El motel

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 Rush;

—Duerme un poco Anna, mañana por la mañana veremos que hacer ¿De acuerdo? — Pregunté acercándome hacia ella que ya se encontraba sentada en el borde del incómodo colchón de aquel motel barato. Aunque supongo que mejor es esto antes que dormir en el bosque, no podía quejarme mucho.

 Percibí un leve asentimiento de su cabeza pero aún si dirigirme la mirada. Con la vista perdida en alguna parte de la habitación con su mente viajando probablemente a la experiencia vivida horas antes. Decidí que mejor no la molestaba, más que seguro ella necesitaba unos minutos a solas, eso me había quedado claro cuando la encontré llorando en el baño y no pude reprimir los impulsos de lanzarme corriendo hacia allí y sostenerla en mis brazos. Un gesto egoísta de mi parte, ya que como decía ella probablemente quería estar sola, pero la necesitaba, necesitaba sentirla, abrazarla y saber que ella estaba con vida. Solté una respiración profunda y sin decir nada más me dirigí hacia el baño de poca monta de aquel lugar. Creo que ya debería dejar de maldecir este puñetero lugar. De no haber sido porque llegamos hasta acá quién sabe dónde estaríamos.

 Quité mi ropa que aún se encontraba completamente mojada de haberme metido en la bañera cuando Anna se encontraba allí y una vez que me encuentro debajo de la regadera y el agua comienza a limpiar los restos de barro de mi cuerpo me permito pensar en lo sucedido. Las horas pasadas habían sido un verdadero infierno para ambos, aunque más para Annabelle que para mí. No era la primera vez que me daban una buena paliza pero si la primera vez que tuve miedo. Por primera vez en mi vida había tenido miedo de morir y todo eso podía simplificarlo al hecho de que en todo lo que podía pensar era en ella. Mientras el jodido de Kyle me daba golpes en el estómago en todo lo que pensaba era en resistir por Anna, si yo moría nadie más iba a cuidarla. Quizá tal vez lo hiciera mi hermano Max o sus padres pero nada me consolaba. Tenía que ser yo. Yo tenía que cuidar de ella.

 Me golpeó mentalmente la cabeza por encontrarme momentáneamente vagando en la curva de sus caderas y el largo de sus piernas envueltas por las mías. La había tenido desnuda frente a mí y con mucho esfuerzo había conseguido apartar mis pensamientos menos sensatos de mi cabeza. Hubiera sido muy morboso de mi parte excitarme cuando ella se encontraba completamente rota emocionalmente entre mi cuerpo, pero ahora en todo lo que podía fantasear era en volver a verla desnuda pero esta vez debajo de mi cuerpo. Haciéndola mía, solo mía.

 Joder, necesitaba bajar la temperatura del agua ya que una gran erección comenzaba a formarse entre mis piernas. Por Dios, ni que fuera la primera mujer que veía desnuda en mi toda mi vida.

 Conseguí apartar esos pensamientos de mi cabeza y finalmente darme el merecido baño que mi cuerpo exigía para luego secarme y cubrirme solo con mi bóxer recién lavado pero aún mojado.

 Al salir del cuarto de baño y acercarme a la cama pude notar que Anna ya se encontraba dormida. Cuanto se merecía una buena noche de sueño aquella mujer…

 Hice a un lado las frazadas que cubrían su cuerpo y me metí allí sin moverme demasiado para no despertarla. Mis ojos ardían de sueño y sin retrasarlo más me permití ir hasta lo más profundo de mi mente y finalmente conciliar el sueño.

   Un cosquilleó en mi mejilla izquierda me hizo despertar horas después esperando lo peor. Pero no, con todo lo que me encuentro es con un bonito par de ojos viéndome fijamente, eso y una mano pequeña y cálida apoyada suavemente sobre la piel de mi rostro. Comienzo a sentir como mi corazón bombea con fuerza contra mi pecho y cuento mentalmente hasta diez para evitar hacer una tontería.

 — ¿Qué estás haciendo? — Consigo decir dejándome parecer un completo estúpido frente a la mujer que me está tocando el rostro. Sus ojos miran hacia abajo y aparta su mano de inmediato. Noto como sus mejillas se tiñen de rojo y reprimo una sonrisa.

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora