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— Todavía pienso que nos apuramos mucho con esto de chamuyar.— decía Mateo sin dirigirle la mirada al mayor.

— Te diste cuenta re tarde, corazón.— respondió Agustín acariciando la espalda del otro el cual estaba acostado en su pecho.— Igual, te encantó, o sea.

— Mucho.— lo miró con una sonrisa. Acru mordió su labio. — Te quedas supongo ¿no?— preguntó acomodándose para poder mirarlo. Estiró su mano hasta donde estaba su celular para fijarse la hora. Las 20:14, ya se estaba haciendo tarde.— son las ocho y cuarto por eso te digo.— le terminó de explicar.

— Si no tenés problema, me quedo amor.— sonrió. Le había dicho amor. No podía sentirse más enamorado, si es que esa era la palabra correcta.— Tengo que ducharme. — se sentó en el colchón.— ¿Puedo pasar?

Mateo asintió y señaló a donde tenia que ir. Cuando se quedo solo en la habitación, rápidamente tomó su teléfono, tenia que hablar con alguien.  Tenia que llamar a su mejor amigo y contarle, pero no sabia si Daniel era el indicado para enterarse primero de esto.

La única persona en la que confiaba demasiado tanto como con Dani, era Damián. Sean buenos sus consejos o no, era genial para que escuchara sin opinar nada malo al respecto.

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