El testimonio

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 —To light the night, to help us grow… To help us grow— Cerré los ojos intentando pensar en cómo continuar la canción pero nada. No podía. Esa mañana me había despertado tarareando una melodía completamente nueva para mi y no lo dude ni un segundo antes de agarrar la guitarra y comenzar a escribir algo. Hacía mucho tiempo desde la última vez que había escrito algo y por primera vez en mucho tiempo me sentí bien, de eso hasta que me quedé sin inspiración. Tan solo tenía ese pedacito de la letra y si bien me gustaba no había conseguido mucho. — It is not said I always know— Surgió de mis labios de repente.

 Un ruido proveniente de la cocina me hizo sobresaltar y por un momento me asusté. Agarré mi guitarra y la pegué a mi pecho. No sabía que hacer y tampoco tenía mucho entrenamiento en defensa personal. Si alguien había entrado en el apartamento estaba en serios problemas.

 —Mierda, mierda, mierda— La puerta de mi habitación se abrió y como por acto reflejo corrí y golpeé con el instrumento a quien sea que había entrado.

 — ¡Carajo! — Dijo molesto y luego comprendí. Rush se encontraba allí y se estaba tocando el punto de la cabeza donde lo había atacado.

 —Oh, lo siento Rush, lo lamento, creí que…— Dije agitada aún por  el susto. Él se enderezó y me miró con el ceño fruncido.

 —Pegas fuerte, chica— Una sonrisa se asomó en sus labios.

 —Lo lamento, me olvidé que estabas aquí— Me disculpe bajando por fin mi arma de defensa.

 —No sabía que tocabas la guitarra— Comentó él y yo me encogí de hombros. — De todos modos, te quería decir que ya me iba— Asentí con un movimiento de cabeza y luego recordé que había algo que me había dado vueltas en la cabeza toda la noche.

 —Rush ¿Puedo preguntarte algo? — Dije algo tímida. Sus profundos ojos azules se clavaron en los míos. Dios. Este chico tendría que dejar de hacer eso. —¿Cómo es que terminaste metido en las drogas?

 Bajo su intensa mirada la habitación a sentirse más pequeña. Frunció el ceño y luego, algo incómodo se rascó la cabeza.

 —No es algo que realmente quieras saber, Anna. Gracias por haberme ayudado anoche— Y eso fue lo último que dijo antes de girar sobre sus talones y alejarse de allí.

 Me preguntaba cuando pasaría hasta que lo volviera a ver otra vez.

 Mi teléfono comenzó a sonar y sin mucho interés lo tomé.

 — ¿Hola? — Pregunté a la persona que se encontraba al otro lado de la línea.

 —Señorita Parks. Buenas tardes, habla el oficial Carter— Respondieron. Dejé a un lado el libro de cálculo que tenía sobre mi regazo y me incorporé para poder prestar atención.

 —Carter ¿Algo nuevo? — No recibía una llamada suya desde hacía poco más de tres semanas cuando me dijeron que comenzarían a buscar a algún testigo que pudiera colaborar con la causa.

—Conseguimos el testimonio de uno de los vecinos que se encontraba cerca del lugar del crimen. Tenemos material para trabajar pero me gustaría juntarme con usted para poder charlarlo mejor ¿Está disponible hoy por la tarde? — Su voz monótona me decía que estaba trabajando en algo, de fondo podía oír que tecleaba algo en su computadora. De acuerdo, tenía que ser algo realmente bueno para que me citara.

—Por supuesto ¿A las cuatro le parece bien? — Miré el reloj de mi muñeca. Faltaba un cuarto para el mediodía.

 —A las cuatro en la jefatura entonces, Annabelle. Nos vemos allí, tengo trabajo que hacer. Luego nos vemos— Dijo él cortésmente.

—Gracias Carter, nos vemos.

 Colgué y permanecí unos segundos mirando el teléfono celular en mi mano. Al fin luego de tres meses había testigos. Los padres de Ethan habían decidido no indagar en el tema y me sorprendía de hecho que no quisieran saber quién había asesinado a su hijo. Pero si ellos no lo hacían yo sí. Estaba dispuesta a llegar hasta las últimas posibilidades y meterme donde sea necesario para descubrir la verdad.

 Crucé las puertas de la jefatura. Quedaba a unos veinte minutos de mi apartamento de modo que tuve que coger un taxi para poder llegar a tiempo. Ni modo que iba a caminar. Tenía que considerar la posibilidad de comprarme un auto.

 Resoplé y aparté el pelo de mi cara al tiempo que tomaba asiento frente a el escritorio del oficial Ronald Carter. Me recibió con una amable sonrisa y sin decir nada deslizo una hoja de tamaño grande sobre el escritorio. Con el corazón desbocado la tomé entre mis manos y me encontré con la ficha de un hombre de unos cuarenta años, tal vez cuarenta y cinco. Había información sobre él, al parecer su nombre era Daniel. Era su testimonio.

 —Voy a salvarte un poco de toda esa lectura— Comenzó el oficial —El hombre asegura haber oído tres disparos. Su casa se encuentra frente al lugar del asesinato. Daniel, como lo indica en la ficha, al oír ese ruido se asomó por la ventana y vio cuando huía un muchacho —Oh, aquí vamos— Lo describió de contextura delgada pero alta. No podremos hacer una ronda de reconocimiento porque el maldito que huyó corriendo llevaba puesta una sudadera y el gorro de la misma tapaba su rostro. También dice que vio como poco antes de que dicho hombre huyera, un vehículo color gris salía prácticamente pitando del lugar— Hizo una pausa y me miró.

 —De acuerdo y luego…

 —Por el momento es todo lo que tenemos pero nos asegura que la casa de otro de los vecinos esta monitoreada con un servicio de cámaras de seguridad veinticuatro horas. No quiero que te ilusiones pero estamos a poco de conseguir una orden para que estas personas nos den acceso a dichas filmaciones y tal vez podamos tener una vista más amplia del incidente.

 —No fue un incidente Carter, fue un homicidio— Lo corrijo apretando mis dientes.

 —Tú entiendes a lo que me refiero. Pero en fin, eso es todo lo que tenemos por el momento.

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora