Capítulo 5

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Me apoyé contra la puerta del compartimiento más cercano. No había previsto que ser novia de Draco fuera tan complicado, no entendía su comportamiento. Primero habla pestes de los mortífagos y luego dice que Voldemort no le pedirá los resultados de sus estudios en Hogwarts.

No podía llegar a ser más imbécil.

Suspiré mientras me despegaba del compartimiento. Necesitaba un poco de aire.

Eché a andar hasta una de las ventanas que se hallaban en el corredor más apartado de los vagones de Slytherin, abrí la ventana de un solo tirón y el aire frío golpeó mi rostro. Cerré los ojos y me acerqué más, dejando que el aire hiciera su trabajo de purificación. Olfateé con parsimonia, percibiendo un olor a pino bastante conocido.

Abrí los ojos hallándome con los terrenos de Hogwarts justo frente a mí. Scorpius se enrolló contra mi cuello mientras yo agitaba mi varita haciendo que mi atuendo cambiara, la túnica de Slytherin ondeó con el viento al igual que mi cabello. Me parece que era momento de regresar al vagón.

– ¿Arts? – Me paralicé al oír la voz suave de Dora. Me giré para encontrarme con Dora, ella tenía el pelo castaño desvaído, se encontraba muy demacrada y bastante delgada.

– ¿Dora? – Me acerqué a ella, abrazándole fuertemente. Mi tacto pareció servirle para subir su ánimo ya que su cabello empezó a brillar débilmente aunque no cambiaba el color pastoso que poseía. – ¿Cómo estás?

– Podría estar mejor. – Se encogió de hombros, sonriendo gradualmente. – ¿Cómo estás tú? Me pareció extraño encontrarte aquí...

– Tuve...ciertos problemillas estructurales. Nada importante. – Sonreí dulcemente, intentando que me creyese.

– ¿Sabes que no le puedes mentir a alguien que tiene el corazón roto? Es muy tonto de tu parte intentarlo. – Suspiró lánguidamente. – ¿Pasó algo con tu lindo rubiecito?

Me sonrojé profundamente haciendo que ella riese casi jovialmente. Abrí la boca para responderle pero alguien se me adelantó, un hombre de cabello castaño y tez blanca se nos acercó con paso minucioso.

– ¡Tonks! Llevo largo tiempo buscándote. – El hombre se colocó frente a nosotras. – Sólo faltan dos alumnos en los listados.

¿Listados?

– ¿Quiénes? – Preguntó Dora, que había vuelto adquirir el color soso de su cabello.

– Artemisa Slytherin y Harry Potter. – Informó con voz queda, percatándose por primera vez de mi presencia. – Oh, bueno, creo que sólo falta conseguir a Harry Potter.

– Gracias, Dawlish. – Dora se giró sin muchos miramientos, agarrándome por la muñeca y jalándome por los pasillos. Cuando estuvimos lo suficientemente lejos de aquel auror, Dora se detuvo. – ¿Tienes alguna idea de dónde podría encontrarse Harry?

– Creo que sé donde está. Ven, sígueme. – Agarré a Dora por la manga de su chaqueta y comencé a halarla, dirigiéndonos hacia el compartimiento que había compartido con Draco y los demás. – Scorpius, si pudieras ayudarme olfateando...

Te aseguro, Artemisa, que no soy ningún sabueso de caza.

– Sólo ayúdame a comprobar mi teoría, ¿vale? Tengo una corazonada.

El tren dio una fuerte sacudida cuando estábamos por llegar al compartimiento. Dora soltó una palabrota mientras que yo abría la puerta de un empellón, Scorpius se quedó muy quieto y fue entonces cuando pude percibir aquel olor dulzón de la sangre. Le hice señas a Dora, que se me adelantó y tomó el borde de algo invisible, la capa de Harry.

Artemisa Slytherin y el Misterio del Príncipe Mestizo ➂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora