Capítulo 112

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-Agh, ¡demonios!, ¿quién te crees que eres?- grité furiosa.

El sólo sonrió astuto y volvió a acercarme.

-¿Qué quién soy?- repitió con tono burlón- el amor de tu vida, cielo-.

Y todo pasó de un instante a otro. No había distancia entre nuestros rostros, su boca se movía hambrienta contra la mía.

Mis piernas se aflojaron y él lo notó, por lo que sus manos descendieron con total rápidez y agilidad desde mi cintura hasta detrás de mis rodillas,

dónde flexionó mis piernas, y acorralé su cadera.

Mi interior ardía en llamas, ahogándome, ahogando el dolor que había sentido, la decepción o nostalgia. Sólo eramos él y yo haciendo lo que la vida

no nos permitía.

¿Cómo podría sacarmelo de la cabeza si el destino lo ponía en mi camino en mis momentos débiles? ¿A quién quiero engañar? No estoy siendo débil,

estoy siendo sólo... yo.

Mis manos vagaron desde sus hombros hasta su nuca dónde lo atraje más a mi, y saboreé con deleite sus labios. Él sonrió entre besos y yo lo seguí.

No quería soltarlo, ni alejarme, ya estaba harta de reprimir deseos o sentimientos. Estaba metiendo la pata por milésima vez y me importaba un comino.

El orgullo se había esfumado tan rápido como mi enojo.

-¿Aun me amas?- murmuró besando mi mejilla.

-¿Tienes qué preguntarlo?- pregunté dándome cuenta de lo torturada que sonaba mi voz.

Él me miró frunciendo el ceño y me besó con aun más fogocidad que antes. Parecía hambriento o desesperado. ¿Esto sólo era un acto lujurioso?

¿Qué diablos me importaba? Estaba en los brazos de la única persona que podía sacarme de mis casillas, hacerme amar de manera distinta, llorar y reír. 

¿Cuándo lo iba a entender?

Harry me acorraló contra la pared y besó mi cuello con delicadeza. Acomodó un mechón detrás de mi oreja y luego suspiró.

-___________... - dijo lento- vuelve conmigo- su voz se quebró al final y una lágrima escurridiza recorrió mi mejilla.

Intenté tragar el nudo en la garganta, pero no pude; y en vez de eso me cubrí el rostro con las manos.

Mis débiles sollozos ya no me resultaban patéticos, sino agotadores. 

-¿Porqué tengo que estar tan enamorada de tí?- susurré con la voz ahogada y sin quitarme las manos de la cara.

-Te amo- dijo él con el tono de voz irresistiblemente dulcificado. 

Sentí sus manos sobre las mías.

-Yo también- quité las manos de mi rostro y las entrelacé con las suyas. Él me miró con una sonrisa, yo sólo hice una mueca.

-¿Volverás conmigo?- preguntó esperanzado.

-Te amo- repetí ignorando su pregunta- eres quizá una de las mejores y peores cosas que me han pasado en la vida- dije y él rió-. Amo cada cosa de tí, desde tu voz grave por las mañanas hasta tu ceño fruncido cuando te enojas- el acarició mi mejilla aun con nuestras manos juntas- esos ojos que tienes, y esa manera de volverme loca- murmuré con voz débil y una sonrisa- pero... si hay algo que supongo sabrás de mí- arqueó una ceja- y es que yo no olvido tan fácilmente. Y ya... me cansé de tener que cerrar los ojos, y ser yo siempre la que finge que no ocurrió nada-.

Harry me miró sorprendido, supuse que fue porque después de mi declaración de amor, probablemente no se hubiera esperado aquel final.

-¿Porqué me haces esto?- preguntó con el ceño fruncido.

-Porque te amo, pero ahora mi corazón es una prioridad, y necesita un respiro-.

Who do you think you are?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora