II Capítulo 11

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La pelirrosa regresó a su casa y se dirigió directamente a su habitación. Abrió el cajón de su mesa de noche y observó su contenido detenidamente. Con una sonrisa, tomó el pequeño objeto que había dejado ahí hace años, aquel objeto que en aquel entonces no había podido desechar, aquel objeto que significaba tanto para ella, ahora más que nunca. Se colocó el anillo en el dedo anular y lo observó por un largo rato.

 

Habían pasado tantas cosas, tantos años perdidos. Pero ella iba a recuperar todos y cada uno de ellos, sin importar qué tan reducido fuese el tiempo que le quedara con él. Ella haría que cada día valiese la pena vivir, que cada día lo impulsara a vivir un día más.

 

El día siguiente, se levantó muy temprano y regresó al hospital para poder estar a su lado. No podía estar lejos de él. Cada minuto que compartiese con él desde ese momento valdría más que todo el oro del mundo.

 

-¿Qué haces aquí? -le preguntó el pelinegro cuando la vio atravesar la puerta de su habitación

 

-Quedarme contigo -dijo, mientras dejaba su bolso sobre uno de los sillones de la habitación- Dijiste que podía ¿no?

 

-¿Todos los días? -dijo alzando una ceja- ¿No tienes nada mejor que hacer?

 

Ella negó con la cabeza. Una sonrisa iluminaba su rostro. Él, sin embargo, no parecía estar de acuerdo con la idea de que ella malgastara su tiempo con él. Era tiempo perdido después de todo. Tiempo que podría utilizar de una manera mucho más productiva.

 

-No me gusta que vengas tan a menudo -dijo él

 

Ella volteó, tomó la jarra de agua y sirvió un poco en un vaso.

 

-Pues te aguantas porque vendré te guste o no -dijo dándole la espalda

 

-Sakura.. -empezó a decir, listo para sermonearla. Pero antes de que pudiese continuar, la pelirrosa volteó y lo observó fijamente.

 

Cuando la desgastada vista del pelinegro se encontró con aquellos ojos verde jade, su corazón se detuvo. Su mirada era fuerte y decidida, firme e inquebrantable. Con solo una mirada lo transmitía todo.

 

-Yo.. -trató de insistir, pero aquellos ojos se lo impedían.

 

Ella sonrió.

 

-Yo tambien te amo Sasuke-kun -dijo ella, pretendiendo haber malentendido, y le dio un beso en la mejilla.

 

-hn -dijo él, sin insistir más. La conocía muy bien y sabía que sería una batalla perdida.

 

Ella se sentó sobre la cama donde él se encontraba recostado y lo observó con una sonrisa. Sus ojos estaban llenos de dulzura y amabilidad. En realidad, para ella, verlo así era tan extraño. Se veía tan débil, tan vulnerable, tanto que le resultaba doloroso. Sin embargo, el sólo hecho de poder verlo, de saber que estaba a su lado y que nada había cambiado, que aún lo amaba tanto como lo había hecho hace 3 años y que el sentimiento seguía siendo mutuo a pesar de todo, todo ello la hacía inmensamente feliz.

Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora