II Capítulo 17

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El pelinegro caminó a través de los pasillos de su casa, lenta y cuidadosamente, con ambas manos pegadas a las paredes. Trataba de recordar su estrucura, dónde terminaba un cuarto y empezaba el otro, dónde estaba situado cada mueble, qué pasillo daba a qué parte de la casa. De alguna forma sentía que el lugar se había vuelto más grande y todo se le hacía más complicado.

-tsk! Maldición -exclamó por lo bajo, luego de que su pierna chocara contra un mueble.

Suspiró.

Inútil.

Esa era la única palabra que describía cómo se sentía en esos momentos.

Desde que sus ojos habían perdido la luz no lograba hacer nada correctamente. No podía caminar sin chocarse contra algún mueble, no podía tomar un objeto sin botar otros tres en el proceso, las acciones más cotidianas se habían convertido en las misiones más complejas.

Era posible que esta impotencia le molestara incluso más que el hecho de estar desahuciado.

Con dificultad, regresó hasta su habitación y se recostó sobre su cama. No era el mismo de antes y, definitivamente, no volvería a serlo nunca. Era prácticamente imposible evitar la negatividad en la situación en la que se encontraba. Sin importar cuánto intentaran alegrarlo, detrás de aquella falsa tranquilidad, se sentía miserablemente insignificante.

El pelinegro extendió su brazo para coger el vaso con agua que se encontraba sobre su mesa de noche. No le sorprendió en lo absoluto cuando sintió su muñeca golpear el vaso y escuchó el ruido del mismo cayendo. El líquido incoloro se derramó al mismo tiempo que la pelirrosa ingresaba a la habitación.

-¡Sasuke-kun! -exclamó al ver el vaso caído- ¿Estás bien?

Él cerró los puños con fuerza, sin decir palabra.

Ella tomó un paño y limpió el pequeño desastre.

-Te mojaste la mano -susurró mientras tomaba su muñeca y empezó a secar su piel humedecida con una toalla.

Él retiró su mano rápidamente, tomándola por sorpresa. Estaba enojado, pero no con ella. Estaba enojado consigo mismo.

Ella lo sabía. No podía ser nada fácil acostumbrarse a un cambio tan drástico.

La pelirrosa volvió a tomar su mano y esta vez, él no opuso resistencia.

-Esta bien, Sasuke-kun -dijo mientras secaba su mano. Su voz tenía ese tono tranquilizador que siempre encontraba la manera de calmar las tempestades más violentas dentro de su mente- Es imposible acostumbrarse de la noche a la mañana. Tomará un tiempo.

-Hn -respondió.

Ella debía ser la única persona en este planeta que lograba que su mente diera un giro de 180 grados. Podía sentirse como la alimaña más desgraciada de toda la existencia, pero una palabra suya era suficiente para devolverlo a la tranquilidad.

Maldición.

Lo que daría el peliengro por verla otra vez. Por ver aquellos ojos de mirada feroz, aquellas mejillas sonrojadas, aquellos labios que parecían bailar cuando pronunciaban su nombre.

-¿Me estás escuchando? -preguntó la pelirrosa. Había estado hablando por un buen rato, pero no había prestado atención. Su mente divagaba en el recuerdo de su rostro.

-hn

-¿Entonces la boda sigue en pie? -preguntó, aunque más que una pregunta, parecía una demanda.

Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora