Horas atrás.
—No lo entiendo, no entiendo como hemos llegado a este punto. —murmuro Elliot para sí. El joven cupido se encontraba a un lado de Emma, viendo como la chica, aun inconsciente, murmuraba en sueños.
—Bueno, Elliot, no quiero ser insistente, pero creo que ambos sabemos cómo hemos llegado hasta aquí. —dijo Nathaniel, respondiendo por él. —Y vaya lío que has hecho, se suponía que debías encontrar a su alma gemela, pero por el contrario logras que ella se enamore de ti y tú de ella, amigo, todos saben que no se debe mezclar negocios con placer.
—No quiero perderla. —continuo, ignorando su anterior comentario. — Ella... ha tomado cada lugar en mi mente, se ha convertido en mi único deseo, en lo único que importa, y lo más doloroso, lo que más odio, es que sabía que algún día esto pasaría, pero no creí que sucediera de este modo, creí que cuando sucediera estaría preparado, pero ¿Cómo puedes estar preparado para perder lo único que una vez has amado? Ni siquiera he podido escuchar las palabras que tanto anhelaba, aun comprendiendo que el día que las dijera seria nuestro fin, siempre he deseado poder escucharlas.
—Elliot, siempre deseamos aquello que no podemos tener. —con una palmada en su hombro, Nathaniel, expreso cuanto sentía su dolor, y a su vez dejaba en claro que nada se podía hacer ya, el fin estaba cerca, y no había nada que pudiera cambiarlo.
— ¿Crees que ella será feliz? ¿Qué algún día, aunque sea un día de los miles que aún le esperan, me recuerde? —pregunto con temor, sabía cuál sería la respuesta, sabía que ella nunca lo recordaría, pero no podría vivir una eternidad sabiendo que la única persona que había llegado amar lo olvidaría, no podía vivir sabiendo, sintiendo, que no había hecho lo suficiente.
—Ambos sabemos cuál es la respuesta que esperas, pero también sabemos que no puedes engañarte, ya sabes, el primer pasó de superación, es la aceptación. —por supuesto que lo sabía, por Dios, lo tenía más claro que nadie, pero nadie había dicho que fuera fácil, ¿Por qué era tan difícil entender que tenía el corazón roto? ¿Por qué nadie podía entender que estaba dañado, que quizás por un largo, largo tiempo, lo estaría?
—Eso lo tengo muy claro, descuida. Aun así, solo... me arrepiento de una cosa. —confeso, su mente vagando por viejos recuerdos. --La única vez que estuvo por decir esas únicas dos palabras la detuve, la detuve porque pensé "aún tenemos tiempo", "no quiero que esto acabe todavía", pero olvide lo esencial que es el tiempo para los humanos, como de un segundo para el otro todo puede irse por el barranco. —la observo, lucia tan indefensa y frágil, que tenía el irrevocable deseo de tomarla en sus brazos y dejarla allí aunque los mismos se le durmieran, aunque tuvieran que cortárselos para quitársela, la quería junto él, ahora, mañana, al día siguiente, siempre, y no había nadie que pudiera hacerle cambiar de opinión.
Nathaniel, estaba a punto de responder cuando de un segundo al otro Elliot se encontraba retorciéndose de dolor, se tomaba el pecho con desesperación, reteniendo un grito desgarrador.
—Ya es tarde...—susurro. En un su rostro se encontraba una mueca de dolor y su ojos se habían tornado vidriosos a causa de las lágrimas retenidas. —La perdí, ella... me olvido, realmente lo hizo. —continuo, en un susurro roto. Observo a la joven que poco a poco iba recuperando la conciencia, vio cómo su madre la inspeccionaba, como los médicos la revisaban, y su alma fue rompiéndose en pedazos, su corazón que ya estaba roto, se hizo polvo, y su rostro se desfiguró con las más crudas de las verdades. Lo sabía, siempre lo supo, pero ver el rostro de Emma carente de emociones le hizo afrontar aquello que nunca quiso aceptar, el olvido.
—Lo lamento, pero no puedo seguir aquí. —hablo nuevamente Elliot, aun observando a Emma, a lo lejos podía escuchar como su madre le relataba lo que había sucedido, aunque ni siquiera ella lo sabía, estaba claro que sus recuerdos también habían sido modificados.
— ¿Por qué no te despides? —pregunto su amigo con empatía.
—Ni siquiera me recuerda, ¿Qué sentido tendría hacerlo? —pregunto esta vez con enfado, y luego desapareció.
Nathaniel, suspiro, entendía, aunque sea un mínima parte, lo que Elliot sufría, sabía que en aquel momento era mejor que lidiara por sí mismo lo que estaba sintiendo, pues no había mucho que hacer, solo lidiar con ello.
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Una loca, muy loca idea había comenzado a rondar su cabeza, sabía que se arrepentiría, por supuesto que lo haría, él obedecía las reglas, hacia exactamente lo que le mandaran, sin discusiones, ni nada, pero esta vez no podía quedarse con los brazos cruzados, quizás por lastima, quizás por simple empatía, o quizás porque no podía ver sufrir de tal manera a ese joven que poco a poco se había convertido en un gran amigo.
En todo caso, Nathaniel, tenía claro que lo estaba a punto de hacer estaba mal, y no cambiaría el inminente resultado final, pero al menos serviría como un leve consuelo.
Esperó a que cada visitante abandonara la habitación, aquella chica era realmente popular, o tenía una familia muy grande.
—Lo siento, iré a tomar algo de aire... Es por eso que no suelo hablar de esto, lo lamento. —escucho como James se disculpaba. Conocía su historia familiar, ¿Cómo no hacerlo? Aquel joven era la famosa alma gemela de la chica que había robado el corazón de su amigo. Sentía lastima por él, Elliot había interferido en más de un sentido en su vida, y ambos sabían cuánto ese chico la necesitaba, pero como los humanos siempre decían "Lo primero es la familia" o los amigos, el punto se entendía.
Se acercó rápidamente a ella haciéndose visible. —Lamento interrumpir. —dijo al notar que la joven se encontraba perdida en sus pensamientos.
— ¿Qui-quién eres? —pregunto Emma, claramente temerosa por su repentina intromisión.
—Eso no importa. —respondió él simplemente. —Pero, necesito que recuerdes algo. —tomo su cabeza, y con gran eficacia hurgo en su mente, abriendo candados, desbloqueando puertas, y le dio a la joven una nueva oportunidad de recordar.
Ella lo observo mareada, por tantos repentinos recuerdos, hurgando en su mente había comprendido lo mal que la había juzgado, por supuesto nunca lo admitiría ante Elliot, pero gracias a ello pudo comprobar que su amor era real, que no era un simple capricho humano, que su amigo no había caído en el amor por nada.
—Sé que no me conoces, y lo lamento, pero no puedo decirte mi nombre, solo diré que la persona que ha tomado tú corazón sufre de igual modo, y creo que hay algo que aún le debes decir. —dijo Nathaniel, hablándole lentamente para no marearla más de lo que estaba.
—Elliot. —susurro Emma, tomándose la cabeza.
—Exacto, y creo que debes darte prisa. —aconsejo.
— ¿Por qué no está aquí? —pregunto ella claramente sorprendida por su ausencia. Por supuesto, porque Elliot, siempre estaba allí.
—En el momento que lo olvidaste su vínculo se rompió, no pudo tolerarlo y se marchó, pero lo conozco lo suficiente para saber que no se ira sin despedirse.
—Pero no está aquí. —murmuro ella aun sin entender.
—No pudo despedirse de ti, pero aún puede hacerlo del lugar, el lugar donde te conoció, donde...nació su amor. —explico lo más claro posible, sabía que despedirse de Emma sería muy duro para él, pero no dejaría atrás un lugar tan importante sin antes hacerle una última visita.
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Un cupido Online
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