Se levantó de mala gana, las horas de sueño habían sido pocas, ya que le había resultado casi imposible dormir sabiendo que solo a unos centímetros de distancia dormía aquel ser que se presentó como por arte de magia el día anterior en su vida.
Sin embargo, al despertar y descubrir que el espacio en donde debía de yacer dormido su Cupido se encontraba vacío e intacto, como si nadie hubiera estado allí, se preocupó, ¿Se estaba volviendo loca? ¿Había estado alguien realmente durmiendo en el suelo, justamente a su lado, o solo fue producto de su imaginación? Ninguna de las posibles respuestas le resultaba reconfortante.
Se levantó de golpe y reviso cada pequeño espacio en su reducida habitación, llamándolo en susurro cuando lo creía adecuado. Sin querer perder más tiempo, ni seguir torturando su ya, torturada mente, decidió que lo mejor sería iniciar con la rutina, y dejar las preguntas que aun rondaban por su cabeza para otro momento, específicamente luego de haber tenido su ración de cafeína diaria.
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Lo odiaba, lo aborrecía, si fuera por ella lo prohibiría, sentía que su rostro pesaba, algo exagerado, pero eso era lo que sentía cada vez que se maquillaba. Gracias a las pocas horas de sueño que había tenido no le había quedado más remedio que recurrir a lo que más temía "Maquillaje". Por supuesto, no lo había hecho por propia voluntad, pero al ver las ojeras que invadían su rostro y el exagerado tamaño y color de estas, no le había quedado más opción, pues inevitablemente debían quedar cubiertas por algo. Luego de haber meditado cada opción posible, ¿Una bolsa de papel? Rechazado, se le haría difícil llevarla puesta, ya que solía usar lentes en la escuela para poder ver con claridad la pizarra, ¿Alguna máscara o antifaz? Rechazado, mismo problema que el anterior, ¿Lentes de contacto? Negativo, no pensaba meter cosas raras en sus ojos.
Sin más opciones, solo le quedo por pedir ayuda a su hermana, dando como resultado un rostro extremadamente maquillado, el lado bueno es que las ojeras eran casi imperceptibles.
Cerró la puerta, tomó su bolso, y marcho rumbo a una pequeña cafetería donde se reuniría con su mejor amiga, Brenda.
— ¿Sabes? No veo cual es el gran problema, esos colores realmente te quedan. —dijo Elliot (en su estado invisible) logrando sobresaltar a Emma. — ¿Sabías que el corrector que usas depende del tono de tus ojeras? Aunque he leído que hay personas que tienen ojeras naturales, también puedes aplicar delineador sobre tus parpados para hacer ver a tus ojos... —comenzó a decir el joven con emoción, que había esperado a salir de la casa para hablarle, pues no quería crear una escena frente a su familia, de hecho le había causado gracia como ella lo buscaba por cada rincón, sin notar que él se mantenía a su lado en todo momento.
—Dioses... —suspiro la chica, con una mano en su pecho, su corazón parecía querer salirse de lugar—. Creí que te habías ido. —comento al aire, pues no le veía.
—Oh, eso, en realidad no necesito dormir, lo siento, debí decírtelo antes, pero ya habías sacado todo, y creí que te enojarías. —respondió Elliot, sin percatarse de la rápida reacción que sus palabras tuvieron en la joven.
Quien lo observo de inmediato, sintiendo como un gran calor abrazaba su cuerpo, la cólera invadía su sistema, y la ira reemplazaba cualquier otro sentimiento. Sin pensar, Emma observó el punto, -del que creyó oír su voz con anterioridad-, y depósito todo la ira posible en su mirada, sin notar que las personas a su alrededor solo veían con extrañeza y desconfianza a una loca chica mirar ceñuda un punto vacío -al igual que ella-, pero sabía lo que se escondía detrás de ese vacío, oculto por una efectiva capa de invisibilidad.
Por otro lado, Elliot solo se regocijo, la mirada de aquella niña estaba lejos de ser aterradora, solo le inspiraba una gran ternura, como un pequeño cachorro. Sin embargo, no dijo nada, no quería crear otra escena y que las personas siguieran observando a la chica como una lunática.
Emma, sacó su móvil y de inmediato se lo llevo a la oreja, para luego decir. — ¿No puedes hacerte visible? No puedo discutir contigo en ese estado. —bufó, esperando que su cupido entendiera la señal y procediera a hablar, aunque claro el joven a su lado no pareció entenderlo, ya que, solo se limitó observarla.
¿Acaso le hablaba a él? O ¿Hablaba con la persona a otro lado del aparato que llevaba pegado a la oreja? Si mal no tenía entendido, aquel raro artefacto recibía el nombre de "Celular" o "Móvil" y servía como alguna clase de comunicador a larga distancia. El libro que se tuvo que leer al derecho y al revés antes de su viaje a la tierra, decía que la mayoría de los adolescentes contaban con uno y que eran bastante útiles, aunque no todos lo usaban de la forma correcta.
— ¿No piensas responder? —preguntó Emma, con fastidio, observando como las personas avanzaban finalmente ignorando su actuación anterior. —¡Elliot! —gritó perdiendo la poca paciencia que en su cuerpo aún residía.
— ¿Me hablas a mí? —preguntó el chico aún con duda.
— ¡Por supuesto que sí! ¿A quién más sino? — ¿acaso era idiota? ¿Cómo podía ignorar el hecho de que era a él a quien se dirigía?
—Creí que hablabas por el extraño aparato ese. —dijo Elliot señalando su móvil, consciente de que ella en realidad no era capaz de verle.
— ¡Aagh! —exasperada alzo los brazos al aire y sin mediar palabra avanzo hacia la cafetería que tenía en frente.
Quien diría que tener un cupido sería tan exasperante como las capas de maquillaje que su rostro cargaba. Y por sobre todas las cosas, la contrariedad que su presencia provocaba en ella, era un cupido, según tenía entendido debía transmitir paz y amor, pero en ella solo lograba evocar rabia y exasperación.
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Este Elliot es todo un loquillo.. 😂😂😂
Holiiiiiiiis 👋👋👋
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Eso es todo bellezas...
Bye Bye :3
♥ Lily ♥
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Un cupido Online
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