Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II

Final

"El... abusó de ella" le había dicho Naruto

Aquellas palabras retumbaban en sus oídos una y otra vez.

Abusó de ella

abusó de ella

abusó de ella

La sangre le hervía mientras se maldecía a sí mismo por no haberlo visto antes. Era él. Todo había sido él.

Por él se ponía tan nerviosa. Por él tenía tanto miedo. Por él temblaba. Por él lloraba.

Él había abusado de ella. Él había dejado aquellos moretones en sus brazos y quién sabe cuántos más.

Él, él, él.

El pelinegro corrió lo más rápido que pudo y cuando llegó a la casa de la pelirrosa, sin dudarlo ni por un segundo, abrió la puerta de una patada.

-¡¿Tú?! -dijo el padrastro encima de la pelirrosa. La tenía acorralada en el sillón.

-¡Sa-Sasuke-kun! -dijo ella sorprendida y avergonzada, tratando de tapar sus prendas desgarradas. La rabia del pelinegro se hacía cada vez más grande.

-Largo de aquí mocoso -le dijo

-Hmp -dijo mirando al suelo. Luego, se acercó a él y le dio un puñetazo, derribándolo del sillón- ¿Estás bien? -le preguntó a la pelirrosa que se encontraba en estado de shock. Al ver que no respondía, tocó suavemente su mejilla con las yemas de los dedos, el contacto la hizo temblar.

Entonces, su padrastro jaló al Uchiha desde atrás, tomándolo por sorpresa, y le dió un puñetazo que hizo que escupiera sangre.

-¡Sasuke-kun! -dijo la pelirrosa saliendo del shock- ¡No le hagas daño! -empezó a gritar, pero al poco tiempo, el pelinegro ya se encontraba de pie.

Él se reincorporó enseguida y le devolvió el puñetazo. Pero no se detuvo ahí. El Uchiha empezó a dar puñetazo tras puñetazo, desquitando toda su ira sobre él. Siguió golpeándolo, hasta que le dolieron los nudillos pero no podía parar. Entonces, la pelirrosa lo detuvo, abrazándolo por detrás.

-Detente... por favor... -le suplicó. No quería que se convirtiera en un asesino. Ese no era el Sasuke que ella conocía.

Él se detuvo de inmediato y soltó al hombre, ahora inconciente. El pelinegro volteó, la miró a los ojos y la abrazó. La abrazó fuertemente, jurándose a sí mismo que nunca volvería a permitir que le hicieran daño.

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