Suspiro. No era normal, definitivamente no era normal que aquellos ojos azules no salieran de su mente, intentaba borrarlos, reemplazarlos con alguna otra imagen, pero volvían a salir, acaparando cualquier otro pensamiento.
— ¿Qué sucede? —pregunto Brenda, llamando su atención, hace varios minutos parecía estar en la luna.
—Nada. —respondió Emma, no podía hablarle de lo que pasaba por su cabeza, porque ni siquiera ella lo entendía.
—No mientas, sabes muy bien que eso no es cierto. —sentencio su amiga.
Quiso responder, pero el sonar de su móvil la interrumpió.
Suspiro. No podía seguir evadiendo el problema, lo sabía, pero con solo ver su nombre destellar en la pantalla del móvil se le erizaba la piel y su estómago parecía querer largar todo su contenido. Asqueroso.
Hablar con James, debía ser fácil, era su novio... o al menos lo había sido, hasta que por causa de una beca tuvo que irse a vivir al otro lado del país, llevándose a su hermana con él. Seguramente era una tarea difícil para un chico de apenas 18 años, pero él nunca hubiese dejado Liz, mucho menos en manos de una madre alcohólica, que actualmente se encontraba internada.
Suspiro una vez más, y tomando valor marco el número que minutos antes destellaba en la pantalla.
Un tono, dos, tres....
Que no responda, rezo para sus adentros.
— ¿Emma? —dijo James, al otro lado de la misma.
Respondió. Tomo valor y dijo las palabras que detonarían un final con amistad incluida o un "No quiero volver a verte". —Creo que es hora de que hablemos.
—Es lo que intentado hacer hace semanas. —dijo él, si se concentraba podía imaginarlo con una pequeña sonrisa, sosteniendo el móvil sin perder de vista a su hermana.
******
Se enjuago la cara, observando su reflejo en el espejo, lucia horrible, sus ojos estaban rojos, sus mejillas aun marcadas por el rímel corrido producto de las lágrimas, no había agua ni maquillaje suficiente para arreglarla. Sin mas remedio abandono el baño con la mirada baja, tratando de pasar de ser percibida, usando su cabello como camuflaje avanzo unos cuantos pasos hasta que escucho voces acercándose a ella, no dispuesta a que la vieran lucir como la llorona ingreso en el salón más próximo.
Estaba oscuro y cubierto de polvo, ¿Qué nadie limpiaba? Hasta el cuarto que utilizaba el conserje estaba más limpio.
Se deslizo por la puerta hasta quedar sentada, llevándose las rodillas hasta el pecho y envolviendo sus piernas con los brazos.
Técnicamente un corazón no podía romperse, era lógicamente imposible, si lo hiciera, muchos ya habrían dejado de existir, pero no, siguen aquí afrontando la vida luego de perder la otra mitad de su alma. Emma, lo sentía así, incluso aunque estaba completamente convencida de que James no era su mitad. Su corazón dolía como si lo estuvieran estrujando con todas sus fuerzas, no entendía por qué, estaba segura de que su amor había disminuido de forma descomunal en los últimos meses, pero eso no quitaba el hecho de que James fue el primer chico que la había hecho sentir...Especial.
Sus llorosos se convirtieron en llanto puro, sin poder retener por más tiempo el dolor que su pecho se resistía a dejar salir. Cada lágrima sostenía en ellas el peso de los recuerdos, de cada caricia, beso, sonrisas, palabras compartidas. Sus lágrimas se convirtieron en el único escape de su dolor, y sus gritos en el desahogo de su alma.
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Un cupido Online
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