Ella es mía

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Capitulo 25

Simón

Decidí que dormiríamos en el bosque. Mía estaba muy débil como para seguir caminando.

Con la ayuda de Magma voy a buscar leña en el bosque para encender una fogata cuando pasamos por el árbol en donde Mía duerme en los brazos de Tobías. Adentro mío hay algo que me grita que la despierte y la separe pero sigo caminando en silencio.

-Simón, ¿pasa algo entre tú y Sofía?

-No.

-Te conozco desde que tienes tres años. ¿Crees que vas a poder ocultarlo? Vi lo desesperado que estabas en la playa cuando ella iba a morir. Jamás te vi de ese modo desde…

Sé que va a nombrar a Stephen pero se arrepiente. Con disimulo la miro: es delgada y tan alta como yo. En su piel pálida resaltan sus ojeras del cansancio pero ella sabe disimularlas.

-¿Stephen? Puedes nombrarla. Logré salir adelante…

Escucho unos pasos en el bosque y giro para ver de quién se trata pero no veo a nadie:

-¿Escuchaste pasos?

-Yo creo que estás paranoico –me dice algo más pero estoy concentrado en el bosque y no la escucho -. Eeei ¿me escuchaste?

-¿Qué pasa?

-¿Puedes darme tu brújula? Quiero saber dónde está tu Fosa Oscura.

Distraído se la doy mientras sigo estudiando con la mirada los árboles.

-No-puede-ser. –La miro a Magma confundido.

-¿Ahora qué pasó? No me digas que otra coincidencia…

-Nuestras Fosas están en el mismo lugar.

Voy a responderle que es imposible cuando una voz a mis espaldas me interrumpe:

-Simón, necesito tener una charla. ¿Puede ser?

Me encuentro con Tobías caminando con paso firme entre los árboles. Su ropa oscura hace que casi no se distinga en la oscuridad.

-Solos.

Magma nos mira a ambos confundidas hasta que decide alejarse.

-Voy a ser bien claro y no me iré por las nubes – da un paso más hacia mí y me mira amenazante –Aléjate de Sofía.

-¿Qué? Estás loco.

-No quiero verte cerca de ella. No quiero ver que nos espíes mientras hablamos. No quiero…

-Tobías, estás muy equivocado. Nadie me dice que hacer.

-Sofía es mi novia.

-Y ¿crees que me importa?

Juro que si no fuera por Mía ya le habría pegado. Nadie me habla de esa forma. Menos un humano engreído.

-Simón lamento tener que llegar a esto – dice con una sonrisa –Si no te alejas de ella voy a tener que intervenir. Sabes perfectamente que un ángel no puede enamorarse de un humano. Está castigado con la muerte. Para los dos.

Sus palabras me dejan mudo. Siempre lo supe. Siempre supe que no debía enamorarme de Mía pero si nadie se enteraba no tendría por qué llegar la información a los Arcángeles.

-¿Por qué un humano como tú sabe sobre las Leyes Supremas?

-No te importa. Solo vengo a advertirte.

Me sostiene la mirada durante un tiempo hasta que se da media vuelta y se aleja. Antes de desaparecer entre los árboles vuelve a hablarme:

-No te confundas. Ella es mía.

Magma

Preparo la fogata para la noche cuando escucho la voz de Sofía:

-¿Tú eres Magma?

-¿Ves a alguien más? – le digo con brusquedad.

-¿Te llamas así por tu pelo?

-¿Algún problema con mi pelo?

A los 8 años cuando empecé con los entrenamientos de Defensas Armadas y Protección todos los chicos se burlaban de mí por ser la única pelirroja. Nadie me respetaba. Llegué a la siguiente clase con los dos lados de mi cabeza rapados y una franja en el medio bien roja que parecían llamas. Desde ese día Simón me llama Magma y logré dejar atrás el estúpido nombre, Megan, que me pusieron mis “papás” de sangre.

-Lo siento. ¿Dónde están Simón y Tobías?

-En el bosque. ¿Estás feliz? Enamoraste a Simón a pesar de que tenías un novio. Pensaste que nunca se encontrarían…

-¡No! Yo no sabía que tenía a Tobías.

Me giro para mirarla. Parece tan débil y chiquita pero yo no me creo su papel.

-Escúchame bien. Yo no te creo ni una palabra de lo que decís. Jamás alguien se olvidó de su vida cuando despertó. ¿Por qué tú lo harías?

-Yo digo la verdad.

-No me importa. Deja de lastimar a Simón porque él no es un juguete tuyo. Déjalo en paz.

-¿Él te gusta?

No le contesto y vuelvo a poner atención en la fogata.

-Magma, yo amo a Simón y jamás le haría daño.

-Pero lo estás haciendo.

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