Capítulo 138

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-¿Qué harán conmigo?- le pregunté al tipo en voz baja.

Me sentía fatal, me ardía toda la columna vertebral y sentía las pulsaciones a mil, rugir detrás de mis oídos. ¿Porqué me hacían esto? ¡Maldito dinero!

Él me miró distraído y luego sonrió.

-Te verías bonita como rehén- bromeó y lo fulminé con la mirada. -Quítenle el bolso y busquen su celular- ordenó a los otros, sin dejar de mirarme. -Dime cariño... tus amigos están llenos de dinero, ¿verdad?- me preguntó mientras un tipo me arrebataba el bolso sin esfuerzo.

Yo lo miré con odio. Si hubiera tenido más fuerzas probablemente le hubiera roto las pelotas de una patada. 

-"Cariño, ¿quieres que vayamos a almorzar?"- leyó uno de los tipos en mi celular y el resto rió. Lo miré con pánico en los ojos.

El jefe volvió a sonreír.

-¿Ese es tu noviecito?- me dijo con dulzura fingida. -¿Cuál es el remitente?- le preguntó de espaldas al tipo que sostenía mi teléfono.

-Un tal Harry...- fruncí el ceño intentando ocultar todo mi miedo tras mi mirada furiosa. Sabía que ahora intentarían chantajear a Harry, y me temía que le hagan daño.

-Así que Harry... -enfatizó como si el nombre le resultase familiar. Pese a aquello, me miró con falsa amabilidad.- Apuesto a que ese niño rico, haría todo por ti- aseguró con otra de sus estúpidas sonrisas- vamos a ver qué tan lejos llega-.

-¡Él no tiene nada que ver con esto!- le grité enojada y él me miró con suficiencia.

El jefe le arrebató el celular de las manos al hombre que lo sostenía, y se marchó dejándome contra la pared, adolorida.

Observé como se reflejaban luces azules contra los cristales de las vidrieras. La policía estaba allí fuera, ¡¿porqué diablos no entraban?!

Los delincuentes vestidos de negro, parecían haber aumentado su cantidad. Ahora eran al menos unos veinticinco, parecía un ataque terrorista.

Con horror pensé en que yo era la puta desafortunada que había caído allí. Dudaba de salir con vida, pero me regocijaba en mis mejores recuerdos. Mayormente con Harry.

¿Y si lo lastimaban a él también? Jamás me lo perdonaría. Deseé con todas mis fuerzas que les bastara conmigo. No quería que lo involucren.

Seis de los delincuentes se encontraban en la puerta del Banco, ocultos detrás de las grandes columnas y apuntando hacia afuera.

Otros dos me vigilaban de cerca, por si planeaba escapar. Aunque hubiera sido imposible, ya que en un abrir y cerrar de ojos podrían haber agujereado mi cuerpo a balazos.

Suspiré, afligida y miré mis rodillas ensangrentadas por los golpes. Si salía de allí, probablemente sería con muchos moratones y un gravísimo trauma.

Me costaba respirar, el cuello me ardía, y me sentía acalorada. Como en un estado febril en el que sientes que la luz te hace doler la cabeza, y una espesa neblina imaginaria empaña tus ojos.

-Bingo- dijo el jefe acercándose-. Tenemos al tal Harry agarrado por las pelotas- me miró divertido.- Búscale el lado bueno, al menos sabrás que si paga la despampanante suma que le hemos pedido es porque realmente le importas, y si no lo hace... bien, supongo que te dolerá entender el hecho de que no valgas mierda para él. En todo caso ese estado emocional no te durará mucho, perderías la vida en un abrir y cerrar de ojos- concluyó satisfecho volviendo a golpearme.

Me recosté sobre el piso, con los ojos llenos de lágrimas por el dolor de mi cuerpo y la angustia que sentía. 

No quería que Harry se viera involucrado en esto, si lo lastimaban, yo moriría. 

El cansancio me ganaba, y los golpes ayudaban poco. Cerré los ojos después de que el hombre me propinara un último golpe en la cabeza.

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