Capítulo 7

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Sonó el timbre que indicaba que debía regresar a clases, lo cual significaba que tenía dos largas horas de Pociones. Vladimir me había dejado hacía dos horas, ya que tenía clases de Aritmancia.

Me desperecé, estirándome cual felino. Scorpius se me acercó, deslizándose por el césped (en vista de que nos encontrábamos en el patio). Juntos nos encaminamos hacia las mazmorras donde se hallaba el salón donde se impartían las clases de Pociones.

Cuando llegamos al pasillo, Scorpius se subió en mis hombros mientras que yo me acercaba hacia el lugar donde estaban Draco, Theo y Blaise. No habían muchos alumnos cursando este año, estaban tres alumnos de Ravenclaw, uno de Hufflepuff, tres de Gryffindor (Harry, Ronald y Hermione) y cinco alumnos de Slytherin (Draco, Theo, Blaise, Pansy Parkinson y yo). Cuando llegué al lugar donde se encontraban mis amigos y mi novio, Draco me miró antes de besar mi mejilla, haciéndome sonrojar fuertemente. Theo y Blaise se rieron de mi reacción pero no tuvieron tiempo de decir nada, en vista de que la puerta de la mazmorra se abrió y Slughorn salió por ella.

Mientras los alumnos entraban en fila en el aula, el enorme bigote de morsa de Slughorn se curvó hacia arriba debido a la radiante sonrisa del profesor, quien nos saludó con especial entusiasmo a Harry, Blaise y a mí.

La mazmorra ya estaba llena de vapores y extraños olores, lo cual sorprendió a los alumnos. Junto con mis amigos y mi novio nos posicionamos en una de las mesas, dejando a Pansy con los alumnos de Ravenclaw. Había una fragancia en el ambiente muy parecida al olor que emanaba Draco cuando lo abrazaba.

—Muy bien, muy bien —dijo Slughorn, cuyo colosal contorno oscilaba detrás de las diversas nubes de vapor—. Saquen las balanzas y el material de pociones, y no olviden los ejemplares de Elaboración de pociones avanzadas...

—Señor... —dijo Harry levantando la mano. Draco gruñó cuando vio que Slughorn veía a Harry con el rostro alegre.

— ¿Qué pasa, Harry?

—No tengo libro, ni balanza, ni nada. Y Ron tampoco. Verá, es que no sabíamos que podríamos cursar el ÉXTASIS de Pociones...

— ¡Ah, sí! Ya me lo ha comentado la profesora McGonagall. No te preocupes, amigo mío, no pasa nada. Hoy pueden utilizar los ingredientes del armario de material, y estoy seguro de que encontraremos alguna balanza. Además, aquí hay unos libros de texto de otros años que servirán hasta que puedan escribir a Flourish y Blotts...

Slughorn se dirigió hacia un armario que había en un rincón y, tras hurgar en él, regresó con dos ejemplares viejos de Elaboración de pociones avanzadas, de Libatius Borage, que entregó a Harry y Ron junto con dos deslustradas balanzas.

—Muy bien —dijo, y regresó al fondo de la clase hinchando el pecho, ya muy abultado, hasta tal punto que los botones del chaleco amenazaron con desprendérsele—. He preparado algunas pociones para que les echen un vistazo. Es de esas cosas que deberán poder hacer cuando hayan terminado el ÉXTASIS. Seguro que habrán oído hablar de ellas, aunque nunca las hayan preparado. ¿Alguien puede decirme cuál es ésta?

Mi Severus interior hizo acto de presencia, haciéndome prestar más atención a las pociones que estaban enfrente de nosotros. En uno de los calderos, el más cercano a nuestra mesa, hervía un líquido que parecía agua normal y corriente.

Tanto Hermione como yo alzamos las manos. Slughorn me sonrió pero señaló a Hermione para que contestara. Theo se rió a mi lado, burlándose de mí.

—Es Veritaserum, una poción incolora e inodora que obliga a quien la bebe a decir la verdad —contestó Hermione.

— ¡Estupendo, estupendo! —la felicitó el profesor, muy complacido—. Esta otra —continuó, y señaló el caldero cercano a la mesa de Ravenclaw— es muy conocida y últimamente aparece en unos folletos distribuidos por el ministerio. ¿Alguien sabe...?

Artemisa Slytherin y el Misterio del Príncipe Mestizo ➂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora