Oscuridad

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  • Dedicado a A mis amigas: Ine y Romi
                                    

CAPITULO 1                                OSCURIDAD

MÍA

Oscuridad. Sólo oscuridad y nada más.

Cierro los ojos y vuelvo a abrirlos. Estoy rodeada por una densa negrura. Intento verme el dorso de la mano pero no puedo. Intento ver un reflejo, una fina línea de luz, una sombra, pero solo veo un velo oscuro como la tinta.

Mi mano se desliza por la superficie en donde estoy acostada. Polvo seco empasta mis dedos y me provoca ganas de estornudar.

El calor es agobiante y no tardo en sentir las gotas de sudor cayendo por mi espalda. Tanteando me paro y vuelvo a concentrarme en el lugar donde estoy.  Sólo oscuridad.

Mi respiración se acelera. Me encojo para oprimir un pinchazo que siento en el pecho. El miedo me domina.

¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién soy?

Giro la cabeza intentando que mis ojos capten luz. Sólo oscuridad.

Doy un paso inseguro, luego otro. Aterrada comienzo a correr sin ningún rumbo, sin saber qué pisar o a dónde ir.

Siento como las lágrimas empapan mis mejillas. Tengo ganas de gritar. Al intentarlo siento un nudo en la garganta que me quema y me asfixia. Dejo de sentir mis piernas y me derrumbo sobre el polvo que me da más picazón en los ojos.

Siento que me alejo, me elevo y vuelvo a caer. Escucho pisadas y gritos, pero solo veo oscuridad. Mis manos sujetan mi cuello y siento las uñas lastimándome la piel por la desesperación de sentirme asfixiada. Veo en mi mente como un flash a mi alma gritando desesperada por salir rasguñando y aferrándose a mi cuerpo para no elevarse. Pero no lo logra. Vuelvo a elevarme y caigo profundo, bien profundo. Los parpados me pesan hasta caer. Sólo veo oscuridad.

SIMÓN

-Simón. Despierta.

Aquella voz. Tan aguda, tan familiar. Abro los ojos. En blanco y negro la veo jugando con mis cachetes. Estiro el brazo para tocarla y se aparta riéndose. Pero yo siempre soy más rápido y la agarro tirándola a la cama.  Mi venganza son las cosquillas y ella grita entre risas que pare. Cuando logro escapar de mí toma las sábanas y me envuelve en ellas.

-¡Te atrapé pirata! – grita y empieza su propia venganza. Cosquillas más fuertes.

Amo cuando ella aparece en mis sueños. Es lo que hace que el resto del día sea perfecto. Su risa y sus juegos eran lo que más me gustaban de esta vida.

De pronto un dolor agudo recorre mi espalda. Siento la piel quemándome y todo se vuelve grisáceo. Ella se aparta cuidadosamente. Me muerdo los labios; sé que si grito ella se va asustar. Intento mover los brazos pero están duros y las piernas me tiemblan.

-Simón, ¿Qué pasa? – noto la preocupación en su voz, más apagada, más lejana.

Aparto las sabanas y respiro jadeando para soportar el dolor. Ella está a mis espaldas.

-Simón – apenas balbucea -. La marca.

Los ojos me pican. Sé lo que sus palabras significan. Cualquier ángel lo sabe. Giro para mirarla. Apenas puedo mantenerme de pie por el dolor pero lo soporto por ella. Veo como poco a poco se aleja llorando.

-Stephen no te vayas. Por favor, no te vayas de vuelta.

-La marca- sus pupilas se veían dilatadas por el miedo.

- Voy a estar bien. No me dejes de vuelta.

-Tengo que irme –con su manito se seca una lágrima.

-Stepehen no llores. La marca no significa nada. Puedo cambiar el Destino.

-No puedes. Cuídate – cada vez es mayor la distancia. Intento correr para atraparla pero cuando mis brazos intentan rodearla ella se desvanece como un fantasma. -. Prométeme que vas a cumplir tu misión.

Mis labios no se mueven. Ella desaparece y mis ojos se cierran intentando calmar el dolor que la marca deja en mi piel, en mi alma.

-Te lo prometo.

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