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— Vení.— Acru estiró sus brazos buscando que Daniel le correspondiera el abrazo.

La actitud desconfiada del menor ponía en desesperación a Acru. Le tomó las manos y lo acercó hacia el de forma lenta dándole a entender que debía estar tranquilo. Con inseguridad Daniel al fin lo abrazó.

— No quiero que estés mal por algo que fue mi culpa. — le susurró sobre su cuello. Dani tenia sus ojos cerrados, extrañaba tenerlo tan cerca. Lo amaba tanto.

Luego de unos segundos en silencio, comenzó a rozar sus labios con el cuello del menor, logrando que un escalofrío recorriera todo el cuerpo de este último. Los roces se convirtieron en besos húmedos. Daniel al sentirlo se separó.

— Estas fumado ¿verdad?— preguntó viéndolo fijo. No estaba molesto, para nada, es más, tenía que admitir que quizás le había gustado un poco.

— Si, un toque. — pasó una mano por su cabello.— Perdón, posta, ya me la volví a mandar.— lo miró de reojo.

— Como siempre.— dijo con una sonrisa.— Ahora que lo decís.— hizo que lo viera a los ojos.— Hubieses seguido. No hay problema. — Acru quedó sorprendido al oír las palabras de Daniel.— Total, yo no te gusto y vos a mi tampoco.— intentó explicarle. Agustín no creía ninguna de las palabras del menor pero aún así le gustaban.

— ¿Sería algo así como ahogar penas?— hizo un gesto. Dani se encogió de hombros. Suspiró.— Dale.

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NI SE LES OCURRA TRATAR DE ZORRA A NINGUNO DE ESTOS DOS WACHINES EH