Max Holland se encontraba al volante de aquel Jeep color negro. Debería decir que supuso un alivio para mí en cuanto lo vi pero no es cierto. Solo conseguí asustarme aún más. Si él estaba aquí probablemente intentarían matarlo a él también. Sentí la mano de Rush jalar con fuerza la mía.
—Sube Anna— Dijo con la respiración agitada y abriendo con prisa la puerta de los asientos traseros. Algo confundido por la situación conseguí situarme con torpeza sobre el confortable asiento de cuero. Rush corrió rápidamente hacia el asiento de copiloto y una vez que estuvo arriba y con la puerta cerrada, Max arrancó a toda prisa.
— ¿Los alcanzaron? Escuché disparos— Dijo el hermano mayor de los Holland. Debería hacer alguna pregunta, debería exigir saber qué demonios hacíamos arriba de aquella camioneta que era conducida por Max pero nada salía de mis labios.
—No, estamos bien— Respondió Rush de inmediato enviándome una mirada por el espejo central del vehículo. Recordé como me veía la noche anterior, casi como un siervo asustado y estuve segura de que mi rostro en ese momento era igual al de la pasada noche.
Pude distinguir que íbamos por el camino que conducía a las afueras de aquel pueblecito cuando divisé los frondosos árboles que limitaban con la entrada al bosque. La cabina iba en silencio, solo escuchaba las respiraciones agitadas de Rush que intentaba componer su respiración. Miré a Max, quién conducía con la vista fija, demasiado fija, en la carretera y noté desde aquella posición que su labio temblaba.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué está Max aquí, Rush? — Me atreví a preguntar cuando encontré mi voz.
Rush se volteó sobre el asiento y me miró directamente.
—Lo llamé esta mañana, necesitábamos ropa, comida y una manera de huir del pueblo, cariño, lamento no habértelo dicho antes— Sus ojos azules miraron fijamente los míos. Podía notar que estaba exhausto por la carrera que tuvimos que hacer minutos antes pero aun así él siempre se preocupaba por mí. Antes de preocuparse por él mismo.
Sentí una opresión en el pecho y aparté la mirada.
—Llegaremos en poco más de cuarenta minutos, descansa Annabelle— Dijo el mayor de los Holland. Y casi como si mi cuerpo hubiera esperado esa sugerencia, comencé a sentirme cansada. Necesitaba dormir, descansar y saber que la pesadilla terminaría pronto.
Decidí cerrar los ojos para reposar un poco, más no dormirme. Aun así sabiendo que estaría protegida por Rush y también por Max, no podía dejar de sentirme en estado de alerta todo el rato. Los escuché murmurar cosas desde la parte delantera de la cabina cuando mis ojos comenzaron a pesar de sobremanera.
—Anna, despierta, llegamos— Un suave toque en unas de mis mejillas me despertó de repente. Ni siquiera recordaba haberme dormido pero al parecer lo hice. Abrí los ojos con algo de dificultad por el cansancio y me encontré con dos preciosas piscinas azules.
— ¿En dónde estamos? — Pregunté al tiempo que me removía en mi asiento y Rush me tendía una mano para que la tomara.
—En las afueras de San Diego, mis padres tienen un departamento aquí— Contestó —No te preocupes, estaremos a salvo.
Entrelacé nuestros dedos y finalmente me dispuse a salir de la camioneta. Estábamos estacionados en una zona residencial que estaba compuesta por pequeñas casas contiguas, todas iguales. Se veía como un lugar bello pero aun así no me sentí capaz de disfrutar del paisaje.
Las calles de aquel lugar estaban tranquilas, todo lo contrario de lo que yo hubiera imaginado sería San Diego. Ni siquiera recordaba haber dormido tanto tiempo como para cruzar la mitad de un estado. Tal vez ni siquiera estábamos demasiado lejos, pero así se sentía. La Universidad, papá y todo lo relacionado con Ethan parecía demasiado lejano.
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Trouble
RomantizmEthan era todo lo que Annabelle creía amar. Ambos eran inseparables. De eso, hasta que Ethan muere por un disparo en el pecho. Las causas eran desconocidas, el asesino había escapado sin dejar ninguna pista. Annabelle todo lo que tenía era un corazó...