Capítulo 137

84 6 0
                                    

-Todos afuera- gritó el jefe mientras me arrastraba por el banco con los brazos en la espalda. Sollocé con miedo. Aquello sería mi final. Terminaría en medio de tiroteos entre policías y ladrones.

El jefe que al parecer escuchó mis sollozos, me sacudió bruscamente.

-¡No llores, perra! - gruñó arrastrando las palabras- no seas cobarde, o te mataré- advirtió apretándome los brazos.

Su repugnante olor a hierba me repugnó. Hice una mueca mientras el tipo nos dirigía a una de las habitaciones dentro del banco.

Nos encerró a los diez rehenes allí dentro y luego dejó a dos cuidando el lugar, irremediablemente armados.

Me senté cerca de la pared, buscando apoyo. 

Las personas allí dentro se encontraban igual que yo. Nerviosas, asustadas, temiendo por su vida.

Si éste era mi final, ¿porqué no procesar mis últimos mejores recuerdos?

Automáticamente una catarata de momentos con Harry, nubló mi pensamiento.

El día en que nos habíamos conocido, su primera sonrisa hacia mi, aquellos hoyuelos que me volvían loca, y esas gemas verdes en las que era peligrosamente fácil perderse.

Las sensaciones que tuve con un simple abrazo de parte de él, el estado de enamoramiento en el que caí, nuestra primera vez,... nuestra segunda vez...

Peleas, discusiones, risas, llantos, inseguridad... amor.

Comencé a llorar pensando en que ya no tendría la oportunidad de decirle que lo amaba, y escuchar su exacta réplica. No volvería a sentir sus brazos alrededor de mí, ni su deleitante aroma inundando mis sentidos.

Volví a sollozar.

Mientras yo me encontraba hundida en un mar de recuerdos, a mi alrededor, los dos tipos de negro preguntaban los nombres de los rehenes, anotándolos en una libreta.

Deduje lo que vendría ahora.

Pedirían aun más dinero, como una especie de chantaje hacia la policía o quién fuera.

Una chica que estaba a dos metros de mi, pareció negarse a dar su nombre.

Ella chilló cuando uno de los tipos la tomó del cabello y la arrastró a un rincón de la habitación. 

El la golpeó mientras los rehenes observámos -horrorizados- la situación.

La chica le escupió en la cara, negándose continuamente a decirle su nombre. El tipo frustrado la golpeó de nuevo, ella soltó la peor maldición que pudiése haber escuchado jamás, y luego cayó inerte contra la pared, tras recibir un disparo en la frente del impaciente asaltante.

Todos observamos aterrados la situación. Y yo sólo cerré los ojos.

-Si no quieres terminar como ella, más te vale que me digas tu nombre- dijo el tipo con voz grave y ronca.

-____________ Raymond- respondí casi al instante aun con los ojos cerrados y lágrimas en las mejillas.

-Buena chica- dijo él en una extraña forma de alago, amenazante.

Con los minutos -que al parecer- eran beneficiosos para aquellos criminales, los gritos iban cesando.

La puerta se abrió de un golpe dejando entrar al molesto jefe de acento ruso.

-Saquen a todos de aquí, pero la dejan a ella- ordenó señalándome y volví a sollozar asustada.

El tipo me fulminó con la mirada y me tomó del codo arrastrándome de nuevo hacia el gigantesco salón.

-¿Eres Raymond? ¿Nieta de Felicitas Raymond?- cuestionó el tipo.

Yo asentí.

Se escuchó un fuerte chiflido de aprobación.

-Es el pez gordo- dijo el tipo, victorioso- debe estar forrada en dinero, ¿o no que sí cariño?- preguntó con morbosa amabilidad.

-¿Qué quieren?- les dije con una increíble mezcla de confianza y valor.

El jefe me observó con una sonrisa maliciosa.

-El dinero, muñeca. Debes tener millones en tu cuenta-.

Negué con la cabeza.

-De mi abuela sólo he heredado medio millón. Y ahora sólo quedan doscientos mil. Se los daré- les aseguré- pero dejenme salir de aquí- casi rogué.

-¿Porqué tengo la impresión de que estas mintiendo?- me gruñó el tipo en el oído y luego me golpeó en el estómago provocándome caer adolorida al suelo- ¡¿te crees muy lista?!- me pateó en las costillas y solté un grito ahogado.

Me tomó bruscamente de la muñeca y me azotó contra la pared. Grité asfixiada ante los repetidos golpes y el tipo se detuvo.

Con dificultad, observé que el banco se encontraba vacío. Y sólo quedaban aquellos tipos y yo.

Afuera se escuchaba el fuerte ruido de la sirena.

Who do you think you are?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora