Capítulo 18

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Extrañamente el vestido no le quedaba tan pequeño como creía. Sólo estaba unos cuatro dedos por arriba de las rodillas. Se observó en el espejo, se veía bien, y se sentía bien, que era aún más importante.

—Te ves hermosa. —susurro Elliot apareciendo detrás de ella reflejado en el espejo.

—Gracias, es sorprendente lo que un buen vestido, maquillaje y un simple peinado pueden hacer. —murmuró ella en respuesta tratando de quitarle importancia a lo que él acababa de decir.

—Emma, tú eres hermosa aún si todo eso. —dijo él, desapareciendo ante el sonido de la puerta.

"Oh. Dios. Bendito sea quien haya golpeado" pensó para sí, pues no sabía que responder ante semejantes palabras. Si la sola presencia de aquel apuesto y casi angelical joven la hacía perder sus sentidos, ¿Qué esperaban de ella cuando él dedicaba tan hermosas palabras hacia su persona?

— ¿Lista? Los invitados... ¿Qué demonios llevas puesto? —exclamó Corbin repasando el atuendo de su hermana. —Daisy, ¿Verdad?

—Sí... —susurro Emma con pesar.

—Bien... —dijo su hermano tomando lentas respiraciones —, te quedaras así, no quiero problemas con Dai, además, la mayor parte de los invitados ya llegaron, pero, escúchame bien... Al primer comentario inapropiado subes y te quitas ese vestido ¿De acuerdo?

—Claro, no es como si quisiera llevarlo puesto.

—Genial, ahora vamos, la fiesta debe comenzar. —dijo él tomando su mano y arrastrándola fuera de la habitación.

*****

Oh, dios. Oh, dios.

¿Qué había dicho? Las palabras simplemente brotaron de él sin que pudiera detenerlas, pero... Ella se veía realmente hermosa, no estaba acostumbrado a verle de aquella forma, su ropa holgada y reservada no le había dado pista alguna de las marcadas y lindas curvas de su cuerpo.

Pero más allá de lo físico, ella siempre se veía hermosa, con ese aire inocente que solo ella tenía, la simpleza y humildad de su persona era lo que la hacía tan especial. Aunque estaba seguro de que si vestía así cada día perdería la poca cordura que le quedaba. ¿Cómo su hermano permitió que saliera así vestida a una fiesta que estaría mayormente poblada por invitados del sexo opuesto? Pensó. Luego con vehemencia descarto aquel pensamiento, él no debía preocuparse por eso, su única preocupación debía ser el que ella finalmente encontrase el amor.. Cosa que se estaba haciendo cada vez más difícil.

Todo se estaba saliendo de control, había prometido no volver a interferir, sin embargo, ahí estaba él, abrazándola y luego dedicándole bellas, y sinceras palabras, sobre lo hermosa que lucía.

Debía ser alguna clase de castigo, seguramente, pensó. Un castigo por sus errores pasados, errores que, por supuesto, no recordaba. Sabía que había sido humano, era obvio, si no fuera así, él no estaría allí, haciendo de cupido para cumplir un deseo que había sido completamente borrado de su memoria.

Pero, por alguna razón, sentía que su caso era especial, sentía una gran unión a Emma, una que no llegaba a explicar, le hubiera gustado hablar con algún otro compañero, otro Cupido, para saber si aquella unión era producto de su trabajo, pero sospechaba que no, que solo él tenía la desdicha o la suerte de sentir aquello.

O quizás, era Emma el problema, al no ser la persona indicada provocaba alguna clase de corto circuito en el sistema, pues crear un lazo, o la simple conexión que tenía con ella debía ser imposible para cualquiera, pero ahí estaba Emma, desafiando toda ley o regla establecida.

Suspiro, estaba desvariando ¿Ella, el problema? No, él estaba mal, desde que llego no había hecho más que meter la pata, ni siquiera sabía hacer correctamente su trabajo, si fuera así ya habría encontrado alguna solución, la persona destinada a Emma -vaya le molestaba solo pensar que había alguien destinado a ella- ya hubiera aparecido, pero no. Aunque tenía una ligera sospecha de quien pudiese ser, y si, era cierta, provocaría un gran lio. Oh, vaya que lo haría, debía encontrar a esa persona, evitar que la bomba explotase y fin. Sencillo. Luego podría decir tranquilamente "Adiós"

Adiós confusiones. Adiós molestos y ruidosos humanos. Adiós problemas. Adiós Emma... Aquello último era lo más doloroso, pero a su vez, lo más importante. Pues era lo esencial, aquel ultimo adiós, le daría la bienvenida al esperado "Hola".

Hola, al deseo que ni siquiera recuerdo. Si, podría sonar mejor. Pero no encontraba la forma de hacerle "sonar" mejor, cuando aquello que antes esperaba con ansias se había convertido con el pasar de los días en el cruel recordatorio de que un día lo perdería todo. Pues ese "Hola" se había convertido en el recuerdo constante de que él no pertenecía allí, que no pertenecía a ella.

Negó, su cabeza era un lio, y su corazón le seguía el paso. Pero debía concentrarse, estaba allí por una razón, equivocada, claro, pero aun así debía cumplir lo mandado. Y eso haría.

Agradeció desde lo más profundo de su ser la repentina intromisión de Corbin, no conocía al chico, sin embargo, le estaba extremadamente agradecido. Si tan solo hubiera permanecido unos minutos a su lado, sabía, cometería alguna estupidez.

No podía seguir de aquella forma. Debía poner manos a la obra y eso mismo haría esa noche, aprovecharía el momento y llevaría su gran plan acabo.

****

—Oye, y... ¿Elliot? —susurro Brenda. Le extrañaba no ver al joven alado cerca de Emma. Él siempre estaba donde ella, sin importar qué.

—No lo sé, dijo que me sorprendería... Dios, espero que no salga del interior de un pastel. —respondió Emma con temor, nunca sabía que esperar con ese chico.

—Si sale desnudo y cubierto en chocolate no veo cual sería el problema.

Emma la observo, bueno, seguramente sería una gran vista, aunque no podía decirlo con seguridad... Pues ella nunca lo había visto de aquella forma. Aunque, si se guiaba por cada musculo sentido por encima de su ropa, podía decir que estaba en forma. Aquel pensamiento provoco que se sonrojara, ella sabía cómo se sentía su espalda –por encima de la ropa-, sus brazos... Su abrazo. Él la había abrazado. ¿Era posible que un simple abrazo significara tanto?

Negó, sus pensamientos nuevamente se dirigía a aquel momento. Abrió la boca para responder a lo que su amiga había dicho, pero antes de que pudiera hacerlo el timbre sonó llamando su atención.

¿Sus ojos la estaban engañando o... Elliot efectivamente acababa de entrar por la puerta de entrada? ¿Qué hacia allí? Y no sólo eso, sino ¿Por qué era visible?

Un cupido OnlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora