber, ni siquiera un poco. Pero últimamente lo hacía y habían momentos en los que no se controlaba.

No la juzgaba para nada, a ver, yo era una de las personas menos indicada para hablar sobre las responsabilidades a la hora de beber pero me preocupaba por mi mejor amiga. Ya no era la de antes.

Aún pensativo mis ojos cayeron inconscientemente sobre Morgan y fue como si ridículamente una escena de alguna película se proyectara en mis ojos; ella riendo de las bromas de los demás sólo que en cámara lenta. Me encantaba como sus ojos se entrecerraban cada vez que lo hacía y cómo eso la hacía ver aún más tierna. Hasta que sus ojos dieron conmigo y su risa se controló un poco, siendo reemplazada por una hermosa sonrisa un poco tímida quizás, no lo sé. Pero se veía hermo…

—¡Hey! —me quejé del dolor cuando un puñetazo dio justo en mi hombro sacándome del mar de mis pensamientos.

—Reacciona, ya no hay cervezas. —dijo Nick con tranquilidad sin despegar la vista del móvil.

—Ve y compra más. —dije con enfado.

—Okay. —respondió con simpleza que sólo me hizo molestar aún más. Mordí mis labios.

—Idiota. —murmuré para mí mismo mientras pasaba mi mano por mi hombro aún adolorido.

Volví mi vista otra vez hacia donde mi rubia se encontraba pero todo lo que vi fue el sofá totalmente vacío. Miré a mi alrededor intentando dar con ella pero no la veía por ninguna parte. Fruncí el ceño. ¿A dónde habrá ido tan rápido?

—¿A quién buscas?

Un ligero aroma a vainilla y la suave voz de Morgan murmurándome al oído desataron una sonrisa en mí. Giré levemente encontrándome con su rostro muy cerca del mío  y sonreí aún más.

—A una rubia que no ha dejado de mirarme en toda la noche. ¿No sabrás quién es?

Rio tomando asiento a mi lado muy cerca de mi y fue cuando pensé ¿Cómo demonios pretende que mantenga mis sentimientos lejos si ella tampoco me daba una mano en hacerlo? Ay, Morgan… me volverás loco.

—Mmm, creo que te estás equivocando.

—¿Ah, sí? —le seguí el juego.

—Sip. —miró mis labios.

—¿Por qué lo dices?

—Me parece que quien se pasó la noche mirando a alguien no fue ninguna rubia.

—Mmm, tal vez me equivoqué. —negó con su cabeza mirando hacia los demás. —Entonces si no hay ninguna rubia iré por la morena. —dije con la intención de molestarla sabiendo que la única chica presente con esas características era Meghan.

Miré como sus expresión graciosa iba perdiendo su sonrisa lentamente siendo reemplazada por una mucho más malhumorada.

—Ja, ja. —intentó ponerse de pie pero la detuve con una mano sobre su hombro. —Déjame, Mason.

—Celosa. —me burlé. Me miró indignada.

—No estoy celosa, imbécil. Solo que… —rodó sus ojos y se levantó de mi lado. La imité rápidamente aún sin quitar mi sonrisa. Ella lo notó y me dio un golpe en el mismo hombro que anteriormente había golpeado Nick. —Deja de mirarme así.

—¿Así, cómo?

—Como si… —bufó. —Como si tuvieras razón.

—¿Acaso no la tengo?

Otro golpe.

—¡Auh! Este sí dolió.

—Tú te lo buscaste. —volteó y aproveché para tomarla desde atrás.

—Ce. Lo. Sa.

—Tu madre.

Y estallé en carcajadas. Amaba a Morgan celosa, era bastante graciosa a decir verdad. La molesté un poco mas hasta que al fin me sonrió y así estuvimos por un rato.

—Oye, Mase. ¿Puedo poner algo de música?

—¿Y yo puedo decirle a algunos amigos para venir?

Ni siquiera les presté demasiada atención y grité un sí. Estaba tontamente perdido en lo que Morgan me hablaba y en la forma en que sus labios se movían.

Okay, estoy jodido.

A ver, no había podido tener su atención en lo que iba de la noche hasta ese momento, y también había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos habíamos visto. Ambos estábamos con los exámenes finales e intentando dejar a un lado lo que sentíamos el uno al otro. Lo último que quería era alejarme de ella esta noche ahora que por fin estaba a mi lado.

De un momento a otro la música comenzó a sonar más fuerte al punto de que no podía oír nada que saliera de la boca de Morgan por más cerca que estuviésemos.

Miré hacia dónde se encontraba el reproductor y me encontré a Owen haciendo pasos extraños siguiendo el ritmo de una canción que últimamente la había escuchado en todas partes.

—¡Ah! —gritó Michie corriendo hacia mi amigo que aún seguía meneando las caderas estúpidamente. —¡Esa es mi canción! —ambos  se tomaron de las manos como si se conocieran de toda la vida y comenzaron a gritar la letra de la canción.

—¡I LOVE IT WHEN YOU CALL ME SEÑORITA!

—Madre mía ¿Quién está pariendo aquí? —Chris entró a mi hogar junto con Nick cargando con un par de botellas de vodka y lo vi confundido ¿En qué momento fue a comprar alcohol?

—Agh, amo esa canción.  —dijo Paul a mi lado y comenzó a bailarle a Morgan en una forma ridículamente sensual. Lo miré mal. Mi rubia reía de cómo este intentaba lucir caliente y fallaba en el intento, porque sí, conocía lo suficientemente bien a mi amigo para saber que él no estaba fingiendo.

Él realmente creía que bailaba bien.

En un momento Paul quedó de espaldas a Moh y se agachó de tal forma que su trasero golpeaba con el vientre de ella pero no calculó bien su fuerza y terminó empujándola hacia atrás.

—Paul, más cuidado.

Morgan aún seguía a las risas y puso su mano sobre mi brazo, indicándome que estaba bien. Sonreí negando con mi cabeza y volteé hacia la cocina, donde segundos antes había visto a mi amigo entrar con las botellas.

—Hey.

Chris me pasó un shot con vodka y lo bebí de una sola. No iba a negar alcohol gratis.

—¿Y Morgan?

Preguntó aunque sus ojos estaban fijos en la licuadora que sacó sin el permiso de nadie -tampoco era algo que me molestaba, sinceramente, Chris era como uno más en casa- mientras le agregaba frutas picadas y luego el vodka sin embargo pude detectar el tono pícaro en su voz.

—¿Y Michie?

Apagó la licuadora.

—Oye. —rodó sus ojos hacia mí.

—Tú empezaste.  —me defendí.

—Pero es diferente. —rascó su nuca. —No es nada. Literalmente nada.

—Mmm… —comencé para molestarlo.

—Hablo en serio. —respondió tranquilo levantando sus hombros, seguro. —Es sólo para sacarnos las ganas y ya.

Reí a carcajadas ganándome una mirada fulminante.

—Lo siento, amigo. Pero ¡hey! Tienes mi apoyo.

—Idiota. —tomó tres vasos y vertió la bebida de la licuadora. —Oye, hermano. Que quede entre nosotros. No queremos que la gente piense que salimos o mierdas así ¿Okay?

—Tienes mi palabra.

De la nada sentí alguien abrazándome por detrás enredando sus manos sobre mi vientre y sonreí al sentir el aroma del perfume de Morgan.

—Oh, Chris. No sabía que estabas aquí. —escuché su voz sorprendida y conociéndola seguramente avergonzada. Amagó a quitar sus manos pero las sostuve dejándolas exactamente como estaban.

—Descuida. Ya los dejo solos.

—No hace falta.

—No finjan. —rodeó la mesa cargando con los vasos y antes de atravesar la puerta que estaba detrás se detuvo a nuestro lado mirándonos con una sonrisa burlona. —Ustedes son tan adorables. ¡Adios, M&M’s!

Morgan rio separándose de mi y tomó la botella de vodka que estaba a la mitad. Me miró con una sonrisa.

—No creo que noten que una botella desapareció.

Y fue así como terminamos en mi habitación solo nosotros dos tomando de la botella de vodka y charlando de todo y de nada a la vez. Me encantaba pasar tiempo con ella. Teníamos tal confianza entre nosotros que no habían temas de los cuales no hablar y si no  sabíamos de ellos entonces nos hacíamos los que sí. Cada vez que la miraba y notaba cada vez más lo difícil que era para mi poder apartar mis ojos de su… precioso rostro más sabía lo jodido que estaba por ella.

Y me asustaba como la mierda.

No quería volver a pasar lo mismo que con mi ex, vivir otra relación tóxica de “te amo pero me gusta jugar contigo”.

También el saber que nuestro futuro era incierto. No porque no vaya a verla mas, porque ambos -también Michie y Owen, Paul y Chris porque era algo que planeamos desde que comenzamos la preparatoria- íbamos a Los Ángeles después de las vacaciones, y eso me ponía muy feliz por dentro. Sino que por momentos pienso que no le gusto, o mas bien no tanto como yo lo hago.

Hay veces que mi propia mente me tortura imaginando una Morgan sintiendo cosas por Chase y no por mí, por más que ella ya lo había dejado claro antes. Pero ya sabes cómo es, hay veces que nosotros mismos somos nuestros enemigos.

Observé a la chica que venía trayéndome loco caminar por toda mi habitación y revisar cajones y esas cosas. No tenía problema con eso, para nada. Excepto aquel que estaba justo a mi lado de la cama, esperaba que no se le ocurriese abrirlo porque no me apetecía para nada hablar de por qué conservaba un cuadro de mi ex.

—Qué lindo.

Miré a su dirección y vi que tenía un encendedor de esos antiguos en su mano. Caminó hasta mi dirección para luego acostarse a mi lado, muy cerca. No es como si me molestara, siendo honesto.

—Lo compré en una tienda de antigüedades.

—¿Funciona?

Estiré un poco mi mano para que me lo diera y lo abrí para ver si eso aún servía pues había olvidado su existencia desde hace mucho tiempo. Una pequeña llama resaltó en toda la oscuridad de mi habitación. Sonreí hacia ella.

—Funciona.

Lo quitó de mis manos y comenzó a jugar con él. Mientras tanto decidí disfrutar de nuestro silencio y su compañía cerrando los ojos por un momento. Estaba demasiado tranquilo.

De un momento a otro sentí mi brazo que estaba sobre mi rostro siendo estirado sobre la cama para que sea la nueva almohada de Morgan. No esperé demasiado y ya estaba a un lado abrazándola más a mi. Su cabeza fue al hueco en mi cuello y su respiración tranquila no hacía más que relajarme. En cualquier momento caería dormido.

—¿Mason?

—¿Mmm?

—¿Recuerdas cuándo me dijiste que me enseñarías a fumar?

Asentí con la cabeza.

—Sí. Olvídalo.

—Mason. —se quejó.

—No lo haré.

—¿Por qué antes estabas dispuesto a hacerlo?

—Porque antes no me gustabas.

Silenció por unos segundos. 

—¿Y eso qué tiene que ver?

—No lo sé pero sí sé que te pusiste nerviosa cuando dije eso. —sentí un pellizco en mi estómago.  —¡Auh!

—No te pases.

—Te encantaría que me pasara. —murmuré a su oído.

—Detente, me avergüenzas. —rio. Su pierna se entrelazó con la mía haciéndonos quedar aún más cerca. —¿Qué estamos haciendo, Mason?

Fruncí el ceño aún sin abrir mis ojos.

—¿A qué te refieres?

—A esto. Dijimos que nos mantendríamos alejados por un tiempo.

—No te veía desde hace una semana.

—Ese no fue el tiempo que me refería.

—¿Acaso no me extrañaste estos días?

—Sí, sí lo hice. —tardó en responderme.  —Ay, Mason.  —suspiró dramáticamente. —¿Qué me haces?

—Eso me pregunto yo. —abrí mis ojos por primera vez al ver que su rostro ahora estaba justo frente al mío.

—Debería mantenerme alejada de ti.

Murmuró muy suavemente mientras su mano descansaba ahora en mi mejilla.

—¿En serio? ¿Realmente deberíamos estar alejados?

Pregunté del mismo modo.

—Haces que te odia y te quiera al mismo tiempo. —reí ante sus comentario. Junté nuestras frentes. —No puede ser que cuando más quiero que salgas de mi cabeza es cuando mas apareces y encima me dices estas cosas… ¿Me estás escuchando?

—No, me perdí en el momento que dijiste que me querías.

—¡Dios! Eres tan… me dan ganas de…

—¿Besarme?

—Iba a decir aplastarte pero negaré que sí quiero hacerlo.

—¿Hacer qué?

—Mason. —alargó.

—Quiero oírte decirlo.

—¿Quiero besarte?

Separé nuestras frentes y la vi con el ceño fruncido.

—Cortas la pasión. Debes ser mas dramática.

—Vete a la mierda. —y con esa frase de lo más romántica eliminó el espacio que nos separaba juntando nuestros labios. Amaba la forma en la que me besaba, lento y profundo. Sin prisa, sabiendo que esta vez éramos solo nosotros y nadie nos interrumpiría. Volver a besarla había sido una necesidad de la que no había sido consciente. Y ahora teniéndola de nuevo en mis brazos sabía que sería imposible mantenerme sin mi dosis por mucho tiempo.

Morgan me empujó un poco quedando ahora mi espalda tendida en la cama y ella subiendo poco a poco sobre mi. Primero su pierna iba pasándose hacia el otro lado y cuando quise reaccionar ella ya estaba encima de mí.

—Diablos, Morgan. —dije burlón.

—Cállate.

Reí en medio del beso el cuál se iba tornando cada vez más caliente y no ayudaba para nada que ella estuviese sobre mí. Mis manos querían tocar pero tampoco quería espantarla así que sólo las lleve a su cabello acercándola a mi si es que eso era posible.

No me resistí demasiado y mis dedos tantearon su vientre descubierto por una pequeña blusa negra. Fui bajando muy lentamente casi como nuestro beso hasta sus caderas hasta que sus manos fueron por debajo de mi camiseta haciéndome sobresaltar. Sus dedos rozaban sobre mi piel haciéndome enloquecer.

No aguanté más y apreté su trasero entre mis manos. Morgan gimió.

Eso fue directo a mi...

Decidí cambiar de posiciones por el bien de ambos.

Ataqué su cuello sintiendo las manos de Morgan por dentro de mi camiseta otra vez pero ahora tiraba hacia arriba con al intención de quitármela. Me alejé por un momento y mientras me la sacaba por la cabeza vi como sus ojos recorrían mi vientre mientras sonreía. No mentiré, eso me excitó demasiado.

Volví a quedar sobre ella besando su cuello el cual olía tanto como a mi me gustaba. Pero más me encantaba oír cómo ella jadeaba en mi oído. Sabía que le gustaba lo que le hacía aún sin hacerle nada de lo que realmente quería. Pero juro que un poco más y ya no sé si podría detenerme.

No fui consciente de que no estaba del todo sobre ella hasta que sus piernas rodearon mi cadera y me empujaron más hacia su cuerpo.

—Joder, Morgan. Si no me detienes ahora…

—Lo siento. —dijo con voz ahogada.

—No lo lamentes, es sólo que… —me alejé de ella un poco no tanto lo que había hecho en su cuello. —Oh, oh.

—“Oh, oh” ¿Qué? —me quedé en silencio. —¿Me marcaste?

—Juro que no era mi intención.

—¡Mason! —me golpeó con una almohada.

—¡Perdón!

—¡Lo hiciste a propósito!

—¡Lo siento! ¡Estaba excitado!

Morgan rio de mi comentario cubriendo su rostro con ambas manos. Volví a acercarme.

—Y todavía lo estoy.

—Créeme que lo sé. —tardé en entender  a qué se refería hasta que vi que estaba totalmente pegado a ella. Reí.

—Eres malvada. Todo esto fue tu idea.

—Bien que la seguiste.

—Soy débil, Moh.

Dejé muchos besos sobre sus labios, besos pequeños. Ya había tenido suficiente momento previo a algo que no haríamos. Ahora tenía que calmar el bulto en mis pantalones.

De la nada se escucharon golpes fuerte en mi habitación.

—Ahora no.

—¡Morgan! ¡Debes salir!

La susodicha me miró sin comprender por qué la buscaban con tanta urgencia.

—¿Qué pasa?

—¡Ya salgan de ahí!

Me separé de ella dejándola salir. Me había puesto de malhumor de repente. Estábamos tan bien solos.

—Ya voy.

Ambos colocamos nuestros zapatos con rapidez mientras yo buscaba mi camiseta por mi habitación. ¿Dónde mierda la lancé?

—¿Qué mierda hacían? Morgan, tienes que venir. —escuché la voz de Michie una vez que Moh quitó el seguro de la puerta.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?

—Moh ¿Viste mi camiseta?  —murmuré desde debajo de la cama.

—Entre tus sábanas. ¿Qué dices, Michie? —busqué donde dijo y definitivamente estaba allí.

—¿Ustedes follaron? —Michie entró con cara de picardía mientras observaba mi cama y a nosotros sonrientemente. Morgan golpeó su frente mientras yo terminaba de colocarme la dichosa prensa. —Vaya, Mason. ¿Estuviste entrenando?

—Sí, de hecho.  —dije un poco cohibido e ignorando la primera pregunta.

—Michie…

—Ah, sí. Chase está aquí.

Mis sentidos se pusieron en alerta. ¿Cómo es que él estaba aquí? ¿Por qué? ¿Sabía que Morgan estaba conmigo? Eran demasiadas preguntas que no tendrían respuestas hasta que enfrentara al idiota de una vez por todas.

—¿Qué hace aquí?

—No lo sé, está buscándote.

Morgan compartió miradas conmigo y salió sin esperarme, Michie fue tras ella.

Tome la sudadera que me había quitado cuando entre en la habitación y me aseguré de que mi móvil y mi cartera estuvieran allí y bajé a toda velocidad las escaleras encontrándome con mas de 50 personas en mi sala. ¿¡Qué mierda!? Los hijos de puta habían convertido mi casa en una maldita fiesta. Busqué con la mirada a Morgan y la vi siendo arrastrada hacia la puerta por el brazo. Caminé con rapidez antes de que pudieran salir y cuando estuve justo detrás de él lo volteé.

Pero no fue como esperaba.

No sé en qué momento ya me encontraba tirado en el suelo con un golpe en la sien que me dejó desorientado por unos cuántos segundos. Los suficientes para que Chase pudiese llevarse a Morgan.

—¡Mason!

La gente se abrió paso alrededor de mi y vi a Chris acercarse con rapidez y preguntar cómo estaba. No mentiría, el golpe me dejó mal pero no iba a quedarme de brazos cruzados esta vez. Me puse de pie ignorando a mis amigos hablar y fui hasta la puerta justo para ver como Chase se largaba con mi rubia en un auto negro.

Corrí otra vez hasta adentro buscando las llaves de mi Porsche donde usualmente las dejaba pero no estaban allí.

—Mierda.

—Espera, Mason. Debes tranquilizarte.

—No puedo estar tranquilo. ¿Viste en el estado que estaba? —miré a mi mejor amigo, quién solo asintió bajando la mirada. —Drogado hasta la mierda. Y sabes bien que estando así es capaz hasta de…

No quise ni decir lo que mi mente pensaba.

Fui a la cocina para ver si estaban en la mesada pero no. La golpee al no encontrarlas.

—Tranquilo.

—Mason. —Meghan corrió hasta mi totalmente desconsolada. —¿Estás bien? —intentó tocar mi herida pero aparte la cabeza. —Mase… —sus ojos se llenaron de lágrimas.  Estaba muy ebria.

—Ahora no, Meghan.

—¿Por qué insistes en estar con ella? ¿No ves todo lo que te hace pasar?

—Detente.

Caminé fuera yendo hacia la otra mesa para rebuscar en unos cajones.  Tal vez las guardé por accidente allí cuando busqué el abrelatas. Ya me había pasado muchas veces.

Bingo.

—Mason. Escúchame.  —giré sobre mis pies encontrándome con su rostro. —Déjala, déjala ya. Me lastima verte con ella. —me abrazó por el cuello sollozando. Vi a Chris justo delante de mi. Quizás vio que estaba a punto de perder mi paciencia por lo que se acercó alejando a Meghan de mi. —¡Mason, por favor!

—Llévala a dormir, Chris.

Simplemente asintió.

Sentí mi móvil vibrar en mis bolsillos de la sudadera y lo saqué rápidamente. Era Morgan.

—¿Hola?

—¿…piensas que soy estúpido o imbécil y que no sabía que estabas… —Morgan gritó. —… con él? Deberías estar en tu casa donde te dejé hace un par de horas. ¿Por qué no me hiciste caso? ¿¡Por qué?! —mi rubia sollozó con fuerza partiendo mi corazón en pedazos. Sabiendo que él estaba haciéndole daño y yo estaba lejos de ella sin poder hacer nada.


***

Capítulo heavy eh…

¿Qué piensan? ¿Qué tienen para decir? Les leo.

Cuando llegue a los 30 votos y 15 comentarios subo la siguiente parte que ya está lissssta. No es de exigente ahre pero estoy copiando esta idea de varias escritoras y quiero ver qué onda ggg no me juzguen, sólo quería ser popular ndeah

Nos leemos

Publicado: 24/07/2019 ; 14:45 Argentina.

Pd: ¿Conocen la canción del comienzo?

Un Plan Desastroso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora