¿Qué era aquel sentimiento? Se sintió tan bien, y a la vez tan mal, era algo contradictorio, quería que mantuviera su mano allí, justo donde estaba, y a su vez salir corriendo.Emma, se alejo con disimulo, sin que parezca un rechazo, estaba confundida, no debía tener esa clase de pensamiento con el.. ¿Amigo con derecho? De su hermana. Algo estaba mal con ella, definitivamente, pensó.
—¡Bien! Es hora de irnos, ¿Cierto, James? —dijo Brenda interrumpiendo el trance en el que se encontraba su amiga.
—¿Eh?—preguntó él, confundido, ni siquiera recordaba que ella estaba allí —. Como sea, solo vine para traerte esto, espero que te mejores pronto.—respondió finalmente observando solo a Emma, se acerco a ella y luego de besar levemente su mejilla se dio la vuelta y avanzo hacia su casa.
—Oh, chica, estas en serios problemas. —murmuró Brenda, para luego despedirse de su amiga.
Emma, suspiro, las cosas se tornaban cada vez más extrañas, ni ella misma lograba entenderse del todo, por otro lado, una pregunta había comenzado a rondar en su mente, pero no se atrevía a decirla en voz alta, algo le decía que el día que la dijera todo cambiaría radicalmente.
*****
—Al fin, creí que nunca se irían.—dijo Elliot en cuanto Emma cruzo el umbral de su habitación.
Ella lo ignoro, no estaba de ánimos para discutir, solo quería pegar su cabeza a la almohada como la enfermera le había recomendado y no despertar hasta que su cabeza estuviese despejada.
¿Por qué debía ser tan complicado? Se pregunto internamente, si tan sólo hubiese una manera de saber quién es aquel chico al cuál estaba destinada, podría ir, ver que tan bien le cae, trataría con esmero enamorarse de él y cupido sería libre, porque sabía muy bien que lo que sea sentía en su interior seguía creciendo cada día más y debía frenarlo, detenerlo, y si lo mejor era olvidar, pues olvidaría.. Pero ¿Era realmente lo que ella quería? Si debía ser sincera la respuesta era un rotundo No. Lo tenia tan claro como el agua, así también como el hecho de que si seguía creciendo sólo terminaría sufriendo, y no quería por nada del mundo que su primera experiencia amorosa terminará con un corazón roto.
*****
—Entonces, ¿Ya te sientes mejor?—pregunto Elliot en cuanto Emma despertó.
—Eso creo. —murmuró ella en respuesta. Creyó que dormir le serviría, que aclararía sus ideas, pero solo sirvió para olvidar por un momento, en cuanto abrió los ojos todo regreso como un torbellino, la absorbió dejándola a la deriva, luchando contra las fuertes ráfagas que sólo querían volver a hundirla en el centro de la tormenta.
—¿Sucede algo? No tienes buena cara. —insistió Eliot, desde el día anterior, exactamente desde el momento en que sus amigos se habían ido, noto que se comportaba extraño, como si algo la estuviese molestando.
—No, solo estoy algo cansada.
—Has dormido casi por doce horas ¿Cuánto necesita dormir una persona? —pregunto el chico con interés. Si mal no recordaba, había leído que las horas recomendables de sueño eran ocho.
—Podría dormir un día entero y seguiría con sueño, así que no te hagas drama, es parte de mi naturaleza. —dijo Emma en respuesta, y era cierto, no importaba cuantas horas durmiera, siempre tenía sueño.
—¿Puedo preguntarte algo? —Elliot se acerco lentamente hacía ella, quería ver su cara a la hora de responder su pregunta.
—Mmm, depende.
—¿De qué?
—De cual sea tu pregunta. —respondió Emma simplemente.
—¿Sientes algo por... James? —pregunto Cupido finalmente.Emma lo observo horrorizada, ¿Cómo se atrevía a preguntar aquello? ¡Era el.. -Lo que sea- de su hermana! Lo que más deseaba era olvidar aquel momento con el joven, y Elliot no hacía más que recordarle lo que había sentido en cuanto la mano de James tocó su mejilla. No podía responder, porque ni siquiera ella sabía lo que sentía con exactitud.
Si, el chico era apuesto, buena persona, parecía ser inteligente, e incluso divertido, pero.. Era prohibido, si bien no le importaba esa regla de "Es mio, yo lo vi primero" con la que su hermana vivía, si le importaba el daño que le podía provocar a ésta si supiera que tan cercana se había vuelto de James.
Dejaría que su hermana viviera su lindo y estúpidamente quemado cliché, ella estaría bien, encontraría a su alma gemela, olvidaría los sentimientos que aún se negaba admitir -la atormentaban noche y día- y fin, todos terminarían felices y comiendo chocolates.
Elliot la observo en espera de su respuesta, una que nunca llegaría ya que la puerta se abrió de un estruendo y su hermano, Corbin, ingreso a la habitación.
—¿Qué sucede aquí? —pregunto el recién llegado.
—Eh.. —comenzó Emma, para luego ser interrumpida por su hermano.
—Nada de "Eh", deberías estar en la cama, por dios, ¿Planeas llegar enferma a tu cumpleaños? —se quejo. Arrojándose en su cama y luego levantándose como un resorte al recordar que está se encontraba llenar de los gérmenes que su hermana había dejado.
—Corbin, aun falta dos semanas para eso. —murmuró Emma, sintiendo la tranquila y cálida respiración de Elliot justo a un lado de su oreja.
—¿Y? Es tú último año de escuela, el próximo te irás a la universidad, hay que planear una fiesta a lo grande, como decía el abuelo "Arrojaremos la casa por la ventana". —dijo el chico entusiasmado, quería disfrutar lo máximo que pudiera este último año con su hermana, pues sabía que luego ya no podría estar con ella cada vez que quisiera. Era su hermana pequeña, la pequeña Emmy, la niña que lo seguía de un lado a otro, la niña a la que obligó prometer tendría novio a los 30 años y solo si él lo aceptaba. No quería que se fuera, que se alejara, que otro más la cuidará de los múltiples peligros de la vida, no quería que nadie más hiciera su trabajo, él debía ser quien peleará contra viento y marea por la seguridad y bienestar de su hermana. Pero ella ya no era una niña y solo le quedaba aceptar que podía cuidarse sola y que en realidad no necesitaba de nadie, ni siquiera de él.
—Yo.. —comenzó ella, siendo esta vez interrumpida por la voz de su cupido diciendo "Di que si, esta podría ser nuestra oportunidad", por lo que luego de unos segundos le respondió a su hermano un leve "Si".
Estuvieron hablando por unos cuantos minutos más, hasta que Corbin le pidió jugar a la consola, luego de eso todo se transformo en gritos de guerra, sonidos de disparos y el clic constante de la teclas.
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Un cupido Online
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