II Capítulo 13

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Aquel día empezó con un sol radiante y lleno de vida. Era un buen día, por fin el pelinegro podría regresar a casa sin más dolor, sin más preocupaciones. Por primera vez en un largo tiempo estaba completa y genuinamente tranquilo.

La puerta se abrió y él observó a la pelirrosa ingresar, alegre como siempre. Ambos tenían mucho tiempo por recuperar.

-¿Cómo te sientes? -le preguntó ella, posando su mano sobre la mejilla de él.

-Eso ya no importa -respondió, relajado y orgulloso. Estaba volviendo a ser el mismo de antes.

-No seas imprudente -le regañó- El doctor dijo que debías cuidarte

Qué molestia -pensó él. Y suspiró.

-Me siento perfectamente bien -dijo finalmente, cansado de que aún lo trataran de esa forma cuando la situación ya había cambiado por completo

Ella le sonrió.

-¿Ves? No fue tan difícil

-Hn

Una molestia. Verdaderamente era una molestia. Pero no podía negar que, cada vez que ella mostraba preocupación por él, cada vez que mostraba que le importaba, algo dentro de él se iluminaba. Cosa que él jamás aceptaría, por lo menos no en voz alta, y jamás dejaría que saliera a la superficie. Pero ese algo estaba ahí y él lo sabía, porque nada más lo hacía sentir tan vivo.

La puerta de la habitación volvió a abrirse.

-¿Listos para irnos? -dijo el Uchiha mayor, ingresando a la habitación.

-Solo vámonos -respondió él. Quería salir de aquel lugar de una vez por todas.

Mientras atravesaba aquellos pasillos entre los cuales prácticamente había vivido por tanto tiempo, el pelinegro inhaló por última vez aquel aroma a hospital y se despidió de él.

.

.

La pelirrosa abrió la puerta de la casa de los Uchiha y ambos pelinegros ingresaron, el mayor de ellos cargando las bolsas del hospital.

El Uchiha menor se sentó en el sillón de la sala, colocó su mano derecha sobre su frente y cerró los ojos con fuerza. Era la primera vez en un largo tiempo que se movilizaba tanto por su propia cuenta y lo había desgastado un poco.

-¿Por qué no vas a descansar un rato? -le sugirió su hermano mayor- No debes forzarte tanto tan rápidamente.

-Hn -dijo él, pero decidió escucharlo, se puso de pie y empezó a caminar hacia su habitación.

-Me voy entonces -se despidió la pelirrosa con una sonrisa. Él ya se encontraba bien y ella podría regresar a casa tranquila. Sin embargo, el pelinegro detuvo su paso a la mitad de las escaleras y volteó el cuerpo para encararla.

-¿A dónde? -le preguntó serio, no parecía muy complacido con la idea.

-¿A mi casa? -respondió ella, confundida.

-¿Por qué? -le siguió preguntando con la misma expresión en el rostro.

-Porque... ¿ahí vivo?

El pelinegro frunció el ceño.

-¿Me molestaste todos los días en el hospital y ahora te vas a ir? -reprochó, alzando una ceja.

La pelirrosa abrió los ojos con sorpresa, por fin comprendiendo lo que quería decir.

Quería que se quedara.

Después de haber batallado todos los días en el hospital contra su terquedad, después de que la tratara de alejar por todos los medios posibles; al final le estaba pidiendo, indirectamente por supuesto, que se quedara. No podía negar que aquello se sentía como una bocanada de aire fresco.

Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora