Sentimientos y confesiones

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 Luego de su confesión habíamos permanecidos en silencio varios minutos. Yo pensaba en ese nuevo sentimiento hacia Rush y él, pues la verdad es que no sé qué pensaba Rush. Todavía no desarrollé la habilidad de leer mentes.

 —Voy a darme una ducha y vuelvo— Dijo él de un momento a otro.

 —Espera, tengo que irme a mi departamento. ¿Podrías abrirme la puerta?

 La expresión de Rush, que era serena, cambio totalmente. Me miraba como si estuviera loca.

 —No voy a dejarte sola en tu departamento, Anna. Ni lo pienses. Aquí estas a salvo— Se cruzó de brazos y me miró completamente serio.

 —He vivido sola los últimos meses, Rush— Me incorporé porque sentada me sentía pequeña, al lado de él. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de solo recordar la llamada que había recibido hace pocas horas.

 —Tú no te das cuenta de las cosas, Annabelle. El idiota que golpeaste en la fiesta es Isaac Cox, déjame aclararte por si no lo sabes. Es un jodido hijo de puta, que asesina gente como si no fuera la gran cosa, lo golpeaste, el cabrón ha de estar más que furioso contigo. No voy a dejarte sola, Annabelle. Es mi última palabra.

 — ¿Y qué pretendes? ¿Qué me quede aquí de por vida? ¡Estás siendo infantil, Rush! — Respondí en voz alta comenzando a fastidiarme por la repentina postura de él.

 —Eso no estaría mal, pero solo quiero que te quedes aquí hasta que se calmen las cosas. La infantil eres tú que no puedes darte cuenta de en qué lío te has metido. Ahora si me dejas, me iré a dar el jodido baño— Se giró para comenzar a caminar hacia alguna parte de la casa cuando finalmente me atreví a decir lo que me había estado guardando.

 — ¡Ese infeliz mató a Ethan! ¡Que me busque y con gusto voy a esperarlo! — Mi voz se quebró y no fui capaz de darme cuenta que mis ojos quemaban por las lágrimas que luchaban por salir. Rush se detuvo y giró sobre sus talones para mirarme horrorizado.

 — ¿Qué has dicho? — Dio grandes zancadas hasta quedar a pocos centímetros de mi cuerpo y me sujeto de los hombros con fuerza — ¿Qué demonios has dicho Annabelle?

 — ¡Él fue! ¡Él lo mató! — Grité con desesperación.

 — ¿De dónde sacaste eso? ¡Joder, Anna! ¿Quién te ha dicho eso? — Sentí sus manos apretar con fuerza mis hombros y comenzó a doler.

 —Nadie me lo dijo, yo lo vi. Vi una cinta del día del asesinato, fue ese jodido bastardo, Rush— Me lancé sobre su pecho y comencé a llorar como en mucho tiempo no había hecho.

 Sus fuertes brazos me apretaron contra su cuerpo y derramé todas las lágrimas posibles. No sé cuánto tiempo pasamos allí, en medio de la sala pero necesitaba soltar todo. Todo eso que me estaba matando por dentro.

 —Ya no llores más, Anna. Por favor— Me separó de su cuerpo y sus ojos se clavaron en los míos. Comenzó a secar las lágrimas de mis mejillas, su tacto tan cálido que aún no dejaba de sorprenderme.

 —No puedo quedarme aquí Rush, tengo que ir a mi casa. Tengo que hacer frente a todo esto. Y si ese idiota quiere buscarme que lo haga, te juro que lo voy a matar con mis propias manos— Respondí entre sollozos.  

 —No vuelvas a decir eso, Anna. Tú no vas a matar a nadie, pero ese cabrón es capaz de hacerlo. Y no voy a dejarte sola a la suerte. Te quedarás conmigo, yo te protegeré incluso con mi vida si es necesario. Pero no voy a dejarte ir, no lo vuelvas a decir porque si te pasara algo yo no sé cómo voy a seguir viviendo.

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora