Capítulo 17

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Todos estaban emocionados, incluso más que ella, y eso qué era ella quien cumplía los años. Pero, estaba acostumbrada, sus hermanos siempre aprovechaban ocasiones como estas para lucirse y hacer las mejores fiestas.

Acomodo su cabello en una desordenada coleta y paso rápido bajo las escaleras, cuando iba por el último escalón sintió una fuerte brisa pasar rápidamente por su costado. Elliot, por supuesto, ¿Quién más?

— ¿No deberías estar contenta? He oído hablar a tu familia por dos semanas completas de lo genial que sería tu fiesta de cumpleaños. —murmuro él, en cuanto estuvieron fuera de la casa.

—No lo entiendes, no es que me desagrade o algo, solo que no le doy la misma importancia que ellos a la fecha. —dijo Emma en respuesta. Su cumpleaños había dejado de tener importancia desde que perdió a sus abuelos. Odiaba llegar a esas fechas y no sentir las manos de su abuela apretar sus mejillas, ver sus ojos brillar cada vez abría un regalo, que sabía con seguridad la gustaría, su abuela era quien mejor la conocía, y ni hablar de su abuelo, un hombre ejemplar, le había enseñado las cosas buenas de vida, le enseño a encontrarse a sí misma por medio de los libros, aquel hombre que ni siquiera había podido terminar la escuela le enseño que tan importante es tener una educación, y que sin importar lo que hablaran, sin importar que él que no haya tenido todo lo que ella, gracias al esfuerzo de sus padres tenia, era el hombre más sabio e inteligente que jamás haya conocido.

Cuando la ausencia es grande, las cosas que antes eran importantes, dejan de serlo, porque ya no están las personas que hacían especiales esos momentos.

— ¿Estas llorando?—pregunto Elliot preocupado.

Emma lo observo sorprendida, no había notado el momento en el que comenzó a llorar, pero no podía evitarlo, tan solo recordarlos y su corazón se oprimía, su garganta dolía por el grito retenido, ese desgarrador momento aún seguía guardado en ella, cada una de las sensaciones que había sentido el día que perdió a ambos regresaba a ella sin miramientos, el hueco en su alma seguía allí, no importaba cuántas cosas tirara en él, siempre seguiría allí, y lo peor de todo era saber que no sólo nunca se iría ,sino que luego se haría mas grande.

—Lo lamento, solo... Estoy algo sensible, es todo. —murmuro, tratando de tranquilizar a Cupido.

Elliot la observo atentamente, odiaba verla mal, presenciar como aquellas lágrimas caían sin reparos por sus mejillas, el dolor en su mirada, todo eso, había sido suficiente para él. Sin poder detener el deseo de hacerle saber que estaba allí, estiro sus brazos y las estrujó con ellos en un gran abrazo, su pequeño cuerpo encajo a la perfección, haciendo de aquel momento aún más especial, era cálida, su cabello lacio y suave olía a frutas, sus pequeñas manos encerraron su cintura y tiraron de su chaqueta –la cual le había quitado a Corbin- con fuerza, estaba llorando, finalmente se había quebrado, su muro se había venido abajo con él, le estaba dejado ver su lado más vulnerable, y por más que sonara mal, amaba ser él quien estaba allí, y no otro.

—Tranquila, todo estará bien, estoy aquí. —murmuró, pasando la mano suavemente por su espalda. Notaba como poco a poco dejaba de temblar, su pulso se iba normalizando y su respiración comenzaba a calmarse.

—Lo lamento, lo lamento, debí haberlo superado, ya no debería doler, ¿Por qué debo ser la única que cargue con este dolor?—pregunto. Aunque realmente no esperaba una respuesta.

—No debes disculparte, Emma, llorar no te hace débil, te hace humana, y el dolor... no todos tenemos la misma facilidad para ocultarlo. Estoy seguro que no eres la única, solo que algunos les cuesta menos saber llevarlo.

—Gracias. —susurro ella, sonrió levemente y volvió abrazarlo.

****

Su cabeza repetía una y otra vez aquel momento, se sintió tan bien, estar en sus brazos, su mano subiendo y bajando por su espalda, la calidez de su cuerpo, ese aroma dulzón y a la vez desconocido que sólo él tenía, había logrado que todas sus murallas se cayeran.

—Hola, ¿Hay alguien allí? —dijo Daisy golpeando levemente su frente.

—¿Qué haces? —pregunto Emma sin entender la actitud de su hermana ¿Hace cuánto tiempo estaba su hermana allí?

—Golpee la puerta, tres veces, y nadie respondió, decidí entrar y cuando lo hice te vi a ti, sonriendo como idiota y observando a la nada.

Emma, la observo, ¿Cuánto tiempo había estado perdida y rememorando ese momento?

—Como sea, ¿Qué quieres? —pregunto tratando de ocultar su nerviosismo. Lo que menos quería era que su hermana comenzará a preguntar el porqué de su actitud.

—Debes cambiarte, solo falta una hora para que lleguen los invitados y tú estás tan... Tú —dijo Daisy señalando su atuendo—, solo por hoy viste decente.

—Daisy, que mi ropa no consista en exhibir mis atributos, no significa que no sea decente. —respondió Emma, algo irritada, odiaba cuando su hermana actuaba como toda una niña tonta, realmente no entendía como dos personas que llevaban la misma sangre pudieran ser tan diferentes.

—Claro, como digas, ahora ponte esto. Estarás hermosa. —la ignoro, entregándole un pequeña vestido que llevaba escondido a su espalda.

—¿Acaso has escuchado algo de todo lo que he dicho? No pondré eso. —el vestido era de color negro con uno que otro detalle en dorado, y estaba segura no cubriría más que medio muslo, definitivamente no se lo pondría.

—Eso es exageradamente pequeño. —le susurro Elliot detrás de su nuca. Emma pego un leve salto producto del susto.

—¿Qué sucede contigo? —pregunto Daisy extrañada por la actitud de su hermana.

—Nada —respondió rápidamente —. Bien, ganaste, me lo pondré, pero ante el mínimo comentario me lo sacaré y lo tiraré a la basura.

—Claro, claro, recuerda llamarme en cuanto estés lista.

—¿Para qué?

—¿Cómo, para qué? Debes maquillarte, peinarte, dah.—dijo Daisy, agitando la mano con desdén.

Emma sólo la observo, de nada servía negarse o siquiera quejarse, su hermana ya lo había decidido, y cuando se le metía algo en la cabeza era imposible quitárselo.

Un cupido OnlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora