II Capítulo 16

2K 199 5
                                    





La pelirrosa observó los papeles, ya completos con su información, que la ingresarían inmediatamente a la lista de donantes. Estaba preparada para firmar un contrato con la muerte, aquel que le permitiría salvar al hombre que amaba más que a nada en este mundo.

 

Respiró hondo y colocó la punta del lapicero arriba de la línea que indicaba el área para firmar.

 

Pero se detuvo. Y no por voluntad propia.

 

-Si lo haces, para él sería peor que morir -le dijo una voz ya conocida

 

Ella no tuvo que girar la cabeza para saber que era Itachi quien estaba a su lado, quien había tomado su muñeca para detenerla.

 

-¿Qué debo hacer entonces? -preguntó, mientras las amargas lágrimas de impotencia empezaban a abrirse camino entre sus párpados- ¿Dejarlo morir?

 

-Creer en él -dijo sin inmutarse.

 

La pelirrosa abrió los ojos con sorpresa. Ni siquiera había pensado en ello.

 

Sacrificar su vida por él... parecía tener tanto sentido hacía unos minutos. Sin embargo en el final... hubiese sido egoísta. Porque era ella quien no podía vivir sin él. Era ella quien se aferraba. Era ella quien no quería dejarlo ir. Y por supuesto, no había pensado en las consecuencias. Tal vez el tormento de perderla realmente sería peor que la misma muerte. Tal vez la culpa lo mataría por dentro. Tal vez, tal vez, tal vez...

 

Sin embargo... ¿no era mejor vivir sin ella que no vivir en lo absoluto?

 

Claro que, si en ello estaba basado su pensamiento estaría cayendo en la completa hipocrecía. Porque para ella definitivamente era mil veces mejor morir que vivir sin él. Entonces, ¿quién le daba el derecho de forzarlo a vivir, especialmente si esta vida iba a estar llena de sufrimiento?

 

Sus ojos verde jade se llenaron de lágrimas mientras el Uchiha mayor la sostenía fuertemente entre sus brazos.

 

- ...y amarlo hasta el final

 

.

 

.

 

Al final del día el pelinegro fue dado de alta. No había nada que pudiesen hacer, a menos que encontraran un donante, así que era preferible que estuviese en casa y no encerrado en una habitación de hospital.

 

La pelirrosa ingresó a su habitación con una sonrisa en los labios. Él no podía verla pero aún así la mantuvo. Quería transmitirle toda la positivdad que pudiese emanar.

 

Él, sin embargo, seguía sin emitir palabra. Era como si se encontrara dentro de una burbuja invisible que no dejaba pasar sonido alguno. Ella suspiró.

 

-Perdiste la vista, no la voz ¿sabes? -intentó bromear, pero no consiguió respuesta alguna.

 

Debe de haber algo que lo haga reaccionar -pensó

 

-Estaba pensando en ir con Hinata más tarde a ver unos vestidos de novia y-

 

-No va a haber boda -dijo el pelinegro, emitiendo sonido por primera vez en más de 24 horas.

 

-Ja ja muy gracioso -respondió. Aliviada al oír su voz.

 

-No estoy bromeando -insistió con seriedad absoluta- No pienso atarte a un cadáver

 

La pelirrosa sintió que había vuelto en el tiempo.

 

-¿En serio estás tratando de alejarme DE NUEVO? -dijo. Si no lo había conseguido una vez, no lo conseguiría esta vez ni nunca. Ya debería de saberlo.

 

-Esta vez es diferente -respondió

 

-¿Cómo es diferente?

 

-Esta vez... no desaparecerá

 

-Venciste esta cosa una vez, lo volverás a hacer -insistió

 

-Deja de delirar

 

-No es delirar. Es tener fe.

 

-Me importa una mierda lo que sea ¡¿Te vas a casar con un muerto?!

 

-Es mejor haber amado y haber perdido, que no haber amado nunca

 

-Deja de decir estupideces

 

-No son estupideces

 

-¿Por qué perder tu tiempo tratando de salvarme de lo inevitable? Si sigues tratando te absorberá la misma oscuridad

 

-Porque... -dijo mientras colocaba una mano sobre su mejilla- tú me salvaste a mí ¿recuerdas?

 

El pelinegro abrió los ojos con sorpresa. Había pasado tanto tiempo desde aquel incidente que lo había olvidado por completo.

 

-Yo era muy terca y pensaba que podía arreglármelas por mi cuenta. Pero me estaba engañando de la misma forma en que lo estás haciendo tú. Si tú no hubieses estado ahí aquel día... no sé lo que hubiese pasado...

 

Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de la pelirrosa y el pelinegro instintivamente la buscó en la oscuridad de sus ojos. No le tomó demasiado tiempo encontrar su rostro, pues ella se encontraba cerca de él, sentada a su lado. Entonces colocó una mano sobre su mejilla y secó sus lágrimas, deslizando su pulgar sobre su piel humedecida. Ella colocó su mano sobre la de él y cerró los ojos, sintiendo el contacto de su piel.

 

-...Es mi turno de salvarte ahora.

 

Y, en silencio y sin decir nada, el pelinegro aceptó lo que la pelirrosa le ofrecía. Sabía que no había nada que pudiesen hacer, el final era inevitable, pero podían aprovechar al máximo el tiempo que les quedaba, sin importar qué tan reducido fuese

Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora