Capítulo 20

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—Si buscas a Daisy.. —decía Emma, mientras James se sentaba a su lado.

—No —la cortó él—, ya te dije, te buscaba a ti.

—¿Por qué? ¿Sucede algo? —pregunto intrigada.

—Yo.. Realmente no lo sé, simplemente sentí.. Algo. Cómo una fuerza, no logro entender del todo lo que fue, pero.. Lo que sea que haya sido me trajo hacia ti.

—Eso es extraño.

—Bueno, dímelo a mi, fui yo quien lo sintió. —murmuró el joven sonriendo.

Emma sonrió en respuesta, su sonrisa era contagiosa, cada vez que estaba a su lado sonreía, no podía evitarlo, pero era lo que le provocaba aquel joven de cabello rubio y ojos tan azules como el mismísimo océano.

—¿Sabes? He comenzado a sentir esta cosa rara en el pecho cada vez que te veo —dijo James llevándose una mano al lugar mencionado, mientras observaba la noche estrellada—, al principio no lo entendía, nunca antes me había pasado, pero luego de un día para al otro comencé a sentir como si mis órganos se movieran de lugar con tan solo verte.. No sabía con quien hablar, sin duda no lo haría con Daisy, seria extraño preguntarle a la chica con la que.. Sales, por así decirlo, por qué que cada vez que veo a su hermana mi organismo entra en crisis, por qué la primer imagen que se me viene a la cabeza cada vez que despierto es su rostro...

—James.. —susurro Emma, tratando de cortar ese momento. No quería escuchar el final, no podía escuchar el final.. Si lo hacía, ya no habría vuelta atrás, y todo lo que estaba ocurriendo se volvería real.. No estaba preparada para afrontar aquello, ni ahora, ni nunca.

—No, espera, lo entiendo, de verdad, pero.. Necesito decirlo. Déjame decirlo. —le suplico.

Ella lo observo a los ojos, esos profundos y azules ojos que la observaban con súplica y desesperación. Asintió lentamente, permitiéndole continuar, por mucho que luego pueda arrepentirse.

—No lo supe en el primer momento, ni al siguiente, ni al siguiente después de ese.. Pero el día en el que todo se volvió claro ya nada fue igual —dijo él tomando su mano—. Eres como un soplo de aire fresco, como luz en medio de la oscuridad, eres.. Eres todo lo que siempre he estado buscando, pero no lo supe hasta aquel momento.. Cuando llegaste a mi casa y te vi cocinar con mi hermana, cuando desinteresadamente tomaste control de la situación y nos cuidaste a ambos.. —tomó sus dos manos, entrelazando sus dedos— Te....

—¡Emma! —gritaron en la oscuridad. Sorprendiendo a ambos.

Emma pegó un leve salto. Reconociendo aquella voz se levantaron deprisa y esperaron a que el dueño de la misma se hiciera presente.

—Emma, que bueno que te encuentro, yo... Debo ir al baño. —dijo Elliot, observando las manos entrelazadas de ambos jóvenes— ¿Se les están por caer las manos o algo?

—Eh, no.. —respondió Emma sin entender su pregunta.

—¿Entonces, por qué se las sostienen? —pregunto nuevamente Cupido.

Emma, inmediatamente bajo su mirada, encontrando efectivamente su mano aún en la de James.

—Yo no.. No me di cuenta.. —murmuro Emma nerviosa.

—¿Cuál es tu problema? ¿Acaso no puedes ubicar el baño por ti mismo? —pregunto James algo enfadado por la intromisión.

—Bueno, soy extranjero. —respondió Cupido como si aquello fuese suficiente.

—¿Y eso qué? ¿Acaso piensas que hacen sus necesidades en cubetas o algo? —pregunto James sarcástico.

—No.. Pero Emma prometió darme un tur por su casa, eso incluye el baño.. Supongo. Sólo aprovecho la ocasión. —respondió Elliot con simpleza.

—No, lo único que querías era interrumpir.. —continuo James.

—¿Eso crees?—pregunto Cupido con sarcasmo—. Pues, es así, deberías estarme agradecido. —finalizó, tomo la mano de Emma y la se llevó con él.

—¡Oye! ¿De qué estás... —decía el chico desentendido, cuando una mano en su hombro lo interrumpió.

—¿Qué haces aquí fuera? —pregunto Daysi intrigada de que el joven se encontrará allí solo.

Y James entendió, si bien aún seguía enfadado por la intromisión, entendió el porque de esta.

******

—Lo sabía, lo sabía, lo sabía, sabía que era él, maldita sea. —murmuraba Elliot para si. Sin ser consciente de que la chica a su lado lo escuchaba todo.

¿Estaba celoso? ¿Fue por eso que interrumpió? ¿Por qué se veían tan nervioso? Se preguntaba Emma internamente. Le intrigada hasta lo inesperado saber que es lo que pasaba por la cabeza de ese mágico ser.

—¿Elliot, qué sucede? —hablo ella finalmente—. ¿Por qué apareciste de la nada? ¿No se suponía que no debías interferir?

—¿Aún no te has dado cuenta? —pregunto él, sin dejar de tirar de ella hacia el interior de la casa.

—No, por eso pregunto. —murmuró Emma, sin poder dejar de pensar en la unión de sus manos. No pudo evitar compararlas, cuando James sostuvo su mano fue como si su mundo se acomodará, fue reconfortante, se sintió correcto, pero con Elliot sentía.. Algo intenso, como un choque de energía, sentía paz, amor.. Se sintió completa. ¿Cómo dos personas eran capaces de transmitir tan diferentes sentimientos?

—Lo hice para salvarlos, estaban tan entretenidos en su estúpida confesión que ninguno de ustedes noto que Daysi se acercaba... O qué ¿Esperabas que fuera otra la razón? —respondió Elliot, con arrogancia, cortando su ensoñación, su voz no era la misma, fue aquello lo que logró captar su atención.

Emma lo observo, ¿Por qué le hablaba así? ¿Estaba enfadado? ¿La única razón de su aparición fue Daysi? Bajo la cabeza deprimida, no se había dado cuenta de cuánto había deseado que apareciera hasta que el dijo aquellas palabras.

—No es necesario que me tomes la mano —dijo Emma reaccionando, y quitando con fuerza la mano de su agarre—. Puedo caminar por mi misma.

Elliot la observo. Estaba enojada, podía notarlo por la arruga en su frente, y como sacaba levemente su labio inferior. ¿Era posible que alguien luciera tierna, incluso enojada?

—Emma, no puedes esperar nada de mi, y lo sabes... —susurro Elliot pasándose la mano por el cabello.

—Jamás esperaría nada ti. —murmuró Emma. Sin prever la reacción del joven.

Elliot dio un leve paso hacia atrás por el impacto de sus palabras. Sabia que era lo mejor, pero eso no lo hacía más fácil. Le daría el mundo si tan sólo tuviera una oportunidad, pero no era así, en este mundo el solo debía ser un observador.

—Haces bien. —dijo él finalmente. Se acerco a ella pasando su mano levemente por su rostro, acariciando su mejilla, y antes de que ella pudiera hacer algo, se había ido, de nuevo.

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