Capítulo 8

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La pelirrosa llegó a su casa enrojecida como un tomate. Menos mal su madre y su novio seguían de viaje. Dejó sus cosas en su habitación y se dirigió al baño. Abrió el caño y se mojó la cara.

-Tranquilízate -se dijo a sí misma- No es nada. Es... Es... Es puramente físico. Sí, eso es. Puramente físico. No significa nada.

Luego de lograr tranquilizarse un poco, abrió la llave de la ducha, se desnudó y entró. Dejó que el agua fría enfriara (valga la redundancia) ese sentimiento que tenía atorado en el pecho. Cuando terminó se sintió más relajada, pero aún no podía sacar al pelinegro de sus pensamientos. Se resignó a vivir con ellos por el resto del día y se lanzó a su cama. Tenía que dormir, estaba demasiado cansada.

A la mañana siguiente se levantó, bajó a tomar desayuno y se encontró con una inesperada sorpresa.

-¿Mamá? -dijo la pelirrosa al ver a una mujer de espaldas, preparando el desayuno.

-¡Sakura-chan! -le saludó su madre. La pelirrosa corrió hacia ella y le dio un fuerte abrazo.

-¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? -le preguntó confundida y alegre

-Llegué ayer en la madrugada -le sonrió- Kozuke se quedó. Tuvo que terminar el proyecto.

-¡Estoy tan feliz de que hayas vuelto! -le abrazó de nuevo.

-Vaya, sí que me extrañaste esta vez -dijo con sarcasmo

-Hey, yo siempre te extraño -le aseguró. Ambas rieron.

La pelirrosa y su madre se sentaron en la mesa de la cocina y conversaron sobre todo lo que su madre se había perdido en su ausencia. Por supuesto que no le contó absolutamente nada sobre aquel pelinegro que se había metido bajo su piel desde hace semanas. Eso no lo debía saber nadie. Lo único que le dijo de él fue que era un compañero de clase y su pareja en el proyecto y que lo habían estado avanzando en su casa cada viernes.

Ambas pasaron el fin de semana juntas, tratando de recuperar el tiempo perdido. Jugaron juegos de mesa, conversaron, vieron películas. Pero llegó el lunes, y la pelirrosa debía ir a la escuela. Sasuke -pensó la pelirrosa mientras se arreglaba antes de salir. ¿Cómo iba a enfrentarlo después de lo que había pasado el viernes? ¿Actuaría como si nada hubiese pasado? ¿Como si todo siguiera normal? Lanzó un suspiro.

-¿Por quién suspiras mi niña? -le dijo su madre

-¿Yo? -dijo sorprendida- Nadie -rió con nerviosismo. Su madre la miró con sospecha- Bueno, ya me voy. Se me hace tarde -cambió de tema, y se marchó.

-Eso estuvo cerca -pensó en voz alta

-Eso mismo estaba pensando yo -la interrumpió un pelinegro que se encontraba a su lado.

-¡S-Sasuke! -exclamó- Me asustaste -le dio un golpe en el brazo

-Hmp -dijo. Y el resto del camino lo recorrieron en silencio.

Cuando llegaron al instituto el pelinegro se acercó rápidamente a la pelirrosa y le robó un beso.

-Una dosis para empezar el día -le dijo y se marchó. La pelirrosa suspiró. Iba a ser una semana difícil.

.

.

El teléfono de la pelirrosa vibró.

Biblioteca. Ahora.

No dudó y se levantó de su asiento. Se excusó y salió corriendo. Entró a la biblioteca y lo encontró esperándola como siempre. El pelinegro se acercó a ella y comenzó a besarla.

Secretos Dolorosos | Sasusaku | Temporada I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora