Capítulo 126

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-Ya no se que hacer con mi vida- musité desplomándome contra la silla de la misma 

cafetería en la que habíamos estado por la mañana.

-Lamento todo lo que ocurrió hoy- dijo Harry mirándome apenado.

Tomé una bocanada de aire y luego suspiré.

Mi interior era toda una mezcla de sentimientos encontrados. Ira, tristeza, enojo, 

desilución...

Había perdido a mi padre, y descubierto a mi... hermano.

¿Cómo pude haber pensado que él quería pasarse de listo conmigo?- me 

reprochaba a mi mísma por haber sido tan ingenua, pero alguna parte de mi sabía 

que yo era la víctima en el asunto.

-Gracias por acompañarme- le dije a Harry. -No tenías porqué hacerlo, y haz sido mi 

soporte el día de hoy. Gracias, enserio-.

{Narra Harry}

No podía verla así. Triste, desolada, y sin saber qué hacer.

Quería abrazarla, hundir mi rostro en su cuello y prometerle que todo iba a estar 

bien. Pero estaría mintiéndole.

Vi su rostro cuando encontró a Louis con la tal Jessica.

Parecía decepcionada y a punto de largarse a llorar.

¿Porqué a mi pequeño ángel debía ocurrirle todo aquello? 

Estiré la mano por encima de la mesa y acaricié la suya.

Su mirada era vacía, vacilante.

Luego de un momento, entrelazó nuestros dedos, y eso me llenó el corazón.

Era una pequeña cosita necesitada de cariño y comprensión. Diablos, como la 

amaba...

-¿Porqué me lo haces más difícil?- dijo ella con voz ahogada y mirada atormentada. 

La observé confundido- ¿cuándo será el día que deje de amarte?- dijo más para si 

misma. -Hago todo mal, soy tan estúpida- cubrió sus ojos con la mano que le 

quedaba libre y apretó mi mano.

No me contuve y atraje su cuerpo hacia el mío. 

-¿Qué haz hecho mal?- le susurré al oído- yo te encuentro el ser más perfecto en la 

tierra. Todo lo que haces, lo que eres... no tienes idea de la suerte que tenemos 

-los que te rodeamos- de tenerte en nuestras vidas- le dije mirándola fijamente- 

¿Cuál ha sido tu error? ¿Amar a tu padre? ¿Enamorarte de alguien? Dime, por qué de verdad no entiendo lo que me dices- le exigí con el ceño fruncido.

Ella me observó fijamente desde su asiento -que estaba pegado al mío, debido al abrazo- y luego me susurró aquellas dos palabras que hacían que mi corazón se desvocara como adolescente.

"Te amo".

La atraje hacia mi con lentitud y deseo. Acaricié su mejilla como si fuera tan frágil que con sólo roce se rompería en mil pedazos.

-¿No te arrepentirás de esto, mañana?- le pregunté con los labios a centímetros de los suyos.

-Nunca me arrepentiría de amarte, Harry- murmuró ella acortando la distancia entre nuestros rostros.

Me besó con dulzura, deslizando su mano por mi cuello y hombros. Apoyé mis manos a ambos lados de su rostro y profundicé el beso.

Su lengua jugaba con la mía, cálida, ardiente...

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