No voy a llorar

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Capítulo 27

Mía

La carne asada ya está lista. Apenas pruebo bocados. Mi estómago está muy revuelto pero Tobías insiste en que coma:

-Tienes que estar fuerte para que despertemos lo antes posible. Cuando volvamos a la tierra y dejemos este lugar volveremos a nuestras vidas.

Sin poder evitarlo, me rodea con sus brazos y me acerca a él. Del otro lado de la fogata está Simón con su rostro iluminado por el fuego. Intento buscar su mirada pero él mira el piso hasta que se para de golpe y sin decir nada se aleja. Muero por hablar con Simón. Por algún motivo estuvo evitándome desde que salimos de la playa. Ya no lo soporto más. Intento apartarme de los brazos de Tobías y voy a buscarlo.

-Simón. ¡Simón espera!

-¿Qué quieres?- sigue de espaldas a mí.

-Tenemos que hablar.

-No hay nada de qué hablar- se gira y por primera vez en tiempo vuelve a mirarme a los ojos.

-Yo no sabía. No sabía que tenía novio.

-¿Por qué me lo dices?

-¿Vas a hacer como si nada pasó entre nosotros?

-No pasó nada entre nosotros.

¿Por qué me hace esto? Su voz, sus ojos parecen tan… vacíos. Lo miro sin entender, como si no fuera real.  Aprieto mis puños con fuerza  hasta que las uñas me lastiman. Él respira hondo y rompe el silencio:

-Nunca pasó nada entre nosotros. Simplemente te usé como hago con todas las misiones. Ya lo he hecho antes.

Sé que miente. Lo sé. Pero su voz suena real. ¿Dice la verdad?

-¿Sabes que si tenía que elegir entre uno de ustedes dos te hubiera elegido a ti?

-Sofía, es inútil. No perteneces a este lugar.

-¿Me dijiste Sofía? – susurro.                    

-¿Cómo quieres que te llame? Ese es tu nombre. Tobías es tu novio. Tienes una vida a la que debes volver.

-Te odio.

-¡Mejor! ¡Al fin piensas! Date cuenta de que lo nuestro jamás podía ser posible. Tarde o temprano terminaría así que es mejor que lo terminemos ahora.

-Tienes razón. Todo este tiempo fui una idiota por pensar que de verdad me amabas. Pero al parecer te importé tan poco que te reíste de mí cada minuto.

Ya no puedo contener las lágrimas pero no voy a dejar que él me vea llorar. No voy a llorar. En la oscuridad de la noche vuelvo a ver su silueta negra y sus ojos. Me doy media vuelta y comienzo a caminar cuando Simón me sujeta del brazo y me hace girar para que lo mire a la cara. Furiosa miro su mano que me detiene.

-¡Suéltame!

Él agacha su cabeza entre las sombras y me agarra con más fuerza:

-Te dije que me sueltes. ¡Suéltame!

Sacudo el brazo con violencia pero él me atrae a su cuerpo y me rodea con los brazos para inmovilizarme. Estar tan cerca de él hace que entre en pánico y ahogo un grito. No resisto. No voy a llorar. Sin controlarme apretó el puño y golpeo su pecho una y otra vez pero él no se mueve.

-Mía- intenta detener mis brazos pero no me doy por vencida - ¡Basta!

-¿Por qué no quieres estar enamorado de mí? ¿Qué hay de malo con eso?

-¡Es peligroso! Está prohibido que un ángel se enamore de su misión ¿entiendes?

-Nunca te importaron las reglas. No tienes que poner excusas. Sólo dime la verdad.

-Yo no quiero lastimarte.

Suspiro agotada y apoyo mi cabeza en su pecho. ¿Cuándo y cómo fue que me enamoré tanto de él? Apenas llevamos una semana juntos pero fue algo que surgió natural, sin esfuerzos. Y ahora… todo se cae en pedazos.

-Mía, yo te… - mis ojos se abren de golpe  y lo miro a la cara –Yo te…

-¿Sofía está todo bien?

Escucho la voz de Tobías a mis espaldas y siento como Simón se pone tenso y nervioso. ¿Qué le pasa?

-¿Qué vas a decirme? Por favor, quiero escucharlo antes de que sea tarde –susurro para que Tobías no escuche.

-Yo… no te necesito.

Asustada me alejo de él y frustrada cierro los ojos para no tener que verlo.

-Sofi, ¿volvemos a la fogata?

Abro los ojos y vacía miro a Simón mientras le contesto a Tobías:

-Ya voy. Ahora te alcanzo.

Apenas Tobías se aleja me doy vuelta para irme hasta que me acuerdo de algo:

-Agarra tu estúpido collar. Cuando despierte no quiero saber nada de ti- me arranco el collar con su nombre y se lo dejo en su mano.

Sin dudarlo corro para alcanzar a Tobías que me rodea con su brazo.

Caminamos en silencio hasta la fogata dejando a Simón atrás. Sólo un momento me giro para verlo por encima de mi hombro pero el brazo de Tobías me tapaba. Finalmente me muerdo el labio y dejo que él me lleve.

-¿Está todo bien?

-Perfecto.

No voy a llorar. Es lo último que pienso antes de que una lágrima caiga por mi mejilla.

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