Hombre-pájaro

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Capitulo 12

Mía

Abro los ojos molesta por el sol y espero escuchar a Simón diciéndome que me apure para llegar lo más rápido posible pero no lo hace. Me giro y lo veo durmiendo apoyado sobre el tronco de un árbol. Ese Simón relajado y  con los ojos cerrados no es nada que ver con el que conozco.

Decido ir a buscar unas almendras entre los árboles y dejarlo descansar. Camino recolectando algunas y poco a poco me voy alejando.

Algo en el cielo llama mi atención y veo pasar un halcón que da una vuelta sobre mi cabeza hasta que aterriza en una rama. No sé porqué pero su presencia me pone muy nerviosa. Sé que es simplemente un pájaro pero parece como si me mirara fijo. Creo que ya me estoy volviendo loca en cualquier momento empiezo a hablar con las plantas.

Un dolor agudo como el de mil agujas clavándose en la piel a la vez me vuelve a la realidad. El halcón vuelve a elevarse y cae en picada hacia mí. Se detiene en mi cabeza y comienza a picotearme. Intento sacármelo de la cabeza pero cada vez me lastima más. En un momento dejo de sentir el dolor y veo que el pájaro ya no está. En lugar de eso veo a un hombre con una capa marrón, unos ojos almendrados y una boca que parece tener la forma de un pico.

Sin pensarlo doy unos pasos para atrás, me tropiezo y caigo al piso. El hombre-pájaro se acerca y me mira desafiante:

-Humana… Al fin te encontré- dice en un susurro. –Tan tonta como para alejarse de su protección.

-¿Qué quieres?

-Tu novio me debe un favorcito pero decidió desparecer sin dejar rastro.

Sin escucharlo intento arrastrarme lo más lejos posible hasta que él me agarra de una pierna y tira de mí. Lo único que puedo hacer es gritar  el nombre de Simón una y otra vez hasta que la bestia me sujeta y me tapa la boca. Puedo sentir su respiración en mi cuello y cada músculo de mi cuerpo se pone tenso.

-No creas que vas a escapar. Será mejor que cuando te sueltes te quedes quieta y callada o voy a tener que matarte en menos de lo que piensas.

Me aprieta fuerte antes de soltarme como un aviso de su amenaza. Pero cuando me libera respiro hondo y corro entre los árboles lo más rápido posible. Miro por encima de mi hombro y ya no lo veo hasta que aterriza delante de mí. Antes de reaccionar me toma del cuello y aprieta un cuchillo contra mi piel.

-Tendrías que aprender a obedecer a lo que se te dice.

-Es verdad-contesta una voz en el bosque.

Simón camina lento entre los árboles sin ningún arma pero se lo ve tan…seguro.

-Lárgate o te mataré después que termine con ella.

-Conoces las leyes de lealtad. Estás en territorio de ángeles, no en el tuyo. No puedes matar sin pelear. Además… ¿matar a una chica? Que tan bajo puedes caer.

-¿Quieres un duelo? Bien, soy Abrams Kline, Cleop del reino de Ciena.

-Soy Simón Valmort, ángel de la tercera orden.

El hombre me empuja con brusquedad y con el cuchillo apunta hacia Simón. Él sigue caminando sin dudar.

-¿Vas a enfrentarlo? ¡Tiene un arma!

Sólo se escuchan las pisadas de ambos avanzando hasta que Abrams se lanza contra Simón y todo se vuelve un lío de golpes y apuñaladas. En un momento el cuchillo sale disparado por el suelo y lo agarro con firmeza. No soy una de esas que se quedan a un lado gritando que paren mientras mira como otro pone en riesgo su vida por ella . Salto arriba de Abrams intentando de clavarle el cuchillo pero él me golpe fuerte contra un árbol y entonces… todo se vuelve negro.

 

Simón

-¿Mía? ¿Mía?

Lentamente abre los ojos pestañeando varias veces. Desvía sus ojos de mí al cuerpo de Abrams.

-¿Estás bien?

-Sí- contesta intentando de disimular una mueca de dolor- ¿Te ha hecho daño?

-¿A mí? Imposible.

-Estás sangrando- una mancha en mi remera se va expandiendo.

-No es nada. Tú también estás sangrando.

Ella se toca la frente insegura  y no dice nada. Estamos tan cerca uno del otro que puedo escuchar su respiración. Es entonces cuando reacciono:

-Nunca más vuelvas a alejarte de mí.

-Perdón yo no quise…

-No me importa. Eres demasiado débil como para estar cinco minutos sin protección.

-¡Es injusto! ¡Yo traté de defenderte!

-Y terminaste desmayada en el piso- le respondo con agresividad. -No vuelvas a alejarte. ¿Quedó claro?

-Pero…

-Pregunté si quedó claro.

-Perfecto.

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