-Atención clase, dejen el trabajo práctico que les he dado la semana pasada sobre mi escritorio por favor.
Tomé el trabajo en un folio que tenía dentro de mi carpeta, y antes de que me levantara, Phillip se ofreció a llevarlo.
-Gracias- le dije mientras el sonreía.
Se acercó al escritorio del profesor Baxter y dejó los trabajos, pero antes de que se marchara el profesor lo interrogó, y ambos comenzaron a hablar animadamente mientras la clase volvía a su barullo habitual.
-¿Así que te agrada Phillip?- susurró Harry en mi oído y me sobresalte.
-¿Qué haces aquí?- pregunté aturdida- vuelve a tu banco, Harry, la clase ya ha empezado.
Se sentó a mi lado y me miró divertido.
-Mi compañera de banco es demasiado aburrida, así que vine contigo- explicó- me pareces más interesante.
Arqueé una ceja y lo miré interrogativamente.
-No te hagas el idiota-.
-No lo hago, me quedaré contigo hasta que Phill vuelva, pero parece que su charla con Baxter es para rato así que podemos hablar…-.
Su tono era curioso pero aun así burlón. Maldito rizado entusiasta.
-Así que… ¿de qué hablaban?- preguntó él.
-No te interesa-.
-Todo de ti me interesa- bromeó.
-Pues esto no-.
Intentaba ser lo más cortante posible, pero Harry me la estaba complicando.
De un momento a otro apoyó su mentón sobre mi hombro y me miró fijamente.
-¿Sucede algo?- pregunté intentando apartarlo.
-Eres hermosa-.
“No te sonrojes, no te sonrojes, no te sonro…” diablos.
-Y ahora te ves aun más hermosa con ése lindo rubor en tus mejillas- sonrió tierno y no pude evitar sonreírle de nuevo.
-Eres agradable cuando te lo propones- comenté.
-Puedo serlo todo el tiempo-.
-Puedes, pero no quieres- adiviné.
-Hay veces que necesito ser rudo-.
Por el tono en que lo dijo capté al instante su capciosidad y perversión.
-Rudo- repetí con la vista fija al pizarrón.
-Exacto, ¿alguna vez algún hombre ha sido rudo contigo?-.
Se estaba pasando de descarado.
-No- entrecerré los ojos, sin mirarlo ni de reojo- eso no me gusta.
-Apuesto a que de vez en cuando, te gustaría algo rudo-.
No debía preguntarle a que se refería con “algo rudo”.
-De hecho no- dije tranquila observando a Phill que ahora había acercado una silla al escritorio del profesor. Diablos qué tipo social.
-Apostaría todo a que sí-.
-Pues lo perderías todo- dije cortante.
-Estoy seguro-.
-¿Ah sí?-.
Bien, otra vez a los mismos jueguitos de siempre.
-Por supuesto, pero si quieres demostrarme que no te gusta la rudo, aceptaré con todo gusto- apreté los dientes.
Y él sonrió triunfador.