-Te amo, cariño- sonreí débilmente antes de que Harry entrara en mi de una sola estocada.
Se me fue todo el oxígeno del cuerpo mientras él se hundía en mí una y otra vez a un delicioso ritmo que me dejaba agonizando.
Aferré las sábanas entre mis manos y gemí cuando él comenzó a besarme desde el cuello hasta la curvatura de los pechos.
Su calidez era como fuego líquido sobre mi piel.
-He deseado ésto toda la noche- susurró Harry refiriéndose a alguna acción que yo aun no había hecho-.
Abrí los ojos, cristalizados de placer, y me topé con su mirada ardiente.
Giró de manera que quedé encima de él y capté el significado de la frase anterior.
Arqueé una ceja entre excitada y divertida.
-Te toca a ti- dijo arrogante- vamos a ver si eres tan buena como aparentas cielo-.
Sus palabras fueron justo a mi bajo vientre haciéndome vibrar de placer.
Me aferró de la cintura, y me hundí más en él.
Busqué sus manos con las mías y las entrelacé con fuerza a la vez que comenzaba a entrar y salir de mí.
-Cielos- gruñó el cerrando los ojos- sigue cariño- pidió suplicante.
Me sentí de alguna extraña manera poderosa sobre su cuerpo.
Luego de unas cuantas embestidas que me dejaron casi exhausta él me sostuvo de las caderas.
-Ya haz hecho suficiente- susurró volviendo a quedar encima de mi.
Me tomó de las muñecas y las estiró por encima de mi cabeza.
Volvió a entrar en mi, pero sin dulzura. Totalmente feroz y rudo. Gemí extasiada mientras él se hundía en mi con rápidez y decisión.
-Harry...- jadeé cuando el volvió a su rutina de besos calientes sobre mi abdomen.
-Lo sé, lo necesitas tanto como yo- dijo con voz ronca regalándome una breve sonrisa antes de su última estocada.
Grité su nombre al llegar al orgasmo y Harry se dejó caer sobre mi cuerpo aferrándose a él.