Abrí los ojos y el primer pensamiento que cruzó mi mente fue simplemente Rush. Sin siquiera pensar salté de la cama para dirigirme hacia la sala donde había dejado a Rush durmiendo la noche anterior.
Allí se encontraba. Durmiendo sobre su espalda, plácidamente. Casi ni parecía que hace pocas había sufrido un ataque de tal calibre. No pude evitarlo y me acerqué hacia el sillón donde descansaba. Su pecho subía y bajaba rítmicamente. Sus ojos cerrados y boca ligeramente abierta. Se veía excepcionalmente guapo. Su cabello despeinado y una fina capa de sudor cubrían su frente. Lo cual me extraño ya que el apartamento era prácticamente un bloque de hielo a esas horas de la mañana.
—Me siento fatal, Annabelle— Murmuró aún con los ojos cerrados. Me pregunté cómo es que sabía que yo estaba allí.
—No es como si no tuvieras motivos— Pude notar como un escalofrío recorrió su cuerpo y él se tapó hasta la nariz.
—Voy a buscar analgésicos, ya regreso— Fue todo lo que conseguí decir. Aún no podía acostumbrarme a la idea de la vida en la cual estaba metido Rush últimamente.
Cuando lo había conocido en el Instituto él era un chico lleno de vida y felicidad. Siempre estaba rodeado de muchachas que revoloteaban a su alrededor intentando captar su atención. Un promedio casi perfecto y una beca en deportes le habían dado la popularidad que todos deseaban. Eso y su belleza increíblemente cautivadora. Es decir, yo era la novia de su hermano pero no era ciega. Jamás me hubiera imaginado que su vida tomaría un giro tan brusco. Alcohol, drogas ¿Quién lo diría?
Busqué los analgésicos que había tomado la noche anterior y antes de volver con él, tomé su camiseta que ya se encontraba limpia y seca.
Rush estaba sentado y sujetaba su cabeza con las manos.
—Estás horrible— Intenté bromear y él torció los labios en una expresión realmente adorable.
—No puedo decir lo mismo de ti, te vez tal y como imaginé que te verías por las mañanas, hermosa— Abrió sus ojos y prácticamente perforó los míos con su mirada. Bajo la luz del día el color de ellos se veían de un azul claro. Un leve rubor cubrió mis mejillas y me reprendí a mí misma por esa reacción.
Su comentario me había dejado más que sorprendida, fascinada.
Aparté todo eso de mi cabeza y me senté junto a él. Toqué su frente y él por poco y salta del sillón.
—Tranquilo, no voy a hacerte nada— Apreté mi mano contra su piel y me alarmé al sentirlo demasiado caliente. —Tienes fiebre Rush— Llevó su mano sobre el puente que se formaba arriba de mi nariz, justo entre mis cejas, y masajeó suavemente la zona.
—Pareces preocupada— Con su dedo tocó la zona previamente masajeada y suavicé mi ceño. Aparté su mano y le tendí las pastillas levantándome casi corriendo de allí.
Todo eso del contacto físico con Rush comenzaba a sentirse extraño.
—Voy por un vaso de agua— Conseguí decir entre balbuceos. Y sin mirar atrás me dirigí hacia la cocina.
Una vez que me vi liberada de la intensa mirada de Rush apoyé mis codos sobre la mesada y escondí mi cabeza entre mis brazos, tomando una gran bocanada de aire.
¿Qué había significado todo eso?
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Trouble
Lãng mạnEthan era todo lo que Annabelle creía amar. Ambos eran inseparables. De eso, hasta que Ethan muere por un disparo en el pecho. Las causas eran desconocidas, el asesino había escapado sin dejar ninguna pista. Annabelle todo lo que tenía era un corazó...