Capítulo 14

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Abrió los ojos lentamente, los rayos de sol impactaron en su rostro logrando que volviese a cerrarlos, se volteo lentamente y un agudo dolor recorrió su cabeza, soltó un leve quejido y abrió los ojos de golpe descubriendo que en realidad aquella incandescente luz provenía de una lámpara que colgaba sobre su cabeza.

Observo su alrededor, se encontraba recostada en una cama como la que había a su lado, las sábanas era de un color blanco inmaculado, las paredes tenían el mismo color, había una pequeña estantería con diversos medicamentos enfrente, y una mesa ubicada en la esquina de la habitación junto a un pequeño banquillo, pero lo que llamó su atención fue un joven que le daba la espalda mientras observaba con atención al exterior desde una angosta ventana. Quiso ponerse de pie, pero solo logró obtener como recompensa un repentino mareo y que el dolor en su cabeza aumentará haciéndole soltar un nuevo quejido, ahora más fuerte.

—¿Qué haces?—la regaño el joven, ni siquiera lo había escuchado acercarse. James la tomó de la cintura y la volvió acomodar en la cama.

—¿Qué sucedió? —pregunto ella en un susurro, hasta el movimiento se su boca le provocaba dolor.

—Te desmayaste, por suerte pude evitar tu caída directa al suelo, pero... Para cuando llegue ya te habías golpeado levemente la cabeza contra la pared. Lo siento.—explicó, mientras le servía un poco de agua, y luego le alcanzaba el vaso junto a una pastilla. Ahora entendía el porque del dolor.

—Pero.. ¿Qué.. Es lo tengo? ¿Y la enfermera?—ya había entendido que sin dudas se encontraba en la enfermería de la escuela, sin embargo, aún no había rastros de la enfermera, los únicos que encontraban allí eran James y ella.

—Bueno, para empezar, sospechaba que esto podría ocurrir, aunque no así, es decir esperaba un resfriado, fiebre, pues era algo de esperar luego de que te hayas encargado de mi la semana pasada —explicó el chico como si fuera obvio—, parece que sobrepasaste tu fuerza, hasta que finalmente colapsaste en medio del pasillo... La enfermera salió para poder comunicarse con tus padres, tu hermana no vino clase, creo que hoy tenía una entrevista de trabajo, por lo que no había nadie que pudiese hacerse cargo de ti. Yo te hubiera alcanzado hasta tu casa, pero no soy familiar.

—Ya veo.. —murmuro Emma, estaba apunto de levantarse de la cama cuando la puerta de la enfermería se abrió de un azote.

—¡Emma! ¿Te encuentras bien? ¿Te has lastimado? ¿Mo-morirás?—pregunto Elliot tomando el rostro de Emma y observándolo desde cada ángulo en busca de alguna herida.

—No.. ¿Qué haces aquí? —pregunto la chica extrañada, mientras se alejaba con sigilo, pues estaba demasiado cerca y aunque ya estaba acostumbrada a él aun le seguía incomodando aquella cercanía.

—Escuche cuando tu madre hablaba por teléfono. —respondió él simplemente. Se suponía que él ya no interferiría en su vida pero, por supuesto, en cuanto escucho aquel llamado y como una voz del otro del aparato informaba que Emma estaba en la enfermería, no pudo evitar preocuparse y en un santiamén ya se encontraba a su lado.

—Descuida, estoy bien.. Aun así, gracias, no tenías porque preocuparte. —dijo Emma sonriendo ante su preocupación. Adoraba aquellos aspectos del chico lo hacían ver tan... Humano. Y ella siempre se preguntaba si él efectivamente había sido uno alguna vez.

—Eh.. Me gustaría pasar por alto el hecho de que no se quien eres... Pero estoy casi seguro de que no eres estudiante, ni mucho menos un familiar, entonces ¿Cómo has podido ingresar a la escuela? —pregunto James llamando la atención de los presentes.

—¿Lo.. Puedes ver? —pregunto Emma sorprendida.

—Por supuesto que si, ¿Por qué no podría? —pregunto James claramente confundido.

—Seguramente es producto del golpe, no le des mayor importancia —dijo Cupido interfiriendo—. Por cierto, a lo que has preguntado anteriormente.. Soy nuevo, me.. Transfirieron.

—Vaya, aun así... ¿Cómo es que se conocen? —indagó el chico sin creerles una sola palabra.

—Eeeh, yo.. Nos conocimos a través de esa cosa, es como de este tamaño —comenzó a mover sus manos señalando el tamaño de la cosa a la que se refería—, tiene mucho cositos y...

—Se refiere al computador, es decir, Internet, nos conocimos por medio de Internet—dijo Emma reaccionando, y cortando la palabrería de su cupido—, cuando me enteré del programa de intercambio, se lo comenté para que lo haga y así... Podríamos estar más cerca y conocernos.. En persona.

James no muy convencido estaba por hablar cuando la puerta se volvió abrir, solo que  está vez ingresaron la madre de Emma, junto a la enfermera.

****

La enfermera le había recomendado que se fuese a su casa, pues lo que necesitaba en ese momento era un estricto reposo y recuperar energías, y eso mismo Emma estaba haciendo.

—¿Qué debemos hacer ahora? James te vio, mi madre te vio.. Probablemente James le comenté a Daisy, ella a mi hermano, y mi hermano a mi padre... En conclusión, todos, absoluta todos, sabrán de tu existencia. —dijo Emma resoplando.

—Pues les borraré la memoria y ya. —respondió Elliot simplemente.

—No quiero que juegues con sus recuerdos.. Tenemos que intentar alguna historia y encontrar como validarla

—Emma, da igual que historia inventes, para el momento en que me vaya todos me olvidarán, incluso tú. —soltó él simplemente, sin prever la reacción de la chica que lo observo horrorizada.

No. No podía ser. Ella no quería olvidarlo. Si, era molesto, arrogante, y siempre estaba hurgando en sus cajones o haciendo bromas, pero no podía siquiera pensar que alguien borrará el más mínimo recuerdo de su ser. Era injusto, compartir tantas cosas con alguien y que luego alguien más por arte de magia decidiese mover su varita y le obligase a decir "Chau" a sus recuerdos no le parecía justo, ella tenía el derecho de decidir si quería o no mantener esos recuerdos para si.

—¿Cómo que voy.. A olvidarte? ¿Por qué me lo dices hasta ahora? —pregunto ofendida. Algo así no debía ocultarse, no solo borrarían su memoria y el preciado recuerdo de un buen amigo, sino que hurgarían en su cabeza hasta llegar al recuerdo deseado y lo extirparían de ella sin piedad, dejándola con un vacío que nada, ni nadie, podría volver a llenar.

—Lo lamento —se disculpo él, acercándose lentamente a ella, no creyó que aquello pudiese afectarle tanto—, no lo dije antes porque no creí que importará..

—¿¡NO CREÍSTE QUE IMPORTARÁ!? ¿¡QUIÉN TE CREES PARA DECIDIR ESO!? —gritó Emma furiosa. Tomo uno a uno los cojines de su cama y se los aventó con la mayor fuerza posible, cuando iba por el cuarto cojín un nuevo mareo hizo presencia, se tambaleo enredando su pie con la alfombra, el suelo estaba cada vez más cerca, extendió las manos para al menos poder evitar que esté golpease su cara, cerró los ojos y espero el impacto, sin embargo, sus manos jamás tocaron el suelo, sino un duro y firme pecho, abrió los ojos lentamente y ahí estaba él, había detenido su caiga, pero como resultado ella se encontraba encima suyo, sus manos en su pecho y sus piernas entremedio de las suyas, su cabello caía abundante como era a su alrededor creando una carpa alrededor de sus rostros, evitando que no pudiera ver nada más que el anguloso y perfecto rostro de quien tenia debajo.

—¿Estas bien? —pregunto él en un susurro. Ni siquiera sabía porque hablaba así, solo lo sentía de esa forma.. Como sí elevando el tono de su voz rompiera lo que sea que estaba sucediendo en ese momento.

Se observaron por largos segundos, ella no respondió, y él parecía no necesitar realmente una respuesta, muy dentro suyo ambos sabían que ninguno quería ser causante de romper aquel momento, sin embargo, el ruido de la puerta al ser abierta lo hizo.

Un cupido OnlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora