Capítulo 31

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Elliot, vago unos cuantos minutos por la casa, necesitaba distraerse, pues era consciente de cómo, Emma, lloraba desconsoladamente en el hombro de aquel chico. Lo odiaba, pero sabía que no había nada que pudiera hacer en aquel momento, aunque a decir verdad tampoco lo había hecho porque le intrigada la clase de conversación que ella estaría teniendo con James, le sorprendió de sobremanera escucha que el joven al igual que, Emma, había comenzado a tener esos extraños sueños. Lo que lo llevaba a una única conclusión, algo más estaba pasando allí, podía comprender que Emma, lo olvidase, era casi obvio que aquello ocurriera, pero que James comenzara a tener los mismos sueños no le terminaba de cerrar, si tanto querían que se enamorasen en el uno del otro ¿Por qué implantar recuerdos falsos? Acaso no era eso algo demasiado... ¿extremo? incluso para los ángeles. Estaban borrando el ultimo media año por completo de su memoria, ¿Quién les daba el permiso para jugar con la mente de ambos jóvenes? Le parecía injusto, pues por más ser mágico o angelical que sean no tenían derecho de jugar con la cabeza de nadie. Muchos menos de su chica.

Se acercó con disimulo a la puerta y los observo, Emma, aún seguía en los brazos de James, mientras él, acariciaba lentamente su espalda. Agh, su sangre hervía, si tan solo pudiera arrancarla de sus brazos y llevarla lejos... cosa que no debía permitirse ni siquiera soñar, era algo imposible, lejos de cualquier realidad, pero que habitaba en sus deseos más profundos, aquellos de los que no podía hablar, los que tenían el poder suficiente para destruirlo todo.

— ¿Qué sucede? —pregunto Nathaniel, apareciendo a su lado, hace unos cuantos minutos había querido contactarlo, pues tenía la leve esperanza de que su amigo supiera algo.

—Necesito que me expliques lo que está sucediendo, ¿Por qué Emma ha comenzado a tener esos sueños tan extraños? Casi no duerme, estoy preocupado. —explico Elliot realmente preocupado.

—Vaya, parece que ya comenzó —murmuró el otro ángel, esperando que no lo escuchase, pero fracasando enormemente. — Al parecer han decidido adelantar el proceso.. Ella, no está enamorada, eso está claro, pero ya pasado medio año, Elliot, ¿Cuánto tiempo creías que duraría? A este paso jamás lograrás cumplir tu misión, por lo que puedes ir despidiéndote de tu deseo.

—Creí que ya lo habías entendido, me importa muy poco mi deseo, solo quiero encontrar una solución a todo esto, quiero..

—La solución está frente a ti, pero tú no quieres aceptarlo —lo corto Nathaniel. —Emma, te olvidara, no tendrás que hacer nada, un día ella despertará y olvidara por completo tú existencia... Escucha, sé que...debe ser doloroso para ti, pero creo que lo mejor es que la olvides, haz tu trabajo, recupera tu deseo, no creo que ella sea capaz de superar esta prueba. —finalizó, palmeo su hombro y cuando estaba a punto de darse la vuelta, Elliot lo detuvo.

— ¿Qué prueba? —pregunto, ansioso. Estaba a punto de bajar la cabeza, rendido a su cruel destino, hasta que esa diminuta palabra llamo su atención.

—Lo lamento, no puedo decir más. —dijo, su antes supervisor, y luego desapareció, dejando una estela de brillos en su lugar.

Quizá, no todo estaba perdido. Quizás, habría un futuro. Pero lo único que le quedaba por esperar era si él estaría en el o no.

******

Emma, rondaba por su cuarto como si de una muñeca automática se tratara, una dañada y muy triste muñeca de trapo. Su vida se había vuelto una pesadilla, luego de hablar con, James, aquel día, había llegado a la conclusión que si quería recordar aunque sea por unos días más a su querido cupido, debía decirle a dios a sus altas horas de sueño. Por supuesto, su familia había comenzado a notar su extraño comportamiento y las indudables ojeras, por lo que, no dudo en encerrarse en su cuarto, como lo hacía ahora mismo.

—Emma, llevas dos días sin dormir, no puedes seguir así. —dijo Elliot, sentándose a su lado.— Sabes que no puedes mantenerte a migajas y café ¿no?

Ella, solo lo observo, lo haría, si debía comer solo migajas y beber café por el resto de su vida lo haría, pero no volvería a dormir, no dejaría que ganasen, claro que no, porque si ella no se resistía, nadie lo haría por ella, estaba segura de ello.

—No dormiré, lo prometo, no te olvidare. —susurro, luego de tantos minutos de silencio sorprendiendo a Elliot, quien dejo de observar a la nada para centrar su mirada en ella.

Se veía abatida, destruida e incluso estaba seguro de que había perdido unos cuantos kilos, no soportaba verla de eso modo, y si ella no cedía, no le quedaría más opción de hacer algo de que lo probablemente se arrepentiría toda su vida.

—Emma, mírame. —ella obedeció—. Te amo—dijo finalmente las palabras que hace tanto tiempo soñaba con decir—. Siempre lo hare, en esta vida, en la siguiente y la que le sigue después, no importa lo que pase, no importa si mañana o esta noche ya no me recuerdas, porque yo si lo hare, te recordare y seré feliz por haber sentido una vez lo que es el amor, lo que siente amar a alguien. —tomo su rostro entre sus manos, y la observo, analizando cada expresión de su rostro, unió sus frentes y espero, no sabía exactamente qué, solo sabía que debía permanecer allí junto ella, tanto como le fuera posible.

—Yo también. Te...

—No, no lo digas. —la corto, apoyando un dedo en sus labios—. Aun no es el momento. —susurro suavemente y la atrajo a sus brazos—. Duerme, te prometo que mañana, al menos, me recordaras.. —finalizo, esta vez paso un dedo por su frente y trazo un símbolo que solo él conocía. Viendo como ella poco a poco se adentraba en los brazos de Morfeo.

Y ella así lo hizo, no era como si hubiera tenido opción, sus parpados se cerraron involuntariamente, su respiración se tranquilizó, y su mente vago por recuerdos que nunca fueron.

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