La partida

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Ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo pase en aquella posición frente a la ventana. Solo sé que de un momento a otro había dejado de sentir la presencia de Rush a mi espalda y me encontraba sola. Todo en lo que podía pensar era en la cinta de vídeo que me había entregado Carter. ¿Cómo había sido tan estúpida de no darme cuenta antes? Era él, joder. Tal vez no se veía su rostro pero la contextura de su cuerpo, su andar, era simplemente todo lo que necesitaba. Eso y la confirmación reciente de Kyle y del mismísimo Rush. Sé que de alguna manera exagere con las palabras que le dije, estoy segura de que no debí haber sido tan cruel con él pero no podía pensar en que si él se hubiera quedado con Ethan en aquel momento, él aún estaría vivo. Recordar a Eth solo conseguía traerme dolor pero en ese momento no era el mismo dolor asfixiante de hace algunos meses sino que era más punzante, más profundo. Rush había estado allí, él también había resultado herido y había conseguido salir con vida a diferencia de su hermano. Lo que seguía sin terminar de entender era que hacía Eth esa noche allí. Él nunca había estado involucrado en las drogas de eso estaba segura, pero entonces ¿Qué era? Había algo allí rondando a mi alrededor que no lograba comprender.

 La noche había caído al igual que mi corazón. No sabía porque, pero así era. Me sentía terriblemente fatal y por más contradictorio que fuera necesitaba un abrazo de Rush, simplemente lo necesitaba a él. Ni siquiera sabía en qué momento había llegado a esa conclusión, supongo que después de pasar toda la tarde con la mirada perdida en el vacía había comenzado a divagar. La imagen de Ethan sangrando en la fría acera había sido remplazada por la expresión dolida de Rush. Mi cabeza era un jodido desastre.

 Decidí que mejor salía de allí y daba una vuelta mientras pensaba que diablos iba a ser con mi vida. Kyle seguía por allí enfundado con una pistola y eso también me preocupaba. Cuando salí de mi habitación y me dirigí hacia la sala lo primero que mis ojos divisaron fue un papel sobre la mesita junto al sillón. Un lápiz estaba apoyado sobre la nota. Mis nervios comenzaron a temblar de solo pensar en que era alguna amenaza nueva pero mi miedo fue hecho a un lado cuando reconocí la fina y elegante caligrafía de él. Con mis dedos temblorosos tomé la nota y la leí;

 Vete a mi departamento. Dejaré las llaves escondidas en la maseta de la señora Jenkins. No te preocupes por cruzarme ahí. Me mudaré. Allí estarás segura, solo hazlo.

Dejé escapar una profunda bocana de aire que ni siquiera sabía que había estado conteniendo. Aún después de las cosas horribles que dije él intentaba protegerme. Y aunque no estaba del todo segura de invadir su departamento me dirigí hacía allí.

 Abrir la puerta y encontrar el departamento en completo silencio me provocó una punzada de dolor en el pecho. Aunque no lo admitiría en voz alta, una parte de mi esperaba encontrarlo allí. Esperaba encontrarme con su familiar voz recibiéndome y luego un largo abrazo. Pero nada de eso sucedió. El piso de Rush estaba tan silencioso como el resto del complejo. Las llaves las había dejado tal y como había dicho en la maceta con arreglos florares que la señora Jenkins tenía junto a su alfombra, en la puerta del departamento contiguo. Cerré la puerta y me introduje allí. Todo estaba en perfecto orden como siempre. La televisión plana apagada, la pequeña lámpara sobre la mesa de café encendida y un ligero olor a tabaco perduraban en el ambiente. No había pasado mucho tiempo desde que él se había marchado y todo en lo que podía pensar era en donde se encontraba. Había sido una cría al tratarlo de aquella manera, preferí bombardearlo con palabras hirientes en lugar de escuchar su versión de la historia pero ya era demasiado tarde para lamentarme. Rush se había marchado para no volver.

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