Capítulo 42

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Habían pasado casi seis meses, medio año, desde que había derramado más lágrimas de las que creyó posible en los brazos de un extraño, que hoy podía decir con total seguridad se había convertido en un gran amigo.

Elliot, su nombre era elegante como todo él, había ganado su confianza en tan corto tiempo que comenzaba a darle miedo, nadie, ni siquiera Brent lo había hecho, siempre había sido reacia en confiar a las personas, lo era por naturaleza, muchas veces quiso cambiar, ser diferente, e increíblemente con Elliot sentía una paz, una libertad, que le asombraba de sobremanera.

Como, Emma suponía, no había vuelto a hablar con James, le dolía, no iba a negarlo, pero el dolor comenzaba a ser soportable, como Elliot, aquel día en el que la encontró llorando en un cuarto oscuro y polvoriento, le dijo "El dolor no perecerá, no flaqueara a la hora de atacarte, te consumirá, te hará preguntarte por qué no hiciste las cosas diferente, pero un día sin que siquiera te puedas dar cuenta notarás como que poco a poco se hará más soportable hasta solo quedar como un simple recuerdo", había dicho cada palabra con absoluta seriedad y se mostraba tan convencido que solo le había quedado asentir, no tenía quejas ni acotaciones innecesarias , porque en el fondo sabía que él chico de profundos ojos azules tenía razón.

—Hola. —saludo Elliot, su acento inglés aún intacto la tenía embelesada, ¿Qué tenía los acentos de especial? Si ella fuese a Inglaterra probablemente también llamaría la atención.. O eso suponía.

Gracias al hecho de que había sido su guía turístico en la universidad, le habían asignado un asiento junto a ella. Ser la mejor de la clase sin duda tenía sus beneficios, pensó Emma.

—Hola, ¿tuviste problema con el trabajo? —pregunto fingiendo estar interesada en su respuesta y no en como sus ojos azules brillaban a causa de la luz. Tenían que entregar su tesis final, pues en un parpadeo el semestre ya estaba por acabar

—Sí, bueno, he de aceptar que tengo una inteligente y bella tutora. —respondió él, sentándose con una sonrisa que podía pasar por tierna, pero que en realidad sólo lo hacía lucir aún más hermoso, de lo que por sí ya era.

—Agh. —bufo Emma, irritada por sus propios pensamientos. Estaba mal, Dios... Era un asco, hace solo medio año había terminado con James y ahora estaba interesada, de un modo que no podía admitir en voz alta, en el chico que tenía en frente.

—Bien, lo lamento, no volveré a referirme a ti con calificativos, pero admito con todo el pesar que me resulta completamente imposible guardar tales pensamientos solo para mí. —dijo Elliot al escucharla bufar, observándole atentamente.

Solo había sigo sincero, pensó el chico preocupado.

Le costaba un gran trabajo fingir que no estaba interesado en la chica de ojos oscuro, y suave, casi negro, cabello que por cierto se moría por tocar, desde el momento en que la vio, con su rostro repleto de lágrimas sintió la necesidad innata de cuidarla, protegerla, el feroz deseo de que esa joven de rostro angelical sólo lo mirara a él.

—No, no, lo siento, sólo...no importa, no me.. Molesta que lo hagas. —respondió ella, sonrojándose. No tenía caso seguir fingiendo, algo, una fuerza mayor, la atraía como un imán hacia él, cada vez que se miraban, que sus pieles se rozaban, que su voz entraba por sus oídos caía en un hechizo del que parecía imposible poder salir.

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Su cabeza estallaría, de eso estaba segura, ese chico había hecho algo con ella, definitivamente, no era normal albergar tales pensamientos, sentimientos, por alguien que conoce hace solo medio año.

—Emma... ¿Podemos hablar? —pregunto Brenda con seriedad. El día escolar había terminado y ambas se encontraban en camino hacia sus respectivas casas.

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