Tierra de nadie

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Este capitulo se lo quiero dedicar especialmente a mi amiga Romi :) te quieroo gracias por ayudarme y seguir la historia

Capitulo 13

Mía

Caminamos sin decir palabras hasta llegar a un arroyo abundante. Simón me agarra de los hombros y sin preguntar me sienta en la orilla. Rompe su pantalón de un tirón y mojando la tela en el agua me limpia la lastimadura en la frente. Por unos segundos simplemente lo miro y me muerdo el labio para saber si voy a despertar de un sueño ahora. No soporto que cada vez que hablo con él, me siento inútil, torpe, incapaz de salvar mi vida. Pero cada vez que me mira es el único momento en el que me siento segura.

-Gracias- digo en un susurro casi inaudible. –Siento haber provocado una molestia.

-Está bien. Fue divertido, hacía falta un poco de acción – contesta riéndose.

Lo estudio en silencio… ¡¿Por qué es tan bipolar?!

-Mi lastimadura ya está limpia. Ahora me toca a mí.

-¿Qué? – pregunta confundido.

-Voy a limpiar tu herida.

-Lo que quieres es que me saque la remera.

Me río nerviosa y me hago la indiferente.

-No voy a dejar que sigas sangrando.

Cuando se saca la remera intento no distraerme con sus abdominales perfectos. Su herida es profunda y mientras el agua corre él aguanta el dolor.

-¿Qué era él?

-Un Cleop, mitad pájaro, mitad humano. La reina es la madre del viento. Leyendas dicen que ella fue quien le dio las alas a los ángeles y quien se las sacó a los ángeles guardianes.

-¿Por qué haría algo así?

-Hay varias razones pero la verdadera es que su pueblo tenía miedo de nosotros. Al sacarnos las alas los Cleops tuvieron ventajas.

-Y, ¿qué quería él?

-No lo sé. Tal vez estaba aburrido y te encontró.

-Dijo algo de que mi novio les debía un favor. ¿Alguna vez les pediste algo?

Simón ríe fuerte y lo miro confundida. La lastimadura ya está limpia pero yo sigo haciendo como si siguiera trabajando.

-¿Dijiste tu novio? ¿Qué te hace pensar que se refería a mí?

Siento como la sangre se me sube a las mejillas y avergonzada me alejo de él.

-Eres con el único que paso tiempo. Además… un humano nunca le debería un favor y no tengo novio. -  ¿Verdad?

-Ya no importa. Él está muerto –dice como si no significara nada. –Antes de seguir quiero que sepas que este arroyo marca el fin  de mi territorio. Ahora seguiremos en tierra de nadie.

Simón

En dos horas ya había conseguido dos caballos salvajes. Uno marrón y veloz para mí y otro blanco y dócil para Mía. Los caballos tienen buena relación con los ángeles y es fácil manejarlos. Lo más difícil fue que Mía aprendiera a cabalgar. Pero después de varias caídas graciosas logró manejarlo bastante bien.

Hablamos de cosas sin importancia y Mía parecía feliz por no tener que caminar por un rato hasta que se escuchó un sonido fuerte a lo lejos y una bandada salió volando rompiendo el silencio. El caballo de Mía se descontroló y ella cayó de espaldas con un golpe fuerte.

-¿Estás bien?

-Ouch, se me va a partir la cabeza en dos. Definitivamente hoy no es un día de suerte.

Mientras la ayudo a levantarse vemos al caballo blanco alejándose.

-Vas a tener que subir al caballo con migo.

-Ni loca.

-¿Preferís caminar?

Riéndose acepta y la ayudo a subir y subo yo también. Con disimulo le pego al caballo que sale disparado y Mía se abraza fuerte para no caerse.

-Simón… el primer día conocí a una niña. Se llamaba Candy y estaba completamente sola. ¿Crees que estará bien?

-Los niños reciben dos ángeles para ayudarlos. Ella lo logrará.

-¿Crees que nosotros lo logremos?

-Por supuesto que sí. ¿Alguna vez lo dudaste?

En silencio entierra su cara en mi espalda y así seguimos cabalgando hasta que el sol se escondió y no hubo luz.

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