-¿Qué haces aquí? -preguntó el pelinegro.
No se suponía que estuviese ahí.
Su presencia era lo último que necesitaba en esos momentos.
-¡¿Por qué no me lo dijiste?! -le preguntó la pelirrosa, al borde de la desesperación
-Porque sabía que te pondrías así -le respondió, serio y tranquilo, como si no hubiese pasado nada.
¿Cómo podía mantener la calma en un momento así?
-¡Debiste habérmelo dicho! -le reprochó.
¿No era su derecho saberlo? ¿No era su deber decírselo? ¿Es que su relación con ella no tenía ningún valor para él?
-No es de tu incumbencia.
-¿Cómo puedes decir eso? -dijo ella, lastimada por aquellas frías palaras
-Lo nuestro murió hace ya mucho tiempo. Tú saliste adelante y yo también.
¿Estaba hablando en serio? ¿Acaso era tan poca cosa? ¿Tan insignificante?
No. No era así. No podía ser.
La pelirrosa lo observó detenidamente y lo examinó de pies a cabeza. Su rostro se veía pálido, cansado. Sus ojos estaban opacos y su mirada estaba perdida. Se le veía más delgado, más débil.
Lo siguió examinando hasta que llegó a sus manos y ahí se detuvo por un minuto.
Entonces lo vió.
El anillo.
Lo estaba usando. Lo tenía puesto.
Las palabras de Naruto se repetían en su cabeza una y otra vez.
“Todo este tiempo... Te ha estado esperando...”
Todo este tiempo... él....
-Estás usando el anillo.... -susurró la pelirrosa con lágrimas en los ojos
El pelinegro observó su mano y se maldijo por dentro. Luego desvió la mirada hacia la ventana para no verla y colocó su mano sobre el anillo, intentando cubrirlo.
-¡No trates de esconderlo! -gritó ella- ¡Lo estás usando claramente!
-Eres una molestia -respondió sin voltear
Yo...
Yo...
-Aún te amo -dijo ella, firme, sin dudar.
El pelinegro volteó y la miró fijamente. No sabía qué decir. No sabía como reaccionar.
¿Después de todo este tiempo? ¿Después de todo lo que había hecho? ¿Se había vuelto loca?
-Nunca... -prosiguió la pelirrosa, acercándose a él- nunca dejé de amarte...
El pelinegro no quería que ella estuviese ahí. Él no quería que supiera. Ella lo estaba superando bien sin él y sabía que esto solo le traería más dolor.
Sin embargo escuchar aquellas palabras... Era todo lo que necesitaba para sentirse vivo otra vez.
Ella lo abrazó y él se quedó inmóvil. No se atrevió a corresponder el abrazo, pero tampoco se atrevió a detenerlo. Porque lo necesitaba. La necesitaba. Él colocó una mano sobre la espalda de la pelirrosa, correspondiendo el abrazo por un segundo, pero inmediatamente se detuvo. Debía volver a la realidad. Debía dejarla ir. De una u otra forma, él tendría que marcharse pronto, y era mejor dejarla en vida, que dejarla en muerte.
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Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II
FanfictionNo sedas -pensaba la pelirrosa- No sedas -se repetía- Mantente firme. No lo dejes ganar. Vibró su teléfono. Le llegó un mensaje. Biblioteca. Ahora. Era de él. Maldición. Maldición. Maldición. No lo hagas, Sakura, no lo hagas... -Kakashi-sensei -mier...