Capítulo 16

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La pelirrosa sintió un ligero dolor en el cuello cuando cruzó las puertas del instituto, así que se separó del pelinegro y se dirigió al baño de damas. Una vez adentro, se aseguró de que no hubiese nadie y miró su reflejo en el espejo. ¿Así se veía? Demonios. Se veía demacrada. Se acercó al espejo. Notó que sus ojos estaban hinchados y debajo de ellos su piel se había tornado más oscura de lo normal. Aquellas interminables ojeras anunciaban a gritos que no había dormido nada bien el día anterior. Todo la delataba. Y por si no fuese poco...

 

-Maldición -gruñó por lo bajo cuando notó unas marcas en su cuello. Tenía pequeños moretones en donde encajaban perfectamente los dedos de cierta persona cuyo nombre no pensaba pronunciar.

 

Suspiró. Abrió su mochila y sacó unos polvos compactos. Trató de cubrir los moretones lo mejor que pudo y de paso intentó ocultar sus ojeras para que no se notara que no había podido dormir en toda la noche.

 

Devolvió los polvos a su mochila y se dio un último vistazo en el espejo. Había hecho lo mejor posible, pero habían cosas que no se podían borrar con maquillaje.

 

-Aceptable -suspiró, y salió del baño.

 

Al salir se topó con cierto pelinegro que la había estado esperando. Su cuerpo estaba apoyado contra los casilleros que se encontraban frente a la puerta del baño.

 

-Te estaba esperando -dijo

 

-¿Qué sucede? -le preguntó confundida. Él encogió los hombros y dio unos pasos al frente.

 

El pelinegro comenzó a acercarse a los labios de la pelirrosa; ella quería besarlo, pero sabía que si se acercaba demasiado notaría los moretones y le preguntaría al respecto. Así que, colocó su dedo índice sobre los labios del Uchiha y lo detuvo. Él la miró con sorpresa. Ella no estaba segura de qué decir. Tenía que inventar algo y rápido.

 

-No somos nada -le dijo. Y era verdad. Habían sucedido muchas cosas en los últimos días; sin embargo, nada había cambiado entre ellos. Seguían siendo solo amigos, si a eso se le podía llamar amistad.

 

-Hn -dijo el pelinegro y se retiró.

 

No podía refutar, ella tenía toda la razón. A pesar de todo lo ocurrido, nada había cambiado. Eran casi extraños. No le correspondía besarle de esa manera en público. Pero sentía que el recuerdo de sus labios lo quemaban por dentro. Necesitaba besarla. Aquella adicción que les había traído tantos problemas hacía un año seguía ahí, dentro de su cuerpo.

 

La conexión física entre ellos era innegable; pero de eso a sentimientos había un largo trecho. O al menos eso era lo que ellos pensaban.

 

La pelirrosa se tocó el cuello. Todo se volvía cada vez más complicado para ella.

 

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Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora