Capítulo 128

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Decir que estaba confundida, era quedarse potencialmente corto.

La racionalidad y los sentimientos iban por dos caminos completamente distintos.

Por lo menos, en lo que a mí respectaba.

No pegué un ojo en toda la noche, y menos con el insistente sonido de mi celular zumbándome en los oídos. Sólo me había bastado leer el primer mensaje para saber lo que vendría a continuación.

«Me he equivocado, enserio lo lamento, _________. Por favor, perdóname»

Louis, martillándome la cabeza, y haciéndome sentir más culpable de lo que ya me sentía.

Al principio, me había dolido que me tratara de esa manera. Pero el enojo y dolor se habían esfumado al darme cuenta de lo que estaba haciendo yo.

¿Desde cuándo empecé a jugar con los sentimientos de dos hombres? Lo único que tenía decidido esa noche, era que allí terminaba el juego.

Me enfrentaría a las consecuencias. Le confesaría a Louis como me sentía con respecto a Harry...; sabía que eso lo haría enfurecer y echarme en cara porqué había estado utilizándolo de esa manera. Pero al menos no se entristecería. Prefiriría que me odie a que sufra por mí. 

Por más que amara a Louis, sabía y terminaba por asumir que mis sentimientos por el ojiverde eran más fuertes.

¿En qué momento permití que Harry calara tan profundo en mi ser? 

No iba a volver con él. No podía. Ciertamente, una parte de mí, sabía que bastaba con que Harry me diga un par de palabras dulces para caer de nuevo en sus brazos, pero aquella pizca de racionalidad que albergaba mi cerebro, calculadora y fría, predecía lo que sucedería.

Volver con él solo equivaldría a un par de meses de romance, y luego a la misma mierda de siempre. Los celos, la desconfianza, y las malditas y putamente existentes rameras.

«Al menos dime dónde estas. Me tendrás preocupado toda la noche»

Louis se preocupaba por mí, y eso sólo arremolinaba en mi interior más culpa y confusión.

«Me he quedado en casa de Zayn. Estoy bien. Hablaremos mañana, cuando ambos estemos más calmados»

Una vez que comprobé que el mensaje fue recibido, estuve a punto de apagar el celular hasta que un mensaje entrante me desvocó el corazón. Harry era el remitente.

«Cada día me vuelves más loco. Sólo me basta con oír tu voz para que mi corazón comience a latir frenéticamente. ¿Qué tienes, ________? Te haz adueñado de mi alma. No sé como vivir sin tí. Que descanses, princesa. Te amo más de lo que amaré a nadie, jamás.» 

Suspiré como una adolescente enamoradiza. Y allí iba de nuevo,... en los momentos justos, la presencia de Harry me aflojaba las rodillas y me encandilaba nublando mi mente y alejando cualquier pensamiento racional.

Demonios, una cita con el psicólogo no me vendría nada mal...

«¿Es que a altas horas de la noche te inspiras más? Eres tan cursi, pero irresistiblemente encantador. Quizá deba dejar un poco las palabras, y arriesgarme a los actos. Pero tú sabes que me cuesta terriblemente eso. Lo único que puedo asegurarte ésta noche, es que no haz salido de mi corazón Harry Styles, y jamás lo harás. Te amo más de lo que puedas imaginar. Que descanses.»

Me debatí nerviosamente entre lo que parecía correcto y lo que no.

"Tu problema es que piensas demasiado"- me reprochó mi conciencia.

Y tenía razón, maldita mente calculadora. 

«Enviar»

Sin querer saber las respuestas de ninguno de aquellos dos hombres, apagué el celular. 

Y sin esfuerzo, el sueño se apoderó de mi; repitiendo en mi cabeza, los horribles momentos que había pasado en el día, mezclándose con las caricias de Harry, aun sensibles en mi piel.

(...)

-Gracias Zayn, definitivamente eres el mejor- lo abracé con toda la fuerza que pude hundiendo mi rostro en su cuello- ¿porqué diablos no puedo cerrar mis brazos entorno a ti? Ya, para con el gimnasio- me quejé divertida y el me entregó una sonrisa victoriosa.

-Así llamo más la atención. Llegará el verano y con sólo quitarme la camisa provocaré que las chicas caigan a mis pies- bromeó el moreno flexionando y haciendo fuerza con el brazo -resaltando su -bien entrenado- vicep.

-No necesitas músculos para que caigan a tus pies. Tienes un encanto natural...- alimenté un poco su ego. Aunque en realidad era cierto.

El volvió a sonreír con ternura.

-¿Un alago de la fría y cruda Raymond? Diablos, soy un ídolo adolescente-.

Golpeé su hombro riendo.

-Gracias por traerme, y por todo el rollo de anoche. No te olvides de darle mis saludos a tu madre y a tus hermanitas- le pedí sacando las llaves de mi bolso.

-Vé a visitarlas. Estarán encantadas de verte- dijo él besando mi frente a modo de despedida. -Y ya sabes, si hay problemas... -ladeó la cabeza refiriéndose a lo que me avecinaba dentro de la casa- me llamas-.

Asentí con una sonrisa débil.

El se marchó del portico a su auto.

Suspiré indecisa. Luego de un minuto vacilante coloqué las llaves en la cerradura y las giré sintiendo como la tensión se apoderaba de mis músculos.

"No seas cobarde, enfrenta los hechos".

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