Las cartas del hermano

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Despertar en sus brazos fue una de las mejores experiencias que tuve en mi vida. El calor corporal que se entendía entre nuestros cuerpos llegaba a conmoverme. Saber que la noche pasada habíamos estado juntos me llenaba de sentimientos y me hacía sentir viva. Casi que había olvidado como se sentía estar de esa manera con alguien que quieres. Y con Rush lo había experimentado y quería repetirlo. Aparté las sábanas que cubrían mi cuerpo semi desnudo y con sumo cuidado me dispuse a salir de la cama. Rush hizo una serie de quejidos que fueron silenciados cuando bese su frente.

Mi estómago rugía exigiendo algo de comida y estuve a punto de salir de la habitación para ver si encontraba algo cuando una serie de papeles que sobresalían de la montaña que había sobre su escritorio llamó mi atención. No me consideraba una chica que husmea en las cosas de su novio –no es que Rush fuera el mío- pero el impulso de saber que eran fue más grande. Me acerqué hacía ellos e hice a un lado su laptop. Una perfecta caligrafía, ya desgastada por lo que supuse fue el paso del tiempo, estaba remarcada en la solapa de un sobre color lavanda que tenía los bordes rotos. Y tenía mi nombre. En letra cursiva se leía Annabelle.

 Volteé para ver hacía donde yacía Rush durmiendo y él seguía en la misma posición que lo deje segundos atrás.

 Tomé el sobre entre mis manos y recién cuando abrí el pliegue noté que mis manos temblaban.

 Una hoja doblada en dos partes se encontraba en su interior. Y sin más rodeos la saqué.  Era una carta.

 Lamento haberme olvidado nuestro aniversario cariño. Sé que este último tiempo estuve algo distraído y no te presté la atención que tú te merecías pero todo es por nuestro futuro. Puedo imaginarme como tu ceño esta fruncido mientras lees esto y lamento haberte hecho enojar, nunca fue mi intención. Sabes que te amo, Anna. Perdóname y déjame compensarte por ello.

 Je t’aime, mi dulce mujer.

 Ethan.

 Mis piernas amenazaron con fallar y tuve que contener el aliento. Esa carta la había escrito Eth poco antes de morir, supuse. Ya que nuestro aniversario había sido dos días antes del homicidio. Él la había escrito para mí solo que aquella carta nunca había llegado a mis manos.

 — ¿Anna? — La voz ronca de Rush hizo que me girara asustada. — ¿Qué estás haciendo? — Sus ojos bajaron hasta la carta que sostenía en mis manos y cuando se dio cuenta de lo que era saltó de la cama para llegar junto a mí. — ¿Por qué estás revisando mis cosas? — Preguntó él y no pude encontrar mi voz.  — ¿Annabelle, podrías contestarme? — Sus profundos ojos me miraban atentos y enojados.

 —Yo…yo solo, vi y tenía que leer. Yo, lo lamento— Dije de manera atropellada. Aún me encontraba algo aturdida por aquella carta y el hecho de que Rush me esté mirando de aquella manera no ayudaba a calmarme. Él quitó el papel de mis manos y luego de hacerlo un bollo lo lanzó al pequeño bote de basura que se encontraba bajo el escritorio.

 — ¡Oye! ¿Qué estás haciendo? ¡Esa carta es para mí! ¡Ethan la escribió para mí!

 —No es lo que crees, Anna— Respondió él calmadamente. Demasiado para mi gusto.

 — ¿Qué no es lo que yo creo? ¡Tú tenías esa carta y nunca me la diste! — Grité. —Yo tenía el derecho de tenerla conmigo, era mía, joder Rush— Discutí. Y ni siquiera sabía porque lo hacía. Solo que aquello era algo de Ethan y mío. Nuestro.

 — ¡Oh Anna, lo lamento, no creí que aún quisieras conservar cosas de tu ex novio cuando ya tienes uno nuevo! Si querías follar para pasar el rato me lo hubieras dicho, maldita sea, yo no quiero ser tu pedazo de carne para saciar tus necesidades.

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